Regional

Francisco Carrero, un joven soldado a quien piden favores los militares

19 de octubre de 2019

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Gladys Gómez frente a la capilla donde está resguardada la tumba de Francisco Carrero

Dicen que este efectivo de la Guardia Nacional murió luego de mantener un comportamiento heroico, que le permitió salvar la vida a varios de sus compañeros que iban con él en un convoy miliar que volcó, dejando una gran cantidad de heridos, a los cuales ayudó a rescatar, a pesar de estar lesionado de gravedad

Son pocos los detalles que se conocen sobre Francisco Carrero, el Soldado”, que para muchas personas es un alma buena a la cual suelen acudir, en el cementerio Municipal de San Cristóbal, cuando necesitan un favor. Sus restos están enterrados en la misma zona donde se encuentran Anunciación Orduz de Ochoa y Luis Alberto Méndez, conocido como Cabeza de Hacha, lo que ha convertido a ese cuartel en uno de los más visitados, especialmente los días lunes, cuando los creyentes de las ánimas acuden para visitar sus tumbas.

Gladys Gómez, quien es la encargada de cuidar el nicho de Anunciación y se desempeña como rezandera, dice que es una de las almas que más visitas recibe, particularmente de efectivos militares, en atención al pasado de Carrero, quien se desempeñaba como efectivo de la Guardia Nacional.

Comportamiento heroico

Dice que Francisco Carrero murió como consecuencia de un trágico accidente de tránsito, luego de desempeñar un rol heroico en el auxilio de compañeros, a quienes les salvó la vida. Gladys Gómez cuenta que el joven viajaba en un convoy militar, repleto de guardias nacionales, que iban de comisión y volcó en la vía Panamericana. Muchos de ellos resultaron heridos, algunos de gravedad.

—Carrero fue una de las personas que resultó con lesiones y, a pesar de ello, se esmeró en el auxilio de sus compañeros de armas, sacándolos del lugar y subiéndolos a carros para que fueran trasladados a centros asistenciales -dijo Gómez-. Agregó que este valiente militar fue una y otra vez hasta el lugar donde quedó el convoy volcado, para sacar a sus compañeros y, finalmente, comprobar que no quedara nadie atrapado entre el destruido vehículo. En varias oportunidades le recomendaron que se trasladara hasta el hospital para ser valorado, pero siempre se negó, diciendo que estaba bien y que otras personas necesitaban su ayuda.

Cuenta Gladys que Francisco Carrero siempre estuvo pendiente de sus compañeros y se aseguraba que recibieran asistencia facultativa, mientras él mismo se negaba a ser atendido por un médico. Cuando por fin llegó a su cuartel, cansado y extenuado por lo que había hecho, solicitó autorización para acostarse a reposar un rato. Nunca más despertó y fue encontrado muerto en el dormitorio de los guardias nacionales. Se dice que sufrió lesiones internas que le quitaron la vida horas después de ocurrido el accidente.

Una fotografía que se desvanece

La célebre rezandera del cementerio Municipal de San Cristóbal, que ha concedido decenas de entrevistas para hablar de asuntos extraterrenales, dice que Carrero era del sector Cueva del Oso, en la parte alta de la ciudad, y que allí aún vive su familia, que los lunes, día de las ánimas, llega muy temprano al cementerio. Agrega que poco o casi nada hablan sobre este tema.

En este caso, forma parte de la leyenda urbana una metamorfosis supuestamente experimentada por una fotografía del Soldado. Cuenta Gladys que en la parte superior de la tumba fue colocada una fotografía del difunto, que poco después comenzó a diluirse, hasta convertirse en una imagen borrosa, de la cual no se distinguía nada. Este proceso se prolongó por largo tiempo y al final se pudo observar en el lugar que ocupaba la imagen de Carrero la silueta de la Virgen del Carmen, que se fue formando hasta alcanzar la nitidez que tiene hoy en día.

Este episodio fue el inicio de una veneración que se ha prolongado por cerca de 50 años. La gente venía a ver el progreso en el cambio de la imagen y se iba muy impresionada. De este hecho, considerado como sobrenatural, surge una creencia que se ha mantenido hasta nuestros días, formando parte de nuestras leyendas urbanas.

Mucho militar

—Esa es un alma muy buena, que se encarga de hacer favores a los necesitados que acuden con fe y concede favores a quienes piden con devoción -sentencia Gladys-. A esa tumba llega mucha gente con problemas, a pedir favores, y es de las más visitadas, pese a la crisis que está acabando con la fe. La familia construyó una capilla para proteger lo que la gente trae, y uno ve mucho militar que le pide favores. Después regresan y le traen placas de reconocimiento, condecoraciones, prendas militares y, en fin, tantas cosas que poco a poco fueron llenando el lugar.

No obstante, aclara, los delincuentes lograron abrir un boquete y se llevaron gran cantidad de placas y prendas, sobre todo las condecoraciones, jerarquías, insignias y otras cosas traídas por los militares.

Un sepulturero, que solo se identificó como José, terció en la conversación para decir: “Aquí el ladronismo es mucho y ya no se puede hablar de la paz de los sepulcros”. Comenta que el personal que labora en el camposanto de San Cristóbal ha logrado atrapar varios rateros y los entrega a la policía, pero a los pocos días están libres y llegan para seguir robando. Asegura que la tumba de Carrero es una de las mejores, por el cuidado que le presta la familia, que se ocupa de mantener este lugar bonito, y nosotros que colaboramos, vigilando y cuidando.

Armando Hernández