Aquellos que simplemente quieren hacer del transporte privado su medio de subsistencia para llevar el alimento a sus hogares, viven días de angustia al tener que paralizar sus vehículos por falta de gasolina.
El taxista Gonzalo Díaz dio un parte de la terrible situación que tiene que sortear el gremio organizado, para el que solo ha sido asignada una estación de servicio, la cual, además de no llegarle gandolas con la frecuencia necesaria, deben “compartirla” con otros usuarios, cuyo cupo ya está garantizado sin el martirio de las colas.
En función de recibir atención preferencial, el gremio de taxista levantó los respectivos censos y para organizar la distribución por la letra de comienzo de la placa. Desafortunadamente, eso no se está cumpliendo y hace que quienes, por razones de supervivencia, deben rodar carretera todo el día para prestar su servicio, apenas si pueden surtirse cada dos semanas, como le sucedió este mes al señor Díaz.
“Para un taxista es imposible -agregó Díaz- poder laborar en las condiciones actuales, no tiene las posibilidades mínimas para subsistir. La alternativa de comprar gasolina informalmente, a un dólar el litro, sumado a los altos costos de repuestos y reparaciones, representa un gasto que sobrepasa al que se puede ganar en carreras. El Gobierno debe aceptar que nosotros, los taxistas, tenemos derecho al trabajo y, al no permitirnos aprovisionarnos del combustible, se nos está violando un precepto constitucional”.
Recordó Díaz que la paciencia de los taxistas tiene un límite y que si siguen desatendidos, como están, no les quedará otra, sino acciones de protesta en la calle. Admitió que se ha estado en conversaciones con las autoridades encargadas de la distribución de la gasolina en el Táchira y se les ha colaborado en todas sus peticiones; pero a la situación, por lo insostenible, solo le cabe mayor presión.
“Lo ideal es que a la estación de servicio asignada llegara una gandola con 38 mil litros, con lo cual nos abasteceríamos, así fuera una vez por semana”.
Freddy Omar Durán