De interés
Por iniciativa del Club de Leones de Rubio se creó el parque en homenaje a las madres, el cual también se bautizó Chicolandia, para rendir tributo a los niños y para el sano disfrute de todos. Así reza un aviso pegado a la reja y termina: “Ayúdanos a mantener este rinconcito alegre de nuestra ciudad”.
El dato
Cincuenta y un años han transcurrido desde que se creó esta área de recreación para los rubienses.
Por Norma Pérez
luis Sánchez es un educador jubilado que desde hace ocho años, por iniciativa propia, se convirtió en el guardián del Parque de las Madres, en la ciudad de Rubio. Creció a pocos pasos de esta área recreativa, inaugurada en el año 1968, y siempre fue su asiduo visitante, al igual que sus dos hijos.
En el mes de junio de este año le correspondió presenciar lo que describe como uno de los momentos más tristes de su vida, la desaparición de ese parque emblemático para muchas generaciones de rubienses, pues en sus columpios se mecieron padres, hijos y nietos.
Los fines de semana, era uno de los lugares más concurridos de la ciudad pontálida, ya que su ubicación en el casco central y fácil acceso le hacían el sitio ideal para llevar a los más pequeños a pasar un rato entretenido, mientras los mayores disfrutaban de la tranquilidad del lugar, bajo la generosa sombra de los árboles.
Ahora solo queda un espacio vacío, donde sobrevivieron el tobogán de cemento y una rueda de madera bastante desvencijada. Ya no se escuchan las risas de los niños, ni sus gritos. La alegría se desvaneció frente a una reja con candado y cadena.
¿Qué sucedió?
La historia de Luis Sánchez se remonta ocho años atrás, cuando su preocupación porque no había una persona encargada de abrir, cerrar el parque y estar pendiente de sus instalaciones lo llevó a solicitar una llave en la alcaldía del municipio Junín. Allí se la dieron, así como una normativa a cumplir, y a partir de ese momento se convirtió en un dedicado cuidador ad honorem, que además de abrir y cerrar, cuidaba que no arrojaran basura ni hicieran mal uso de los columpios y demás implementos.
Además gestionaba ante la alcaldía el arreglo del área verde, y coordinaba actividades de pintura de las instalaciones, en las que cooperaban comerciantes e integrantes de la comunidad de Rubio.
Su mayor satisfacción, era ver a los pequeños jugando, corriendo, y los más grandes jugaban futbolito; aunque reconoce que no era el lugar más adecuado para este deporte, ante el cierre al público de las canchas del Gimnasio Vertical, explica que lo hacían en este sitio, que ofrecía seguridad por estar cercado.
También, se celebraban cumpleaños allí, siguiendo al pie de la letra la normativa de preservar, mantener limpia y en perfecto estado el área recreativa.
Durante el periodo de tres alcaldes siguió con el cumplimiento de sus funciones, y manifiesta que una mañana, del mes de junio de este año, llegaron obreros a tumbar los árboles, muchos de ellos centenarios, y los partieron como leña.
“Siguieron con las losas de cemento, que estaban intactas a pesar de tener cincuenta años; sacaron la estructura de los columpios, quitaron las bancas, y todo lo que había. Solo quedó el tobogán de cemento y un trompo o rueda”.
Comenta Luis que las personas que llegaron al parque dijeron que hay un proyecto de remodelación que va a realizar la alcaldía de Junín y que el actual burgomaestre le informó que estaría culminado en diciembre de este año, pero han transcurrido casi cinco meses y a la fecha no se ha iniciado ningún trabajo.
“A los vecinos del sector y comerciantes les pidieron materiales para el arreglo del parque. Sacaron los columpios, cortaron el monte y dejaron un basurero. Que hay un proyecto para hacer una cancha de fútbol, por qué no abren las del gimnasio vertical. Ahora lo que queda es monte, basura, borrachos e indigentes; lo que se acentúa en las noches, debido a la falta de luz”, dijo.
En el guardián del Parque de las Madres se percibe una gran nostalgia. No solo por sus hijos, que como él disfrutaron de estas instalaciones, ni por los muchos recuerdos de momentos gratos atesorados en tardes soleadas, sino por todos los niños que, cuando lo identifican, se acercan a preguntarle “señor, ¿qué pasó con el parque?”.