Cosas del Mundo
Buscan preservar el patrimonio cultural de Afganistán con un Corán de seda
24 de mayo de 2018
En Afganistán, los creadores de un Corán de seda con sus 610 páginas pintadas a mano esperan que sirva para apoyar el arte de la caligrafía, plurisecular pero amenazado.
Un equipo de 38 calígrafos y pintores de miniaturas trabajó durante casi dos años en esta obra de arte, realizada en cuero, de 8,6 kilos.
La mayoría de los artistas que participaron en la iniciativa fueron formados en el instituto de la fundación británica Turquoise Mountain, instalado en un viejo caravasar de Kabul que restauró la propia fundación.
«Nuestra intención es garantizar que el arte de la caligrafía no desaparezca en este país. La escritura es una parte de nuestra cultura», indicó a la AFP el maestro calígrafo Khwaja Qamaruddin Chishti, de 66 años.
La caligrafía, empleada para transcribir el texto sagrado del Corán, recibe un particular respeto en tierras del islam y entre las artes islámicas.
«Cuando se trata de arte, es difícil poner un precio… Dios nos confió este trabajo [el Corán] y eso es mucho más importante para nosotros que el aspecto financiero», añade Chishti.
Equipados con una vara de bambú o de caña, Chishti y sus calígrafos llegaron a trabajar hasta dos días seguidos en cada página para copiar los versículos sagrados, a veces incluso más si el más mínimo error requería empezar de nuevo.
Utilizaron el naskh, la escritura cursiva elemental desarrollada en los primeros tiempos del islam, sustituyendo el estilo kufi, pues es mucho más fácil de leer y de escribir.
Se necesitó casi una semana por página para realizar las pomposas decoraciones que rodean a los versículos.
Los artistas solo recurrieron a pigmentos naturales, desde el lapislázuli molido —la emblemática piedra del país— hasta el oro o el bronce para recrear los motivos decorativos clásicos de la escuela de pintura de Herat, en el oeste del país, impulsada por la dinastía de los emperadores mogoles timúridas, en los siglos XV y XVI.
300 metros de seda afgana
«Todos estos colores nos los da la naturaleza», subrayó Mohamad Tamim Sahibzada, maestro de miniaturas y responsable de los ornamentos.
Trabajar en seda por primera vez constituyó un verdadero desafío, aseguró Sahibzada a la AFP. El material, 305 metros de seda 100% afgana, fue previamente sumergido en una solución a base de semillas de Psyllium para evitar fugas de tinta.
Turquoise Mountain empezó a trabajar en Kabul en 2006 con la restauración del caravasar, con el objetivo de preservar el patrimonio cultural y artesanal de Afganistán, muy deteriorado por las guerras sucesivas.
La fundación protege y perpetua el arte de la cerámica, la ebanistería y el trabajo de la madera, la orfebrería, las miniaturas y la caligrafía.
Espera que tras este Corán, lleguen nuevos encargos en torno a los textos islámicos para poder dar trabajo a los artesanos formados por su instituto.
«Vamos a presentarlo en diferentes países musulmanes y ver si es posible perpetuar los empleos, haciendo que nuestros graduados trabajen en otros coranes», explicó Abdul Waheed Jalili, director del Instituto con fines no lucrativos.
La fundación funciona gracias al apoyo del British Council y del Príncipe Carlos, además de la agencia de desarrollo estadounidense USAid.
«Transcribir el Corán en seda es un trabajo extremadamente raro», afirmó Nathan Stroupe, director de la fundación para Afganistán. Para él, el proyecto es «una formidable forma de formar a nuestros alumnos conforme a la tradición y con el más alto nivel de excelencia».
«Si un príncipe saudí o un coleccionista de Londres se mostrara interesado, [este Corán] podría venderse, quizá, por entre 100.000 y 200.000 dólares», sostuvo.
AFP