Cosas del Mundo

Encuentro de almas y de cuerpos: enfermedades importadas en el periodo de la Conquista

13 de octubre de 2020

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Más allá de como denominar la efeméride y las polémicas alrededor del mismo, lo cierto es que aquel 12 de octubre de 1.492 más allá del encuentro de dos mundos, se dio el encuentro de almas y cuerpos.

Esto es fundamental comprenderlo en tiempos de pandemias cuando comprendemos que el avance de las telecomunicaciones no solo ha dado lugar a una transformación de culturas sino de nuestro soporte somático.

Desde una sitio tan lejano como China, del cual apenas si teníamos referencia, por las inversiones que han hecho en nuestro país, y que hemos conocido más de cerca por los ciudadanos que luchan hombro con hombro con nosotros por hacer un mejor país, nos llegaban las primeras noticias de una pandemia que en menos de un año ya ha cobrado varias vidas de tachirenses.

Pero al menos ya teníamos advertencias de lo que se venía, y que muchos no creyeron confiando en aparentes lejanías, y digamos que eso puso alerta a un sistema de salud para frenar el avance de una enfermedad, que resultó inexorable.

¿Pero que pensarían aquellos pobladores originarios que de repente comenzaron a sentir extraños cambios en sus cuerpos y veían como sus poblaciones eran diezmadas multitudinariamente, a quienes nadie informó de curas y menos de prevención?

El encuentro de América con Europa, no solo era el encuentro con una mentalidad forjada al calor de fundamentos sociales, políticos y religiosos, pues ante todo y en el estrato más profundo de lo anterior la experiencia con las afecciones y la muerte, en unas dimensiones no antes conocidas por estos lares. Lo más decisivo, y en muchos aspectos lo más letal, para la población originaria americana, no sería lo que traían los imprevistos inquilinos en sus mentes o en sus depósitos de armas, sino lo que ellos mismos traían consigo en sus organismos, y ni sospechaban de su existencia.

Aliados militares secretos

Muchos años después la humanidad sabría de agentes patógenos; pero desde tiempos inmemorables se intuía la propagación de la enfermedad por el ambiente, y se establecía la cuarentena como medida de prevención, cuando no el abandono del lugar infectado.

Casi siempre se habla de dónde se origina la pandemia y hacia dónde va; pero poco de los medios de transporte de la misma. En el caso de las pestes importadas, cabe resaltar las hacinadas y antihigiénicas embarcaciones -que rasparía cualquier evaluación bajo los estándares biosanitarios de hoy en día-  en que se movilizaban los marineros ultramarinos, que sirvieron de semilleros a todo tipo de males contagiosos.

Basados en una documentación bastante amplia, la lista de enfermedades importadas en el periodo histórico de la Conquista incluye sarampión, la gripe,  la lepra, la viruela,  disentería, fiebre tifoidea, a lo que hay que incluir agentes vectores como los piojos y las pulgas. Hay historiadores que afirman Para los siglos XV y XVI la peste negra asolaba algunas regiones de España.

Si bien a la violencia del soldado ibérico no se le puede desconocer su poder devastador, otros aliados secretos poseían un talante aniquilador. Algunos como el geógrafo Jared Diamond  sostienen que el 95% de la población originaria sucumbió ante el impacto de las pandemias en un solo siglo; historiadores calcularon que antes del arribo de los europeos, la isla La Española, una de las primeras en entrar en contacto con los ultramarinos, contaba con un millón de habitantes, y para 1542 con apenas 42 habitantes.

Los conquistadores ya en territorio americano debían soportar graves deterioros de su salud: Cristóbal Colon ya andaba con una influenza mientras descubría las nuevas tierras, cuyo virus arrasaría a las tribus taínas, y por 1494 seria atrapado por 5 meses por un tifus. Gonzalo Jiménez de Quesada fundador de Bogotá padeció de lepra.

Si bien se adjudica a la astucia, valentía, decisión y crueldad de Hernán Cortés la conquista del todopoderoso imperio azteca, se asegura que nada hubiese logrado si con antelación la viruela, la disentería y el tifus no hubiese debilitado a los ejércitos rivales en la península de Yucatán. A razones similares se atribuye la caída del Imperio Inca, que en sus crónicas y cartas registraron el exterminio del que fue objeto, al doblegarse ante un enemigo invisible.

La gripe dentro de las comunidades indígenas, como se refiere en el libro Pestes y remedios en la conquista de América, repercutió en el abandono de las prácticas productivas indígenas, con una consecuente estela de hambre y desplazamientos humanos, los cuales vendría a ser efectos colaterales a la diversidad de pandemias.

En el estudio del doctor Uriel García Cáceres titulado “La implantación de la viruela en los Andes, la historia de un holocausto”, no solo da detalles de la mortandad indígena viral que asolo la actual Perú, sino que para 2003 hace un profético anuncio:

“Es asombroso el hecho de que la población mundial por un acto demencial del terrorismo, que ojalá jamás suceda, esté en una peligrosa situación muy similar a las que las poblaciones nativas americanas estuvieron durante el siglo XVI; es decir, sin inmunidad adquirida por la vacuna o por infecciones no letales”

Refiriéndose a la viruela, aunque se puede extender a cualquier otra enfermedad agregó “todos los habitantes del mundo contemporáneo tienen hoy en día la misma susceptibilidad que tuvieron los amerindios en los tiempos del descubrimiento y la conquista; y como aquellas víctimas de la invasión, no tienen posibilidad de un tratamiento específico”

Aunque aún es materia de polémica, se afirma que a través de la sífilis y la fiebre amarilla, América a la fría guerra biológica.

No es asunto del pasado

Pasado más de 500 años, la población aborigen americana sigue siendo tan vulnerable como desde la colonización española, y la más apartada de los programas de asistencia en materia de salud. Durante el siglo XX, a través de etnias del amazonia que nunca habían entrado en contacto con el hombre blanco, sin ninguna intención de las partes involucradas, demostraron lo nocivo que suele ser siquiera un casual acercamiento entre organismos de la misma especie con distinta “cultura inmunológica”.

Los líderes indígenas de diversas partes del continente han denunciado la exposición sin paliativos ante la pandemia del covid-19, y es por ello que más que discursos retóricos reivindicativos, reclaman por todos los países del continente acciones contundentes en defensa de su salud, pues además se corre el riesgo de la inexorable carrera de extinción de las etnias autóctonas se acelere.

Freddy Omar Durán

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