Joan Vila Dilmé, un enfermero de 47 años que trabajaba en la residencia geriátrica Fundació La Caritat de la localidad catalana de Olot, fue sentenciado a 127 años de prisión por el asesinato de 11 ancianas mayores de 80 años utilizando métodos extremadamente dolorosos.

Vila gozaba de una excelente reputación entre sus colegas en La Caritat, quienes lo consideraban un trabajador dedicado y sensible. Sin embargo, detrás de esta fachada se escondía un despiadado asesino serial, responsable de la muerte de 11 indefensas mujeres de edad avanzada en el transcurso de poco más de un año.

El caso salió a la luz en octubre de 2010 tras la muerte de Paquita Gironés, una interna de 85 años con la que Vila tenía conflictos. Al notar una extraña mancha negra en su lengua, el médico del geriátrico solicitó realizar una autopsia, la cual determinó que Gironés había fallecido por la ingesta de un potente destapacaños.

Tras ser confrontado con imágenes de las cámaras de seguridad que lo mostraban entrando al cuarto de limpieza, saliendo con un destapador químico y luego ingresando a la habitación de Gironés, Vila confesó haberla asesinado “por compasión”. En los meses siguientes, admitió haber matado a otras 10 mujeres ancianas usando sobredosis de medicamentos, lavandina y otros químicos.

El juicio, que tuvo amplia cobertura mediática, se extendió por dos semanas. Finalmente, Vila fue condenado a 127 años de cárcel, de los cuales deberá cumplir 40 tras las rejas. Actualmente cumple su sentencia en la prisión de Puig de les Basses en Girona, donde es considerado un preso ejemplar.

El macabro caso demostró la facilidad con la que Vila pudo salirse con la suya debido a la avanzada edad y vulnerabilidad de sus víctimas, cuyas muertes eran rutinariamente atribuidas a causas naturales sin realizar autopsias. A 10 años del inicio de la pesadilla en La Caritat, el fantasma del “enfermero asesino” aún sobrevuela los pasillos del geriátrico catalán.

WC con información de Infobae