Cultura

25 años del Seminario de Mitología Clásica

28 de junio de 2021

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Un cuarto de siglo después, el Seminario de Mitología Clásica continúa siendo una de las actividades de extensión universitaria más longevas y eso en gran parte se debe al entusiasmo de sus participantes, a la calidad de los textos abordados y a la altura y trascendencia de las ideas que se comparten, sin marcarse tendencias, sin imponerse posturas, todo en nombre de un crecimiento personal en sabiduría.

Pero, también, ha sido factor de su permanencia el viaje del héroe que ha tenido que emprender por distintos espacios, siendo los más recientes las plataformas virtuales como Zoom, YouTube y WhatsApp, luego de haberse asentado por años en la Universidad de los Andes, núcleo Táchira, para luego pasar a la Librería Sin Límite, el Museo de Artes Visuales y del Espacio y más recientemente el taller del maestro Freddy Pereira.

Todo comenzó a aula llena, con la Ilíada como lectura de cabecera, dándose así inicio a una larga travesía hermenéutica alrededor de textos como la Odisea, la Eneida, la Divina Comedia, El Asno de Oro, La Teogonía, Isis y Osiris, El Enuma Elish, Los Mitos Griegos de Robert Graves, El Héroe de las Mil Caras de Joseph Campbell, y el Discurso de la Dignidad del Hombre de Pico de la Mirandola, así como las tragedias griegas, leídas de un solo tirón en sesiones especiales, y un largo etcétera de títulos, por no hablar de esos momentos de libre conversación en los que cada quien tenía la oportunidad de revelar su personal mitología, tal que en el interior de los hombres habita, con  dioses y titanes en confrontación, o los seres divinos llegando a la apoteosis luego de incontables sacrificios.

Como nos comenta Bernardo Enrique Flores, mentor del Seminario desde el día uno,  ante el dilema que planteaba la pandemia de suspender indefinidamente el seminario o continuarlo, la “virtualidad” se convirtió en la opción más segura, y gracias  a la cual se amplió hacia una audiencia más internacional.

—El año pasado –comentó Flores-, con este tema de la pandemia, estábamos un poco tristes porque no seguiríamos reuniéndonos, hasta que se comenzó a plantear la posibilidad de lo virtual, que gracias a la ayuda de los seguidores del seminario se pudo solventar. Pero en julio del año pasado hubo una conferencia, titulada “El iniciado ante el legado de Troya: entregar el alma a Paris o recuperarla para Menelao”, en la que se conectaron 198 personas, desde países como Argentina, Chile, España, Italia y Rusia; y ahí me di cuenta de que el seminario comenzó una etapa, que podemos decir de expansión; de otra parte, aquellos que alguna vez estuvieron en el Seminario, pero tuvieron que mudarse a otros países del mundo, tuvieron de esta manera la ocasión de reincorporarse a nuestras actividades, aunque muchos ya lo estaban haciendo a través de nuestro grupo de WhatsApp.

¿Cuál es la clave para la vitalidad del seminario?

Por supuesto, la primera respuesta vendría más del lado de la vigencia del tema, que en la actualidad renace en las redes sociales, y los streaming; pero el profesor Flores prefiere consideraciones más humanas, que intelectuales.

—Si hay una palabra que se pudiera aplicar a este seminario es tal vez “fraternidad”, misma que ha sido posible dentro de un ambiente de camaradería. En las escuelas pitagóricas existía lo que se denomina una “sisitía”, que era un compartir –generalmente con banquete incluido- entre gente que busca la sabiduría sin ningún interés, un compartir del pan que viene de trigo, símbolo de la diosa Deméter, la de los misterios del eleusinos, y también del vino, proveniente de la vid. De alguna manera, así era la forma que entre amigos se transmitían los conocimientos en la antigüedad. Casi se podría decir que uno no consigue interlocutores para los temas que tratamos en este seminario. Era muy difícil ver a esos maestros de las escuelas antiguas como un profesor acartonado, el magíster dixit: el profesor habla y los alumnos se quedan callados, escuchando. De los seminarios, en distintos temas del doctor Manuel Briceño Guerrero, aprendimos que todos tenemos una opinión y que las verdades se van clarificando a medida que entre todos profundizamos en tales temas, eso que Sócrates llamaba Mayéutica— agregó Flores.

La duración del seminario en ningún momento ha significado una preocupación, pues como toda actividad de extensión universitaria tiene una fecha de caducidad. en tanto los profesores se iban jubilando y las promociones pasaban.

—Por el seminario han pasado muchos artistas, intelectuales y gente de diversas condiciones, oficios y profesiones, todas ellas con mucho que aportar, y se ha desarrollado diversidad de actividades como exposiciones artísticas, conferencias, recitales, etc. Hubo un tiempo que incluso los residentes de postgrado del Hospital Central cursaban una de sus materias con nosotros— continuó Flores

La psicóloga Esperanza Ramírez, una de las fundadoras del encuentro semanal de los martes en horas de la tarde, a través de la id de la plataforma Zoom, 832 0500 9237, aseveró que le parece el seminario algo “exquisito”.

— Cuando he recomendado la asistencia a la actividad, siempre digo que se trata de un espacio que no se consigue fácilmente, y el cual se debe cuidar; por supuesto, por ahora debemos desarrollarlo de esta manera, lo que te da un feeling distinto, que si se realizara de manera presencial—aportó Ramírez.

Antigüedad no es, para nada, sinónimo de viejo, y su esplendor no se puede enfocar a un sitio geográfico o época particular; ella está en permanente renacimiento y ocultamiento, pues al ser le encanta jugar a las escondidas.

—Yo me he dado cuenta de que todos los grandes hombres y mujeres de la humanidad que han dejado una obra, que han dejado una escuela, todos ellos bebieron de los clásicos, todos leyeron las obras antiguas. De esas fuentes ha brotado un manantial incesante que no para. Las tradiciones secretas espirituales se quedan, nunca cambian, siempre habrá maestros que van preservando y traspasando su sabiduría de una generación a otra: el alumno brillante de hoy será el preceptor del mañana. Muchos pensarán que estamos en una época más tecnológica y, por ende, de más información, menos interesada por la antigüedad, desconociéndose su gran depósito de conocimientos. Ese prejuicio también ocurre cuando catalogamos de atrasados a los indígenas americanos, y resulta que ellos eran poseedores de un saber impresionante— puntualizó Flores.

Freddy Omar Durán

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