Cultura
50 años de tradición para armar el Año Viejo
martes 30 diciembre, 2025
También por medio siglo, la quema del Año Viejo ha sido un suceso memorable en el cruce de la calle 5, con carrera 2, del barrio 23 de Enero, gracias a los buenos oficios del señor Sergio José Moreno.
Hoy, con 67 años, con una salud mermada por múltiples afecciones, ha preferido legar la tradición a su yerno, vecinos y colaboradores. Su muñeco ha conservado la misma estampa de traje de etiqueta, y la máscara de rostro grotesco reciclada para la próxima quemazón.
Todos sus vecinos tienen que ver con ese Año Viejo, que el cual apenas en la radio suena la cuenta regresiva, se activa el combustible a distancia evitando la exposición de alguien directa a la explosión, para que ya a las 12:00 de la medianoche en punto esté en pleno fulgor. Ellos hacen su propia inversión para pintar el cielo de estruendo, fuego y luz, mientras en la calle, tomadas previamente todas las medidas de seguridad, impidiendo automóviles alrededor, se levanta una inmensa fogata. Por eso nunca han ocurrido incidentes que lamentar, y por el contrario todo ha sido sana celebración.
No es el único Año Viejo que queman en el 23 de Enero, pues prácticamente en cada cuadra hacen uno; pero es uno de los que más se envuelve del fervor vecinal.
Nos reveló los pormenores de un arte, que no consiste solo en amarrar pólvora dentro de trapos desechables. Si bien, de muy joven él tomó junto a sus amigos la iniciativa de elaborar los Año Viejo, hoy considera que esa labor solo la deben desempeñar los adultos, en vista de los riesgos que conlleva para la integridad física personal.
Su esposa Xiomara también hace aportes a un relato, confesando que nunca le ha dejado de emocionar la quema del Año Viejo, y ver el jolgorio general, que precede al abrazo para desearse feliz año por doquier.
Hay que primero construirle una armazón interna para tenerlo en pie, y que el 31 se modifica para sentarlo en la calle, como fuese un borracho ya vencido por la pea, y luego se le viste para recibir un cuerpo de pura pólvora, -una gruesa y media, le dicen a la medida- que tiene que recibir un tratamiento especial para evitarse al momento del “sacrificio” el peligro de que una lluvia indiscriminada de fuego.
Admiten que las explosiones y luces asustan a muchas mascotas, no obstante la de ellos prefiere ladrar y unirse a la festividad. (Freddy Omar Durán)









