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Inicio/Cultura/DESDE LOS BORDES: Después del desierto teatral los gatos no se quejan en los rincones empolvados de la memoria

Cultura
DESDE LOS BORDES: Después del desierto teatral los gatos no se quejan en los rincones empolvados de la memoria

miércoles 20 agosto, 2025

Annie Vásquez *

            Martes 20 de mayo de 2025, 2.30 pm. Volver a la sala Freddy Pereyra y agazaparme para descubrir que estaba dentro del zoológico de aquellos sueños infantiles “domesticados” o de comiquitas donde siempre había elefantes, leones, leonas, tigres, monos y cebras, resaltando mi incapacidad de narrar aquellos oscuros rincones de lo inesperado, rincón al que me llevan algunas expresiones artísticas y/o estéticas.

            Entré a la sala con una imagen de un animal híbrido volando en mi cabeza, la imagen del afiche con el que días atrás Omar González (profesor y director de teatro) me había invitado a un ensayo del producto final de sus clases en la Escuela Regional de Teatro del Táchira[1]. Habíamos coincidido en la sala cuatro amigos: Raúl Casanova, Guillermo Martínez, Osvaldo Barreto y yo en un ensayo privado para gente de teatro; lo digo porque —de alguna manera—  los cuatro tenemos currículo en ese mundo y en mi cabeza seguía dando vueltas un conejo… y unas garzas.

            Al comenzar la obra un maniquí mutilado (Stiker) y dos personajes aparecen entre la oscuridad; en ese momento canta Kantor, para el cual los maniquíes por tener esa semejanza con nosotros, manifiestan ese lado oscuro de la acción humana; brazos que forman parte de la anatomía de los actores y que dependen de sus cuerpos, bio-objetos como los llamó Tadeuz Kantor, hibridizan lo natural con lo artificial. La anatomía se crece, se prolonga, se cruza, se transforma en signos gráficos, X, Y, cromosomas que determinan el sexo; hay desplazamiento, un pasar a través de… ¿un trenzado que hay que destrenzar?

            Tengo algo de Ave de apellido Struz y puedo estirar el cuello sobre el suelo. Veo una construcción desde los genes, en un espacio de exploración, experimentación, donde hay pautas y una dosis de creatividad que lleva a descubrimientos en colectivo. El fenotipo se manifiesta al interpretar un texto relacional “quita y pon”, cual bléiser de Ramón o de Lonor que nos lleva a tomar notas de los gurús que sentaron las bases del teatro moderno con propuestas desafiantes y diversos enfoques.

            La peripecia: un aguacate materializa la memoria, movimientos, experiencias, angustias muy subjetivas y autobiográficas. Expresiones y gestos se asoman, se abisman en la farsa, en la rabia, en la duda, en el vacío, y pienso en aquel “lobito bueno al que maltrataban todos los corderos”, en garzas negras y peces; no en esas garzas fucsias que danzaban al son de una música transfronteriza como aquellas que sobrevivieron en cautiverio en el zoológico de Capacho y tras rejas imaginaban volar y aterrizar en cualquier lado, lodazal o lomo de ganado, quizá en un basurero y no en Etosha… Merde. 

* Artista plástico/Escritora

FundJAU/Fundación BORDES


[1]    Gazapa o La curiosa historia de una garza llanera que por error migra a Etosha. Creación colectiva estrenada en la Sala Freddy Pereyra de la Escuela Regional de Teatro del Táchira en mayo de 2025. Ramón: Johannel Perales. Lonor: Day Bustamante. Dirección: Omar González.

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