Cultura

La historia de la primera traducción al mandarín de «Don Quijote de la Mancha»

24 de mayo de 2021

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La falta de conocimiento del idioma español —así como de cualquier otra lengua occidental— no fue un impedimento para que el reconocido letrado chino Lin Shu emprendiera la monumental tarea de traducir «El ingenioso hildago don Quijote de la Mancha» a la lengua china.

Con la ayuda de su amigo Chen Jialin, quien había leído un ya distorsionado texto en inglés y se lo relataba pacientemente en baihua, el mandarín coloquial, Lin Shu se puso manos a la obra.

Y así, en 1922, nació la primera traducción al chino de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra.

Encerrado junto a su colaborador en su estudio, el activo septuagenario escribía en una mesa mientras pintaba en otra, dando rienda suelta en simultáneo a sus dos grandes pasiones.

Su objetivo era dar a conocer las grandes obras de la literatura de Occidente, que hasta principios del siglo XX solo eran accesibles para las élites intelectuales que tenían conocimientos de otras lenguas y la posibilidad de viajar al extranjero.

Publicado bajo el título «Historia del caballero encantado», el libro fue inicialmente un éxito: en menos de 10 años la editorial llegó a imprimir otras dos ediciones.

Y hoy, en una nueva vuelta de tuerca, el libro de Lin Shu se tradujo al español y fue recientemente presentado por el Instituto Cervantes, el organismo público que tiene como objetivo la promoción y enseñanza de la lengua española y la difusión de la cultura de España y Latinoamérica.

«Fábrica de escritura»

Aunque en la actualidad pueda parecernos una aberración que una persona, por más culta y letrada que sea, traduzca una obra escrita en una lengua que desconoce, esta modalidad de trabajo era habitual en la China de fines del siglo XIX y principios del XX.

«Eran muy pocos los que podían traducir directamente de una lengua extranjera y luego escribir en buen chino», le explica a BBC Mundo Michael Gibbs Hill, director de estudios chinos del College of William and Mary, en Virginia, Estados Unidos, y autor de Lin Shu, Inc.: Translation and the Making of Modern Chinese Culture(«Lin Shu, inc.: la traducción y la creación de la cultura moderna china»).

Dibujo de Lin Shu
Además de escribir, Lin Shu dibujaba y pintaba.

«Por ello, Lin Shu adoptó una práctica muy utilizada por muchos traductores de la época que consistía en colaborar con al menos una persona entrenada en la lengua en cuestión», dice.

Este modelo de producción demostró ser muy eficiente.

«Él operaba lo que sus colegas y contemporáneos llamaban ‘fábrica de escritura’, ya que en un período de 20 años Lin Shu publicó cerca de 180 libros en lengua extranjera con 20 colaboradores diferentes», señala Gibbs Hill.

Esto significa que, en algunos años, produjo hasta 20 libros. Aunque es posible que no los tradujera todos de cero sino que hubiera trabajado sobre borradores previamente producidos por sus colaboradores, corrigiéndolos.

Gracias a su labor, autores como Dickens, Tolstoi o Beecher Stowe (autora de «La cabaña del tío Tom»), llegaron a manos de los lectores chinos.

Mientras que algunos de estos libros son traducciones relativamente fieles como la del Quijote, otras contienen cambios son más deliberados.

Cortesía de la BBC

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