Cultura

La irreverente Marta Minujín recibe el premio Americas Society en Nueva York

23 de marzo de 2018

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NUEVA YORK (AFP) – Hizo un obelisco de pan dulce que la gente se comió. Para celebrar el fin de la dictadura argentina, construyó un inmenso partenón con libros prohibidos, que luego repartió. Destruyó sus obras en las calles de París, mucho antes de que se lanzaran adoquines.

La argentina Marta Minujín, artista con aires de rockera, pionera de los happenings, el video y el performance art, recibió en Nueva York el Premio Americas Society al Logro Cultural, en el mismo edificio donde hace 50 años presentó su revolucionario proyecto Minucode.

«Mi vida es imaginación. Solo creo en ideas e imaginación», dijo la artista de cabellera platinada y legendarios lentes de sol al recibir el premio la noche del jueves, tras una charla surrealista con la artista cubana Tania Bruguera y antes de una cena en la que prohibió los celulares que remiten «al pasado» y equivalen a «perder la libertad».

Minujín, que llevaba un vestido futurista verde esmeralda y botas con bordados, dijo que cultivar su fama le permite financiar obras monumentales, sus preferidas.

Aseguró que el dinero en sí mismo no le interesa, aunque «tener tantos millones es como ser artista». «El dueño de Amazon, por ejemplo, es un artista, tiene tantos millones que es abstracto», afirmó.

«Concuerdo. ¡Excelente definición de lo que es un artista!», dijo riendo Bruguera, que acaba de tener su propia exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

«Marta Minujín es una de las pocas artistas que nunca dejó de ser radical», explicó Gabriela Rangel, curadora de la Americas Society. Concibe el arte «como un espacio de exploración sin límites».

En efecto, las obras de Minujín, que trabaja con materiales efímeros como el cartón, las telas o la comida, muchas veces son repartidas entre la gente, o terminan en el estómago de quienes se acercan a su arte.

Comisionado en 1968 por el entonces Centro de Relaciones Interamericanas -hoy Americas Society-, Minucode fue un estudio de cómo la gente se comporta de forma diferente ante la misma situación, a través de un happening con cuatro grupos de personajes de las artes, los negocios, la moda y la política, que fue filmado.

La Americas Society revisitó el happening en 2010, con imágenes y documentos recuperados.

«Fútbol y dulce de leche»

Nacida en Buenos Aires, la extravagante Minujín, de 75 años, comenzó su carrera artística cuando aún era adolescente.

Muy joven viajó a París con una beca, y en su primer happening, «La destrucción» (1963), invitó a artistas amigos como Christo a intervenir en sus obras y a quemarlas, antes de liberar cientos de pájaros y conejos hasta que llegaron los bomberos.

Con una beca de la Fundación Guggenheim en 1966, Minujín se instaló en Nueva York, donde se quedó cerca de una década.

Según el museo Guggenheim, que atesora sus planes de 1979 para recubrir la estatua de la Libertad de hamburguesas de McDonald’s, la obra de la argentina «es a la vez monumental y frágil».

En «Obelisco de Pan Dulce», del mismo año, la gente terminó comiéndose su escultura de 30 metros confeccionada con 30.000 panes dulces. En 1964 ya había recubierto de helado la base de este monumento emblemático de Buenos Aires y en 1978, lo tumbó en otra escultura.

En «El pago de la deuda externa argentina con choclos» (1985), entregó simbólicamente a Andy Warhol mil mazorcas de maíz, «el oro latinoamericano», en sus palabras.

En 2017 su obra «El Partenón de los Libros», una construcción de las mismas dimensiones del griego cubierta con unos 100.000 libros censurados en todo el mundo, se exhibió en documenta 14, la exposición de arte contemporáneo que se celebra en Alemania cada cinco años. Fue una reedición de su Partenón de 1983, construido en Buenos Aires con 30.000 libros prohibidos por la dictadura y que fueron regalados al público.

En documenta 14 también reeditó su obra sobre el pago de la deuda externa, esta vez pagando la deuda griega a la canciller alemana Angela Merkel con aceitunas.

Entre sus proyectos actuales, habló de uno que combina «fútbol y dulce de leche».

Minujín, «un poco robótica», con aires de «superheroína», construyó exitosamente «la figura de la mujer artista», reflexionó Inés Katzenstein, curadora de arte latinoamericano del MoMA. «A veces me pregunto si esa no es su gran obra, o su obra más auténtica».

 

Compilación: María Teresa Amaya/Diario La Nación

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