En su segunda salida, con Don Otto, las cosas fueron a mayores, pues aunque el de San Antonio no fue bien a la vara, Colombo le supo entender a plenitud, con tandas de mucho mando; con la mano zurda estuvo en grande, se observó un Colombo más centrado, entregado y decidido a triunfar, lo cual logró pues Don Otto le fue perdonada la muerte siendo indultado por la presidencia.
Por su parte Andrés Roca Rey no se encontró a tono con ninguno de los toros que le correspondió en suerte yéndose de vacío incluso en su toro de regalo, sin embargo dejo destellos del arte que atesora y del porque es la principal figura de la torería mundial.
En cuanto a Rafael Orellana, no se encontró en su mejor momento y aunque más centrado y más tranquilo que otras oportunidades no había materia prima para desarrollar su tauromaquia incluso en su toro de regalo. Sin embargo logró tocar pelo a arrancarle a punta de esfuerzo y valor, ese que tiene a raudales, una oreja a Aguila Negra, el toro con el que abrió plaza.
Carlos Alexis Rivera/Prensa Plaza de Toros de San Cristóbal