Nairobi, Kenia – AFP.
Un movimiento de audacia pero que sufrió un jaque mate: vestido con un nicab y portando gafas, un joven keniano disputó cuatro rondas de un torneo femenino de ajedrez de Nairobi, antes de ser desenmascarado. Explicó haber actuado motivado por el dinero.
El secretario general de la federación keniana de ajedrez, John Mukabi, nunca vio algo así. «Y no creo nunca haya ocurrido un caso semejante en el mundo», afirma.
Los organizadores de la 31ª edición del Kenya Open, competición internacional de ajedrez que reunió a 445 participantes en la capital keniana del 6 al 10 de abril, esperaron antes de dirigirse a una misteriosa jugadora, silenciosa y enigmática bajo su nicab.
Con el paso de las rondas, varias señales le hicieron albergar sospechas, contó el domingo a AFP John Mukabi, confirmando una información de la BBC: «El primer indicio de que algo no pegaba es cuando di una vuelta con un fotógrafo para tomar fotos. Cuando regresamos al ordenador para identificar a las personas, su nombre era Milicent Awour. Esperábamos un nombre musulmán. Era un poco raro, pero es posible que personas con nombres cristianos sean musulmanes…».
«Los árbitros también remarcaron alguna cosa: después de las partidas, esta persona desaparecía y sólo regresaba a unos minutos de la siguiente ronda», prosiguió el responsable keniano. Su complexión, con hombros «más masculinos que femeninos», y sus zapatos, un modelo «principalmente asociado a los hombres», también levantaron sospechas.
Su resultado en tercera ronda -una victoria ante una jugadora keniana «muy experimentada» llevó a los jueces a intervenir.
Al término de la ronda siguiente, después de una derrota ante una ugandesa, «los árbitros la llamaron y una mujer árbitro la acompañó a los baños, donde se le solicitó que retirase el hiyab», explicó John Mukabi. «Inmediatamente admitió que era un hombre. Fue excluido y los resultados (de sus partidos) fueron invertidos (…). Dijo que fueron unos problemas económicos lo que le llevaron a actuar así».
Las diez primeras del torneo femenino reciben premios en metálico que alcanzan los 500.000 chelines kenianos (sobre 3.300 euros) para la ganadora.
Esta competición tiene menos nivel que su homóloga masculina, donde figuran grandes maestros y jugadores internacionales. «No tenía ninguna opción en el cuadro de los hombres», estima Mukabi.
El joven, estudiante en la universidad de Nairobi, está convocado ante la comisión disciplinaria de la federación keniana la semana próxima. Se expone a varios años de suspensión.