París, Francia .AFP.
Juan Martín Del Potro, después de meses viendo los grandes torneos por televisión, se sintió de nuevo competitivo en Roland Garros. Cayó el lunes en octavos de final, pero respondió bien físicamente y es optimista para la gira de césped, con Wimbledon en su punto de mira.
«Más allá de la dura derrota, mañana vamos a hablar de mis próximos torneos, que serán posiblemente Queen’s y Wimbledon. Y no estaremos hablando de tiempo de recuperación, de rehabilitación. Eso es lo que quería con este torneo», afirmó el tandilense en su conferencia de prensa tras su derrota en cuatro sets (7-5, 6-3, 3-6, 6-3) ante el ruso Karen Khachanov, undécimo del mundo.
Del Potro nunca había perdido contra Khachanov, en sus tres enfrentamientos anteriores, pero el argentino era consciente de que este partido era diferente por su atípica temporada de 2019, en la que apenas jugó por sus problemas en la rodilla derecha.
«Me voy haciendo un gran torneo para lo que vine a hacer y para mis condiciones de hoy en día», estimó el lunes, manteniéndose en todo momento muy positivo.
En Wimbledon cayó el año pasado cayó en cuartos de final ante Rafa Nadal, por lo que necesita evitar una eliminación prematura por los puntos que defiende en el All England Club.
Su mejor resultado en la emblemática cita londinense son las semifinales de 2013, un año después de haber logrado en esas pistas el bronce olímpico en categoría individual. Pero para Del Potro lo principal ahora es poder seguir compitiendo y recuperando sus sensaciones.
El tenista argentino se ha tenido que acostumbrar en su carrera a caer a los infiernos por lesiones y tener que resurgir de sus propias cenizas.
El problema actual no le hizo bajar tanto en el ránking -es noveno actualmente-, pero le ha tenido muy apartado de las pistas desde que su rodilla derecha se dañara en octubre en el Masters 1000 de Shanghai, en el partido de octavos contra el croata Borna Coric.
Ello le hizo perder el final de la pasada temporada, Masters de Londres incluido, y el inicio de la actual, especialmente el Abierto de Australia.
En febrero hizo una prueba en Delray Beach (Estados Unidos), donde superó dos rondas pero perdió en cuartos contra el local Mackenzie McDonald.
Pero sobre todo, no le convenció el estado de su rodilla y se tomó una pausa, no reapareciendo hasta mayo, cuando perdió en su primer partido en el torneo de Madrid, contra el esloveno Laslo Djere.
Las sensaciones mejoraron en Roma, donde estuvo a punto de ganar en cuartos al número uno Novak Djokovic, ante el que desperdició dos bolas de partido.
Falsa alarma
Pero lo más difícil ya estaba hecho: su rodilla derecha resistía y estaba en condiciones de disputar Roland Garros.
En la tierra batida de París tuvo un susto.
Fue en el primer set de su partido de segunda ronda contra el japonés Yoshihito Nishioka, cuando sufrió un resbalón que le hizo torcer la rodilla.
Se hizo daño y se temió lo peor. La sombra del abandono planeó sobre varias fases del partido, con un Del Potro que solicitó asistencia médica y que hizo que le vendaran la rodilla, mientras tenía la mirada perdida y un gesto de abatimiento.
«Me costó moverme, me costó jugar. Al final en esa lucha mental gana la pasión y las ganas de jugar, y de competir, que es lo que extraño cuando estoy fuera», explicó después de la victoria sobre el japonés.
Después su rodilla, que ha estado vendada en sus siguientes partidos, respondió bien tanto en la victoria cómoda en tercera ronda ante el australiano Jordan Thompson como en los octavos ante Khachanov, lo que es la mejor noticia para él en este torneo.
El año pasado había llegado a semifinales en Roland Garros, por lo que su eliminación en octavos le hace perder fuerza en la clasificación ATP y saldrá del ‘Top 10’.
La ‘Operación Wimbledon’ no ha hecho nada más que comenzar.