París, Francia AFP– Cetonas, zona gris, escepticismo; en el momento de hacer balance, el ciclismo ha manejado términos sinónimo de sospechas sobre las actuaciones ascendentes registradas en 2021 y sus autores a menudo victoriosos.
«En tan solo un año se ha acelerado mucho», señala Arnaud Démare, quien, sin embargo, se niega a utilizar la palabra dopaje.
«Es normal, todo el mundo está trabajando, todos van progresando, también el material», añade el ciclista con más victorias entre el pelotón francés (84 victorias), quien se mostró sorprendido por el eco que tuvieron sus declaraciones.
«Me hago preguntas sobre el pelotón», dijo a finales de octubre Démare en una entrevista a Le Parisien. «No todo el mundo tiene las mismas restricciones sobre ciertos productos como las cetonas. Formo parte de un equipo (Groupama-FDJ) que ha asumido, como otros, compromisos. Pero, todo el pelotón no es como nosotros», prosiguió el corredor.
Las cetonas, un combustible adicional para los músculos que se ingiere en forma de gel o bebida, no están recomendadas por la Unión Ciclista Internacional (UCI), pero su ingesta no está prohibida por el reglamento.
«Demasiado tiempo» para Bardet
El director médico de la UCI, que habló de un posible efecto placebo, estableció un paralelismo con la creatina, otra sustancia que acaparó el debate hace unos veinte años. De hecho, mientras que la creatina estaba en el centro de la polémica en ese momento, los tramposos usaban productos dopantes probados, indetectables, como pueden ser aún hoy en día las microdosis de EPO.
El bando de los escépticos se vio reforzado por la opinión de Romain Bardet, también en caída libre en la jerarquía con respecto a las grandes vueltas (7º del Giro). El francés insistió sobre los corticoides, que estarán totalmente prohibidos en la competición en 2022, y sobre las cetonas.
«Siempre se tarda demasiado tiempo en darse cuenta de que había que ser estricto en algunos puntos», señaló Bardet el mes pasado en el sitio web especializado Cyclingnews.
El mundo del ciclismo acababa entonces de enterarse de que tres corredores controlados por investigadores franceses durante el Tour habrían recurrido a un potente medicamento (Tizanidine), un relajante muscular que no está prohibido por el reglamento de la Agencia Mundial Antidopaje.
«Las leyes son demasiado permisivas», insistió Bardet sobre los productos repartidos entre los ciclistas.
Los equipos pertenecientes al Movimiento para un Ciclismo Creíble (MPCC) se niegan a utilizarlos, otros no.
«Corresponde las autoridades antidopaje decidir si está prohibido o no, y ese es el problema, porque existe esa zona gris», aseveró Bardet.
«Vivir con estas preguntas»
Si Bardet se preguntó también sobre el número de controles fuera de la competición, que juzga insuficiente, otros corredores, según supo la AFP, alertaron a la UCI al final de la temporada. Expresaron su perplejidad sobre lo que en otros tiempos se llamó el ciclismo a dos velocidades.
Tan lúcido como ponderado, Guillaume Martin, ciclista con una reputación inmaculada, prefirió recular en una entrevista en Ouest-France: «Cuando se está sobrepasado, cuando se tienen resultados malos, siempre se buscan explicaciones, es humano. Una fácil es decir que otros engañan de una manera u otra».
Además, Martin recordó que «el ciclismo de alto nivel se juega tanto en los detalles que uno puede no saber por qué. (…) No paso mi tiempo comparándome y resintiéndome con lo que otros pueden hacer».
Frente a estas controversias, alimentadas por unas actuaciones tan asombrosas como las del ucraniano Mark Padun (Barhrain) en el Critérium del Dauphiné, el doble vencedor del Tour, el esloveno Tadej Pogacar, se desmarcó de la polémica.
«El ciclismo tiene un pasado oscuro», repitió recientemente el corredor. «Tenemos que vivir con estas preguntas y sospechas. Aunque, lo admito, es extraño para mí porque nací en 1998. No tengo ningún recuerdo de ese período negro del ciclismo», prosiguió Poagcar.
Sobre sí mismo y las razones de su dominio en el Tour de Francia, Pogacar eligió bromear: «Supongo que debo agradecer a mis padres por los buenos genes».