Los Angeles, Estados Unidos .AFP | Veinte años después, la «Generación de 1999» sigue resonando con fuerza: las campeonas del mundo de ese año transformaron el fútbol de Estados Unidos para siempre e inspiran aún hoy a sus herederas, que pondrán en juego su título en el Mundial de Francia-2019.
Kylian Mbappé, Antoine Griezmann y sus compañeros tenían por modelo a Zinédine Zidane, Fabien Barthez y el resto de campeones del mundo en su territorio en 1998 antes ganar ellos mismos el segundo título para su país en Rusia-2018.
Carli Lloyd, Alex Morgan y el resto del equipo estadounidense caminan ahora siguiendo las huellas de Brandi Chastain, Mia Hamm o Kristine Lilly, campeonas en casa en 1999.
«Ellas instilaron un estado de ánimo, una mentalidad y un estilo de juego que aún nos inspiran 20 años después», resume Morgan.
«Es claramente LA fuente de inspiración de nuestro equipo: sin ellas no estaríamos aquí», añade Megan Rapinoe.
«Tengo la sensación de que somos la continuación de ese equipo a pesar de que no formamos parte de la misma generación y de que nuestras personalidades son muy diferentes. Espero que se sientan orgullosas de nuestra forma de jugar y los progresos que hemos conseguido dentro y fuera del campo», agregó la futbolista del Seattle Reign.
– Un cambio –
La escuadra estadounidense de 1999 puede sentirse orgullosa de haber ganado todo dentro y fuera del campo y, ahora, el equipo de 2019 espera tomar la posta.
Una imagen de la epopeya de las «99ers» quedará grabada para siempre en las retinas: la de la felicidad de Brandi Chastain.
Después de coronar a su país con el penal decisivo ante China (0-0, 5-4) en el Rose Bowl de Pasadena delante de 90.000 espectadores, Chastain se quitó la camiseta dejando a la vista su ropa interior.
Para la exdelantera, que también formó parte del equipo campeón del mundo en 1991 y olímpico en 1996 y 2004, el título de 1999 es un acto fundacional.
«Antes, las adolescentes no tenían un deporte para ellas y no podían sentirse identificadas con jugadoras que se les pareciesen. Es como si se hubieran podido mirar por fin en un espejo y creo que por eso el impacto todavía dura», estima.
Chastain y sus compañeras reivindican encantadas el apelativo de «pioneras» al haber provocado que cientos de miles de jóvenes de su país empezaran a jugar al «soccer».
«Nuestro objetivo era de instalar el fútbol de manera duradera. Teníamos la impresión de que nos lo jugábamos a doble o nada», recuerda.
«Rápidamente nos dimos cuenta de que estábamos viviendo un momento importante, que era más que un torneo de fútbol. Era un cambio para la sociedad», señala su excompañera Julie Foudy.
– «Teníamos un sueño» –
«Teníamos un sueño: que la gente se diera cuenta del potencial sin explotar del deporte femenino. Ahora vemos que eso está dando sus frutos pero han hecho falta 20 años para llegar hasta ello. Aún quedan algunas barreras que derribar», lamenta Foudy.
Además de su estilo de juego ofensivo y su hegemonía en el fútbol mundial, lo que asemeja a los equipos de 1999 y 2019 son sus reivindicaciones fuera del campo.
Las actuales internacionales lanzaron en marzo un proceso judicial contra su federación (USSF) para conseguir igualdad salarial y las mismas condiciones de trabajo que sus homólogos masculinos.
En 2014, la USSF entregó 5,3 millones de dólares (4,7 millones de euros) en primas a la selección masculina por haber llegado a octavos del Mundial de Brasil.
Mientras, en 2015, las mujeres solo obtuvieron 1,7 millones de dólares (1,5 millones de euros) en primas luego de alzarse con su tercer título en Canadá.
«Me gusta su coraje y el hecho de que no se detengan cuando les dicen que no. No pelean únicamente por ellas sino por todas las niñas que las están viendo en las gradas», admira Mia Hamm, segunda máxima goleadora de la historia del ‘Team USA’ con 158 tantos.
«Su pelea no se acaba con el fútbol. Su batalla es también por la imagen y el valor de las mujeres en nuestro país», sentencia.