París, Francia (AFP) Silencio monástico solo roto por las consignas audibles de técnicos y jugadores: disputar un partido a puerta cerrada, como el Valencia-Atalanta o el PSG-Dortmund de Liga de Campeones, representa una situación complicada para los jugadores, y una pérdida económica para los clubes.
«Eso no es fútbol». La constatación procede de Rudi Garcia, entonces entrenador del Olympique de Marsella, cuando vivió una noche triste en el estadio Velodrome en un partido contra el Burdeos.
La ausencia de público es algo llamado a ser habitual en las próximas fechas debido a la epidemia del nuevo coronavirus, sobre todo en algunos países como Alemania, Italia o Francia, y causará escenas curiosas y surrealistas en los estadios.
– ‘Fútbol falto de emociones’ –
En España, la imagen de un Camp Nou con sus 99.000 localidades vacías, silencioso, fantasmal durante el último partido disputado a puerta cerrada en Barcelona, el 1 de octubre de 2017 entre el Barça y Las Palmas, permanece en la memoria de los aficionados culés, que se vieron privados de ver en directo a su equipo, por iniciativa del propio club ante la crisis política en la región.
Más recientemente, durante el Juventus-Inter de Milán del pasado domingo, la escena de Cristiano Ronaldo dando la mano al aire a la salida del autobús, donde solían estar presentes ‘tifosi’ invitados por el club, testimonió lo extraño de la situación.
Pero no fue la única anécdota absurda. Durante el partido, Maurizio Sarri, entrenador de la Juventus, se giró hacia las gradas en los últimos instantes agitando los brazos, como para instar al público a animar a los suyos. Un público inexistente.
“Es muy difícil y especial. Eso da una ventaja al rival”, explicaba en enero el técnico francés del Saint-Etienne Claude Puel, cuyo equipo recibió al Nantes en un recinto vacío.
Su homólogo del Nantes habló de un fútbol “falto de emociones”. “No es una ventaja no para nosotros ni para nuestro adversario. No hay ritmo ni intensidad”.
En el Marsella-Burdeos en 2019, el goleador del duelo Boubacar Kamara reconoció que en el momento de su gol, “no sabía qué hacer” para celebrarlo, lamentando la ausencia de “la locura del público”.
– ‘Partidos raros’ –
Más allá de que se convierten en audibles las consignas de los entrenadores, los intercambios entre los jugadores, el sonido del balón al golpear en los postes, los gritos de dolor tras una entrada, las ‘puertas cerradas’ hacen sentirse extraños a los futbolistas.
“Esos partidos son a menudo raros, tú están más concentrado en las cosas exteriores que en el juego”, resumía en 2017 el técnico del Barcelona por entonces, Ernesto Valverde.
La ausencia de ingresos económicos es otra repercusión no desdeñable, sobre todo para el equipo que disputa su partido en casa.
Las pérdidas directas e indirectas pueden ascender a millones de euros.
Para el PSG-Dortmund, el club parisino estima una pérdidas de 6 millones de euros, y teme “un impacto” para sus cuentas, escrutadas por la UEFA en el marco del ‘fair-play’ financiero.
Según la prensa, el Barça perdió 3,4 millones de euros en ingresos por entradas en 2017.
Menos de las pérdidas estimadas por la prensa italiana para el choque Juve-Inter.