LA HISTORIA DE CADA DÍA
25 de septiembre de 2024
París, may (EFE).- Jesper de Jong saltó de alegría cuando el pasado domingo superó la primera ronda de Roland Garros. Por segunda vez ganó un duelo en un Grand Slam y, además, le abrió la puerta de enfrentarse al español Carlos Alcaraz, número 3 del mundo.
Detrás de esa alegría se esconde un joven apasionado por el tenis, que no oculta la admiración por su abuelo, del que lamenta que no haya podido vivir para verle jugar en el cuadro final de un Grand Slam.
El neerlandés, de 23 años, es actualmente 135 del mundo, pero en su programación de carrera figura entrar pronto entre los cien mejores.
Así lo confesó a principios de año, cuando tras superar la fase previa del Abierto de Australia y derrotar en la primera ronda al argentino Pedro Cachin, entonces 75 del mundo, en cuatro sets, aseguró que tenía previsto usar los 100.000 euros ganados para montar un equipo que le permita ascender en el ránking.
«El 95 % de lo que he ganado lo voy a dedicar a contratar a dos o tres personas que ayuden a mi entrenador, Jeroen Benard, además de un fisioterapeuta a tiempo completo», dijo entonces el joven tenista a la prensa de su país.
La euforia fue total entonces, y su padre, que trabaja para una aerolínea, se planteó incluso plantarse en Melbourne para ver el siguiente partido de su hijo, antes de darse cuenta de que para cuando quisiera llegar ya sería demasiado tarde.
Entonces, De Jong se cruzó con el italiano Jannik Sinner, que era cuarto del mundo, y que le endosó un triple 6-2 de camino a levantar su primer Grand Slam.
Ahora su rival es otro de los favoritos para proclamarse campeón en París, pero el neerlandés no pierde la sonrisa ni quiere saltar a la pista derrotado.
La victoria contra el británico Jack Draper, al término de un duro maratón de más de cuatro horas y cinco sets (7-5, 6-4, 6-7(3), 3-6 y 6-3) le ha dado fe para el futuro.
«Vaya paliza que llevo», les dijo a los medios de su país al salir de aquella pista, antes de reconocer que hasta el tercer set había hecho «el mejor tenis» de su carrera.
Luego el partido entró en el terreno de la épica contra un tenista más joven, de 22 años, pero con más experiencia en el alto nivel y mejor ránking, 39 del mundo.
La lluvia se invitó y obligó a suspender el partido durante más de una hora, parón que el neerlandés aprovechó para comer arroz con pollo, receta que le hizo saltar con fuerzas renovadas y acabar por superar a su rival.
De Jong se dejó caer sobre la tierra batida con las manos en la cara para mostrar su emoción.
Poco después, cuando se dio cuenta de que su siguiente rival sería Alcaraz, la alegría se multiplicó, porque, como señaló, uno de los objetivos de su carrera es medirse a los mejores del mundo.
Contra Sinner en Australia no tuvo opciones, pero no se da por vencido al español.
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