Deportes

Jorge Olivares, 56 años entre la docencia y la dirigencia deportiva

11 de abril de 2020

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Maestro normalista, atleta y dirigente deportivo de toda la vida. Cincuenta y seis años después de graduado en la otrora Normal “J.A. Normal Valecillos”, y el profesor Jorge Antonio Olivares se resiste a claudicar, quiere entregar el alma al Creador impartiendo sabiduría en una cancha de fútbol.

Un hombre tal vez de bajo perfil, sin aspavientos, pero que en los hechos ha dejado huella por donde ha pasado.

Hijo único de María Isabel Olivares, ya ida al infinito, en 1964, cuando el joven Jorge Antonio apenas tenía 21 años. Una mujer muy abnegada, “me enseñó a ser un hombre de bien, recto en cada una de las decisiones de mi vida”, puntualiza.

Profesor Jorge Olivares. Foto/La Nación.

Su tía María Teresa Olivares enviudó joven, le quedó un hijo, Jorge Adolfo Ramírez Olivares, hoy en día graduado de ingeniero Petrolero, residente en Bogotá, Colombia.

Su sobrino Jorge, ante la soledad de su tía, la trajo a vivir consigo y la autora de sus días, a su casa en la urbanización Santa Rosa, detrás de la 21 Brigada de Infantería en la Concordia, donde reside hace más de 40 años.

Por 16 años Olivares compartió con su madre y su tía, hasta que las llevó al camposanto, primero a su progenitora, en 1964; y comenzando la nueva centuria, en el 2000, el docente y dirigente deportivo acompañó a la hermana de su progenitora, la llevó hasta su última morada.

Más de 30 años en el aula

Su primera experiencia, ya graduado de normalista, en la Escuela Unitaria de las Mesas de Seboruco, en la actualidad municipio “Rómulo Costa”, con 40 alumnos a su disposición, pertenecientes al primero, segundo y tercer grado.

Gracias a la diligencia del profesor Joviniano Ballesteros, supervisor en las Mesas y en común acuerdo con una colega suya destacada en Umoquena, intercambiaron de escuela, que le sirvió para que Olivares subiera a una institución con rango superior.

—-En Umoquena, José Lucidio Martínez, quien fungía de director y profesor de 4to grado, le pidió la ayuda para que vendiera boletos de una rifa para financiar la Vuelta al Táchira, esgrime Olivares.

Hace memoria y recuerda que su colega Martínez, cumplía con el doble rol de docente y director general de la Vuelta al Táchira, para ese momento en su primera edición.

Y fue él, precisamente quien prácticamente me inoculó el gusanillo por el deporte, esgrime el legendario y ya jubilado docente, gracias al trabajo que me puso con la venta de unos boletos para una rifa profondos del naciente Giro Andino.

Con una envidiable lucidez a sus 76 años, el profesor Olivares continúa dando rienda suelta a su larga trayectoria entre la docencia y el deporte.

Paradójico o no, Olivares ni se inclinó por la práctica del ciclismo, tampoco el atletismo y fútbol, su pasión fue el baloncesto.

Cuenta que en su juventud fue integrante de la selección Tachira en varias categorías, incluso integrante del equipo campeón nacional Juvenil en Valencia, en 1960, tenía 17 años.

No miente, es sincero: “comí mucho banco”, fueron muy pocos los partidos donde jugué de titular; “mi estatura no me ayudaba, mido 1.70 , jugaba de defensa”.

Jugó al lado de Juan Hinojosa, Jack de San Cristóbal y otros buenos basquetbolistas de la época, dirigidos por el Luis Eduardo “El Tierno” Gómez, quien era docente y médico veterinario

De Umoquena a San Juan de Colón

Poco a poco se fue acercando a San Cristóbal, cinco años después de impartir clases en la capital del municipio San Judas Tadeo, logró el cambio para San Juan de Colón, impartiendo sabiduría en la escuela graduada estadal Andrés Bello”.

“Me tocaba fuerte la tarea diaria”, señala Olivares; había comprado un carrito Ford del año 1952, con el que venía a Colón en la mañana y regresaba en la tarde a San Cristóbal.

Por fin, en 1972 aterrizó en San Cristóbal, para seguir dando cátedra en las aulas del colegio San Juan Bautista de la Ermita, por dos años, y de allí pasa al colegio Monsenor Arias Blanco, haciendo dualidad con el deporte, institución en la que termina su ciclo de maestro de aula por 31 años, hasta su jubilación.

Dirigente deportivo y hacedor de las figuras del mañana

En Umoquena, por intermedio del peofesor Lucidio Martínez y de su colega Lucas Prieto Dávila incursiona en el ciclismo y el atletismo.

Es reiterativo, trae a la memoria cuando el profesor Lucidio Martínez, en la escuela de Umoquena, lo envía a vender boletos de una rifa para la primera Vuelta al Táchira.

Sin embargo, ante la avería que tuvo el carro acompañante del equipo de Ciclismo del Norte de Santander, Lucidio Martínez le dio la responsabilidad para que Olivares en su propio carro hiciera de auxiliar del combinado cucuteño que tenía principal corredor a Antonio Bacca.

En la segunda edición del giro tachirense sube de rango, Martínez lo nombra como juez en carretera, cargo donde tuvo que expulsar avun corredor tachirense por remolcarse con una cuerda de nylon, después de un reclamo del colombiano Alvaro Pachón, uno de los ases que para la época vinieron a la carrera.

Junto a su colega Lucas Prieto Dávila, quien lo nombra vocal de la Asociación Tachirense de Atletismo y otros dirigentes fundan la Media Maratón de San Sebastián, en 1968.

Por ocho años estuvo en Asoatletismo y se retiró por problemas de demandas en contra de la Asociación.

Le quedó como grato recuerdo, la invitación que le hicieron al estelar atleta de entonces, el colombiano Víctor Mora, ganador de la primera edición con un récord para los 21 kilómetros, que aún se mantiene vigente, agenció un tiempo de 1 hora, 39 minutos y 8 segundos.

Tiene como uno de sus grandes logros, la creación del Club de Fútbol Menor Monseñor Arias Blanco, el 5 de noviembre de 1986, desde la categoría Mundialito hasta Infantil A.

Durante 15 años mantuvo este nombre, para 15 años después pasar a ser la Fundación Monseñor Arias Blanco; pasados 33 años son muchos los logros, sentencia quien ha sido el alfa y omega de esta institución.

Un total de 42 títulos y 29 subtítulos en todas las categorías, a nivel municipal, estadal y nacional es la carta de presentación de un ente futbolero que es orgullo del Táchira para el mundo, se ufana el sempiterno profesor Olivares.

Desde su creación, primero como club y luego como Fundación, el búnker de esta instrucción hacedora de los ases del mañana es la cancha de la antigua Plaza Venezuela en la Concordia.

Tomás Rincón, quien militó en el fútbol alemán, con el Hamburgo y luego en la Liga de Italia, con la Juventus y ahora en el Torino, además de ser indiscutible de la Vinotinto, Gean Carlo Maldonado, Edgar Pérez Greco y Leo Colmenares son entre otros los jugadores profesionales que dieron los primeros pasos en el club Monseñor Arias Blanco.

Con Leo Colmenares, el profesor Olivares viajó a Mexico e Italia, donde el joven jugado, un goleador en todas las categorías menores, con la selección Táchira y la Vinotinto fue a probar suerte.

Lamentablemente no pudo cuajar el muchacho y por allí se perdió lo que pudo ser uno de los grandes futbolistas de Venezuela, evoca con un dejo de nostalgia el experimentado dirigente y ahora en condición de formador de los futuros ases del mañana.

Como logros personales, la distinción como Dirigente de Atletismo del año de Año, honor que le otorgó través de una placa y un diploma el exgobernador César Pérez Vivas.

Se lamenta que en más de veinte años del gobierno bolivariano, son muchos los dirigentes deportivos que no le han dado el valor que se merecen.

Homero Duarte Corona