La partida de este ícono del deporte venezolano deja un gran vacío, una pérdida irreparable, se va una excelente representante del pedalismo criollo
La Vuelta al Táchira en Bicicleta perdió a su mujer aliada: “La Negra” Judith Villalobos, una zuliana nacida en Zinamaica, quien el venidero 20 de abril cumpliría 87 años de vida.
Amante del deporte hasta el tuétano. Desde que tuvo uso de razón se enamoró de la actividad del músculo, y la mantuvo hasta el último suspiro de su existencia. El pasado miércoles su corazón dejó de latir, en el instante que iba a tomarse un café, donde una amiga, de las tantas que tenía en suelo tachirense, contó una de sus nietas, Carmen Rosa Villalobos, casi una fotocopia de su amada abuela; el Dios Todopoderoso la llamó al encuentro con el Señor.
Cofundadora del Giro Andino, junto a Pedro Maximino Pérez y otros mecenas del ciclismo del Táchira. Nunca dejó de asistir al cumplimiento de cada edición de la emblemática carrera de ruta de la entidad federal, la número uno del país y una de las primeras del continente.
Siempre estaba en primera fila, en cada etapa, en el tradicional circuito de las avenidas España y 19 de Abril y, en fin, a lo largo de todo el recorrido, un ritual que estuvo presente consigo hasta la edición 2020.
Quien escribe la nota, dialogó por un buen rato con “La Negra” Judith en la primera etapa de la Vuelta al Táchira del pasado mes de enero, el circuito de las avenidas Quinta y Séptima, mostrando siempre su sonrisa jovial y las ganas de seguir viviendo; presta a brindar todo el apoyo que fuera necesario a su querida carrera por etapas, la que ayudó a nacer y a la postre la encaminó hasta ver coronado su sueño, convertida en uno de los grandes eventos del pedal en el concierto internacional.
En la funeraria Los Olivos, donde fueron velados sus restos, se encontraba reunida toda su familia, o buena parte de la prole que ella procreó: 28 nietos, 41 bisnietos y 2 tataranietos, todos como uno solo, compungidos por la repentina partida de la gran matrona.
Su hijo mayor, Juan Enrique, contó a Diario La Nación que su progenitora era una asidua visitante al Táchira, aquí está radicada buena parte de su familia, independientemente ella estuviese viviendo en la capital del país.
Jamás se perdía una Vuelta al Táchira, y en la misma onda la Feria Internacional de San Sebastián, por aquello de ser una taurina por excelencia; también asistía todos los años a las ferias y fiestas de la Virgen de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, y la visita al Santa Cristo de La Grita no podía faltar en su agenda.
Juan Enrique, bastante compungido, confesó al cronista que su señora madre fue la primera mujer ciclista en Venezuela, empezó compitiendo con los hombres, allá por el año 1950, merced de no haber otras féminas para rivalizar.
Recuerda el primogénito de “La Negra” Judith que la primera bicicleta con la que compitió se la donó el entonces presidente de la República, Marcos Pérez Jiménez, quien supo de todo lo que significaba esta mujer orquesta dentro del deporte venezolano.
Dejó huella en su familia, émulos de su amor por el deporte; una nieta suya, Karelia Machao, fue varias veces campeona nacional de ciclismo de ruta y doble medallista de oro en los Juegos Suramericanos de Argentina, y una de sus hijas, Carmen Jaimes Villalobos, es comisario internacional (UCI).
Nos llevaría escribir muchas cuartillas de todo el legado que dejó este roble del deporte venezolano, que como paradoja de su vida, entregó el alma al Creador en tierra tachirense, terruño al cual quería tanto, y Dios le concedió esa dicha, que sus restos quedaran por siempre donde comienza y termina la patria.
Ayer en la tarde, luego de una misa de cuerpo presente, sus familiares, amigos y gente ligada del deporte le dieron su último adiós en el Cementerio Municipal de San Cristóbal, camposanto donde permanecerá por siempre la recordada y querida “Negra” Judith, un verdadero ícono del deporte venezolano. Paz a su alma.
Homero Duarte Corona