Río de Janeiro, Brasil | AFP | Pelé es ahora el último dios vivo del fútbol, en espera del día en que cumplirá su deseo de «jugar al fútbol en el cielo» con Diego Maradona, fallecido el miércoles. Entre tanto, el Rey, de 80 años, debe cuidarse de una salud frágil.
El astro brasileño no genera la devoción de Maradona en Argentina, pero millones de hinchas contienen la respiración cuando hay una alerta sobre su salud.
Edson Arantes do Nascimento, que siempre gustó repetir al igual que los Beatles, que es más «conocido que Jesús», debe sentirse extrañamente solo tras la partida de los monstruos sagrados del balompié.
El argentino naturalizado español Alfredo Di Stefano falleció en 2014; el holandés Johan Cruyff dos años después; y el mítico 10 de Argentina el miércoles, provocando una conmoción planetaria sin precedentes.
Maradona había cumplido 60 años en octubre, apenas una semana después que Pelé alcanzara sus 80, ambos celebrados con todo tipo de homenajes.
Y cuando el tricampeón mundial vaya a practicar sus dribles mágicos con el 10 argentino en el paraíso, «se vivirán momentos de profunda tristeza en Brasil» y en todo el mundo, dijo a la AFP Alexandre Lozetti, especialista de la selección brasileña y comentarista del canal TV Globo.
Humor y depresión
La más reciente aparición en público de Pelé se remonta a mayo de 2018, cuando se mostró junto al expresidente estadounidense Barack Obama, en el marco de una conferencia en Sao Paulo.
Un mes antes, se había reunido con el prodigio Kylian Mbappé, campeón del mundo como el astro brasileño antes de cumplir los 20 años (Pelé a los 17 en 1958 y el francés a los 19, en 2018) durante une evento en París.
Poco después del encuentro con Mbappé, interpretado por algunos como el traspaso del testigo, vino el más reciente susto: el Rey Pelé fue hospitalizado por una infección urinaria severa.
A causa de sus problemas de cadera, el atleta que sobrevolaba sobre las defensas rivales se ve obligado a desplazarse con ayuda de un andador: «Mis nuevos botines», bromeó.
Antes de cumplir sus 80, se dijo feliz de estar «lúcido» y en plena posesión de sus facultades mentales, aunque su hijo Edinho dijera en febrero que el Rey vivía «recluido» y «sufría una forma de depresión».
«Estoy bien, solo que no me va a dar para jugar», bromeó el 22 de octubre, después de confinarse cerca de Sao Paulo por el coronavirus.
Menos representativo
En Brasil, pocos se atreven a cuestionar su supremacía en el panteón del fútbol, pero en ocasiones le critican por sus posturas sobre algunos temas.
Foco de burlas por sus arriesgados pronósticos antes de la Copas de Mundo, a Pelé también se le reprocha su falta de compromiso con causas sociales, principalmente contra el racismo.
El 20 noviembre, sin embargo, se expresó en las redes sociales con motivo del Día de la Conciencia Negra, que se conmemoró en medio de una conmoción provocada por la muerte la víspera de un hombre negro bajo los golpes de dos vigilantes de un supermercado Carrefour en Porto Alegre (sur).
«Celebraremos lo que hemos conquistado. Pero nunca olvidaremos cada paso dado y que todavía hay un largo camino por delante», escribió en su Instagram.
Muchas cosas oponían a un Maradona rebelde y un Pelé con menos aristas y políticamente correcto, que en ocasiones se lanzaron dardos, como durante los debates para elegir al «jugador del siglo XX».
Pero los dos magos del fútbol se apreciaban y respetaban.
En 2000, el brasileño fue coronado jugador del siglo por los expertos de la FIFA, en tanto que el Pelusa obtenía ese mismo rango en el voto popular.
«Pelé es el Rey, Maradona es Dios. El Rey es esa figura que tiene súbditos. Maradona es un Dios con el que todo el mundo quería proximidad, tenía una representatividad mayor», opina Alexandre Lozetti.
«En Brasil tenemos la mala costumbre de valorar poco a algunas figuras mientras viven y de rendirles culto cuando mueren (…). Tal vez muchos se den cuenta de su verdadera dimensión cuando llegue ese día», agregó.