Melbourne, Australia – AFP Tras la irrupción del precoz Carlos Alcaraz, Jannik Sinner conquista el Abierto de Australia. Las estrellas emergentes del tenis mundial ganan poco a poco terreno que durante mucho tiempo fue exclusiva del ‘Big 3’. ¿Para cuándo la toma de poder de la nueva generación?
El traspaso de poderes no está por ahora en el orden del día, pero el momento se va acercando.
Al día siguiente del triunfo de Sinner en Melbourne que ha llevado al joven italiano de 22 años al selecto club de tenistas ganadores de un Grand Slam, Novak Djokovic inicia su 410ª semana al frente de la clasificación mundial, pese a que fue derrotado por el nuevo rey de Australia en semifinales.
Lo que no cabe duda tampoco es que las jóvenes estrellas de la ATP van empujando. Los cuatro primeros clasificados del ranking (completado por el ruso Daniil Medvedev, víctima de Sinner en la final australiana) están separados por apenas 1.500 puntos (un título en un Grand Slam supone 2.000).
De un torneo a otro, de una superficie a otra, los gestos de autoridad de las estrellas emergentes se multiplican.
Primero fue Alcaraz, cuando en julio de 2023, con solo seis partidos disputados en hierba en su carrera, destronó a Djokovic tras una final épica en Wimbledon, pese a que el serbio pensaba estar a salvo del ímpetu del joven español (20 años ahora) en esa superficie.
Después, Sinner derrotó dos veces en 10 días a Djokovic, primero en la fase de grupos del Masters y después en la Copa Davis.
– «No necesariamente el principio del fin» –
Y ahora Melbourne, donde el tirolés de cabello rizado pelirrojo logró, antes de ser coronado, lo que nadie había conseguido antes: parar a Djokovic en su jardín australiano una vez alcanzadas las semifinales.
Por primera vez desde 2005, ni Roger Federer (ya retirado), ni Rafael Nadal (que trata de regresar al circuito pese a su maltrecho cuerpo), ni Djokovic estaban presentes en una final en Melbourne.
La primera derrota de Djokovic en seis años en Australia (y 33 victorias consecutivas) pone en cuestión si es el inicio del declive del serbio de 36 años.
«No he jugado un torneo a la altura de mis estándares, pero esto no quiere decir que sea el principio del fin», se apresuró a decir el serbio tras perder contra Sinner.
«Es solo el principio de temporada y mantengo ambiciones elevadas para los otros Grand Slams, para los Juegos Olímpicos y el resto de torneos en los que participaré», añadió Djokovic, que aspiraba a lograr su 25º título grande y convertirse en el primer tenista, hombre o mujer, en llegar a esa cifra.
Tras convertirse en el nuevo rey de Australia, Sinner respondió al ser preguntado por la comparación con Alcaraz: «Lo que tenemos en común es que creemos en nosotros mismos. Y eso ya es mucho en el tenis».
– «Hacerse un nombre» –
«Tienen una gran personalidad. Es importante que hagan lo que Jannik ha sido capaz de hacer: demostrar que la nueva generación lucha hasta el final», asegura uno de los entrenadores del italiano, Darren Cahill.
«Quieren hacerse un nombre y es lo que Jannik ha hecho. Carlos lo ha logrado en varias ocasiones. La final que jugó en Wimbledon fue extraordinaria», añadió.
Alcaraz-Sinner es también la promesa de duelos espectaculares, como el que ambos protagonizaron en los cuartos de final del US Open de 2022.
«Carlos y Jannik se parecen en la chispa que aportan al juego. Se aprecian, tienen una rivalidad sana. Cuando se enfrentan hay electricidad en el ambiente. No creo que ningún partido entre ellos haya sido aburrido», dice Cahill.
«Carlos ha enseñado el camino. Es un placer verle jugar. Aspiramos a ser tan buenos como él y, quizá un día, mejores», insiste el preparador de un Sinner que define como «un chico especial».
«Cuando tienes su golpeo de pelota, su voluntad de progresar, su calidad de desplazamiento, vas a tener éxito. Nuestro trabajo como entrenador es llevarle donde quiere lo más rápido posible, para que pueda instalarse durante tiempo en la cima del juego. Lo absorbe todo, intenta cosas nuevas en la cancha, reclama progresar. Estoy seguro que cuando todo vuelva a la calma, no se dormirá en los laureles», concluye.