El grito viene de las tribunas: “¡Hijo, tírale a la buena, la mala déjala al cátcher!” Es la bulla en las tribunas de los padres animando a sus peloteros en el compromiso de la jornada.
Una tarde en las graderías de una instalación deportiva done se presenten niños, es un verdadero espectáculo por el entusiasmo que brindan los integrantes de los respectivos equipos.
Es el deporte puro de los niños. El juego de la esperanza de la ilusión. Es el atleta que sueña, que se apasiona y que desea llegar un buen día a convertirse en figura de los escenarios, recibiendo el aplauso del público.
La tarea de los padres se centra en brindar el apoyo a los pequeños atletas para que puedan disfrutar y practicar el deporte de su preferencia. Hablamos del béisbol, y de momento pensamos que es un poco cuesta arriba complacer a nuestros hijos. Y es que en la actualidad el material deportivo eleva sus precios, que hacen casi imposible poder adquirir un utensilio en el deporte que sea.
Esta tarea de mantener a los pequeños en los diamantes corre a cargo de padres y representantes. Un guante, los zapatos, bates, protectores, es el esfuerzo para obtener ese material.
Presenciar un juego de las categorías menores un rato en el Estadio Táchira es regresar al pasado, cuando nos entreteníamos como pelota de goma. La forma como se desenvuelven los niños en el terreno de juego asimilando las enseñanzas de sus entrenadores. Peloteros con un talento que permiten pensar en un extraordinario futuro.
Hoy día, el deporte es todas sus expresiones y las figuras que se han formado con el tiempo son un atractivo para los niños, y esas figuras los motivan a soñar, a ilusionarse, y los invita a incursionar en el deporte de su gusto.
En el béisbol, el niño juega con entusiasmo, con dedicación, y en su sueño aparece la figura de un Ronald Acuña, Luis Arráez, Miguel Cabrera, Omar Vizquel y tantos peloteros que han dado brillo al deporte de las cuatro esquinas.
Una serie de ingredientes se requieren para la formación del atleta. Hoy día la situación cuesta arriba requiere del apoyo irrestricto de padres y representantes. En el béisbol, se requiere de la constancia tanto del niño como de sus representantes y la tarea que cumple el entrenador.
La fiesta que esos niños cumplen en las instalaciones permite pensar en un futuro alentador para esta disciplina, y para todos esos deportes donde se anime el apoyo de los padres.
Y en el Táchira, afortunadamente se cuenta con instalaciones idóneas para la práctica del béisbol. El sempiterno Estadio Táchira en La Concordia recibe diariamente cantidad de niños con sus entrenadores para cumplir el proceso de preparación y estar listos para el compromiso que se avecina.
Allá, en las tribunas, padres y representantes acompañan a sus hijos, aplaudiendo las jugadas que motivan a los amantes del béisbol. No solo el Estadio Táchira tiene sitio para recibir el semillero que se va formando. Podemos mencionar en esta nota el Estadio Metropolitano, moderna instalación construida en la parte alta de la ciudad, donde pudimos ver en una oportunidad a equipos de nuestra pelota profesional, Tiburones de La Guaira, Leones del Caracas, Navegantes del Magallanes. Asimismo, el Campo “Andrés Miranda” en la Marginal del Torbes, además de pequeños diamantes en buen número de municipios de nuestro estado. En todos se asoma el semillero de la pelota caliente.
Mucho camino por recorrer. En esta tarea de incursionar en el deporte no deben descuidar sus estudios, y ese binomio permite la formación del ser humano integral. Por ahora, a seguir soñando en llegar a ser un Acuña, un Cabrera, un Guillén, Salvador Pérez, Eduardo Rodríguez, seguir luchado y asumir que ese día llegará… (Gustavo Carrillo)