La duración de la caminata en promedio es de 35 minutos para los que están acostumbrados a este recorrido, pero el que está apto físicamente puede fácilmente hacerlo entre 15 y 20 minutos
Reinaldo Mora
En el este de San Cristóbal hay un sendero que ayuda a despejar la mente, un lugar para hacer actividad física y reencontrarse con amigos. Está a un lado de avenida Rotaria, en la entrada a la urbanización Los Criollitos. Allí comienza la caminería a El Nevada, un camino de dos kilómetros aproximadamente en asfalto y piedra para estar en contacto con la naturaleza.
Antes de subir hay un espacio que es usado como estacionamiento. “Martes, miércoles y jueves son los días donde más gente sube. Lunes y viernes muy poco”, dice una de las personas que cuida los carros de los visitantes.
La mayoría de las personas que hace el recorrido, acude dos o tres veces por semana. Como es el caso de Víctor, un señor que porta su gorra para protegerse del sol. Él valora ver que no hay maleza en la zona y pasan la guadaña con regularidad. Sobre las 5:30 de la tarde, la temperatura ha bajado y al igual que los rayos del sol, el público de todas las edades sale de sus actividades diarias para “subir la montaña”. Algunos ponen música en su corneta, otros con audífonos, y otros simplemente quieren escuchar el sonido de la naturaleza.
Comienza el ascenso
Los primeros 500 metros son de un pequeño ascenso de vía asfaltada hasta encontrar una fachada de madera que avisa el acceso a una zona con vegetación. A unos metros de allí se sienta el señor Anatolio, que lo caracteriza el sombrero y bastón que todos los días usa, para saludar a todo aquel que pasa por el frente de su casa, donde tiene viviendo más de 30 años. Él calcula que tiene 95 años de vida, no precisó la edad.
Al pasar la fachada, se sigue por un camino asfaltado con cierto nivel de inclinación. Al cumplirse unos ochocientos metros de recorrido, hay un paso en donde se tienen que tomar precauciones porque hay una parte sólo de piedra y otras de asfalto, pero que no está uniforme, bastante empinada.
Una refresquería indica que el visitante va por la mitad del camino. Es el punto de hidratación para la mayoría. Para esta excursión es indispensable estar hidratado. A partir de allí comienza el trayecto exclusivamente de piedra. Se aprecian imágenes con parte de la fauna venezolana como son los mapuches y las lapas. También hay pequeños altares en memoria de quienes ya no están.
A menos de 300 metros para finalizar la caminería hay un mirador que permite ver gran parte de San Cristóbal desde lo alto. Nelson, quien sube tres veces a la semana, aconseja no hacer el recorrido cuando esté lloviendo.
“Muchachos, tengan cuidado que estas piedras están resbalosas”, dijo una chica vestida de ropa deportiva color negro; mientras retornaba empezaba a caer la lluvia. Tomó sus respectivas precauciones.
Muchos solo llegan a la refresquería y no hacen el recorrido completo por la condición física o por temor a resbalar en el camino de piedra.
En la zona empedrada es recomendable ir en grupo para ayudarse en caso de tropiezos.
Recorrido de día
Independientemente del clima, el caminar por este sendero tiene sus riesgos. La poca o nula iluminación en la noche obliga a hacer este trayecto de día.
Su duración en promedio es de 35 minutos, pero el que está apto físicamente puede fácilmente hacerlo entre 15 y 20 minutos. Cada quien va a su ritmo, eso sí, preferiblemente en grupo, porque es mejor prevenir que lamentar. (Reinaldo Mora/Pasante de Comunicación Social)