Se examinan con el economista argentino Iván Carrino los resultados del ajuste iniciado por el presidente Javier Milei
Diego Mendoza
Este 10 de diciembre se cumple un año de la investidura presidencial de Javier Milei, un “outsider” con una carrera política vertiginosa.
Su discurso “contra la casta política” -es decir, contra aquellos dirigentes que para mantener sus privilegios promulgan políticas en perjuicio de la población-; su autodenominación como el primer presidente liberal-libertario de la historia de la humanidad, y su promulgado odio al Estado por considerarlo “una asociación criminal violenta que vive de los impuestos”, le han dado fama mundial.
En el discurso que ofreció aquel día frente a sus simpatizantes desde las escalinatas del Congreso de la República, el economista de la Libertad Avanza fue desglosando la situación adversa que recibía en materia económica, y ratificó las profundas y complicadas transformaciones que estaba resuelto a emprender para conducir a la Argentina a una nueva era en la que el Estado no dirija la vida de los ciudadanos, sino que vele por sus derechos.
Con el economista, escritor, conferencista y profesor universitario Iván Carrino, se realiza un breve examen de lo que ha sido en materia económica el primer año del gobernante argentino, tocando los factores que se han considerado más importantes para intentar conocer la realidad del país y su posible futuro.
Entrevista
Riesgo país: ¿Un incendio controlado?
El EMBI (Emerging Markets Bonds Index), elaborado por JP Morgan, es un indicador que mide la probabilidad de que las autoridades estatales de un país incumplan con el pago de sus deudas o intereses, y ello recibe el nombre de riesgo país. Mientras menor sea el índice, mejor es la valoración e imagen del país de cara al cumplimiento de sus compromisos financieros.
Explicado esto, cuando Javier Milei llegó al gobierno, un año atrás, el riesgo país superaba los 1.900 puntos; ahora, está en torno a los 745 puntos. Y aunque a lo largo de esta nueva administración ha tenido repuntes, el dato está mucho más cerca de los 443 puntos básicos, que es el promedio de América Latina, según datos del diario La Nación Argentina.
– ¿Qué explica esta reducción?, ¿cómo afecta esta variación a la economía?
R.: Lo que explica esta reducción es el programa de gobierno de Milei, que se resume en dos conceptos: austeridad pública y liberalización privada.
El Gobierno lanzó un ajuste fiscal duro, de cinco puntos del PBI. Esto equilibró las cuentas públicas desde el primer mes de mandato gracias a un fuerte recorte del gasto, de cerca de 25 % en términos reales, y la subida y restitución de algunos impuestos. Pero además del ajuste que se hizo, también ronda la idea de que estas políticas se mantendrán, al menos durante toda la gestión. Esto se conoce entonces como un “ajuste creíble”, lo que hace que los inversores se lancen a comprar bonos de la deuda porque creen que el gobierno les pagará.
En cuanto a las consecuencias, la verdad es que son todas positivas. La baja del riesgo país es una señal de mejora en la confianza de los inversores, y así como el Gobierno hoy podría endeudarse en el mercado a tasas más bajas que antes, lo mismo pasa con el sector privado en Argentina. De hecho, el crédito bancario se ha reactivado fuertemente, y las tasas de interés fueron reduciéndose a lo largo de todo el año, de la mano de la baja de la inflación, pero también de la baja del riesgo país.
La inflación como delito
Respaldando la propuesta del doctor Ricardo Manuel Rojas, el propio presidente Javier Milei ha dicho en diferentes ocasiones que la inflación debería ser considerada un delito, con su debida tipificación ante la ley. Esto a raíz del uso en administraciones anteriores de la emisión monetaria para cubrir los déficits fiscales.
Cuando el representante de la Libertad Avanza llegó a la Casa Rosada, el índice mensual de inflación heredada -subida general de precios-, alcanzó en diciembre de 2023 el 25.5 %, una cifra que le colocaba incluso por encima de la registrada ese mismo mes en Venezuela. Ahora, ha habido un cambio, y datos de la Dirección de Índices de Precios de Consumo señalan que para octubre hubo un incremento mensual de 2,7 %, el valor más bajo en los últimos 3 años, según mediciones de PriceStats.
– ¿Cómo consiguió el Gobierno este descenso? ¿Qué impacto ha tenido la implementación de su política monetaria sobre la población y qué medidas se tomaron para socorrer a los más vulnerables?
R.: Nuevamente, lo que explica la baja de la inflación es el ajuste creíble de la política fiscal. El Gobierno al conseguir superávit fiscal, dejó de pedirle al Banco Central que emita dinero para financiar el desequilibrio de las cuentas públicas. Esto alineó rápidamente las expectativas de inflación, que comenzaron a bajar mes a mes. De hecho, el Banco Central bajó las tasas (una política muy controversial en medio de los altísimos niveles de inflación que tenía el país) y, no obstante, la inflación bajó. El ajuste fiscal fue tan importante, y el mercado creyó que sería “en serio”, que entonces fueron bajando las expectativas de inflación y por tanto también bajaron las “remarcaciones”. El último dato que vi mostraba que la tasa de interés, a pesar de haberse reducido en 60 puntos porcentuales desde el inicio del gobierno, había quedado por encima de las expectativas de inflación a un año. O sea, ahora hay una “tasa de interés positiva en términos reales”, y entonces tanto la política fiscal como la monetaria son contractivas. Y en cualquier país del mundo, las políticas fiscales y monetarias contractivas reducen la inflación.
El impacto del ajuste en general fue el previsto. Una contracción de corto plazo, con un primer trimestre donde la economía cayó 2,2 %, un segundo trimestre donde cayó 1,6 %, pero un tercer trimestre donde apareció una recuperación del 3,4 %. Lo mismo pasó con el salario real, cayó durante la primera mitad del año para empezar a recuperarse allá por junio.
La dolarización, el cepo y la dinamita
Es probable que si se consulta a varias personas acerca de cuál consideran que fueron las puntas de lanza de la campaña de Javier Milei, la respuesta sea: Salida del cepo, explosión del Banco Central de la República Argentina y dolarización del país. Promesas expresadas con fervor en sus mítines y entrevistas. Pero, la realidad un año después es que el BCRA sigue en pie y funcionando en el 266 de la calle Reconquista. Que el país austral sigue teniendo al menos seis tipos de cotizaciones distintas para el dólar, y que en un mitin realizado el pasado septiembre en Parque Lezama, el propio presidente se definió como «defensor del peso».
Aunque, por supuesto, no se puede pasar por alto la caída de la brecha cambiaria. Y la eliminación por parte del BCRA de la emisión de dinero para pagar a los bancos los intereses de los pasivos remunerados (títulos de deuda cuyos intereses en 2023 llegaron a representar hasta un 8,1 % del PBI, según el medio Ámbito), y la autorización al Tesoro Nacional de emitir Letras Fiscales de Liquidez (LeFi) para comprar su propia deuda en poder de la entidad, esto como parte del proceso de saneamiento del balance del banco.
– En vista a esta situación, ¿por qué cree que el Gobierno ha decidido mantener el cepo? Y ante la ahora propuesta del Presidente, no de dolarizar, sino de ir a un sistema de libre competencia de monedas, ¿no cree que estaría manteniendo la existencia del peso y del Banco Central, y con ambos, el peligro de que futuros gobiernos incurran en prácticas inflacionarias?
R.: Bueno, si uno le pregunta a Milei, seguramente él le va a decir que si bien considera al cepo un atentado a la libertad individual y un lastre para la economía, en el corto plazo no era posible eliminarlo sin una hiperinflación. En mi caso yo nunca compartí ese argumento, y creo que podría haberse eliminado desde un primer momento y los resultados no habrían sido significativamente diferentes a los obtenidos hasta ahora. En cualquier caso, una vez que se decidió devaluar sin eliminar el cepo (en diciembre), quedó entonces el problema de que si se eliminaba el cepo y se unificaban los tipos de cambio, entonces íbamos a enfrentar un salto de la tasa de inflación, algo indeseable para el gobierno desde un punto de vista político y social.
Ahora bien, con una brecha tan pequeña como la que existe hoy, ya no se entiende el “exceso de prudencia” en mantener el cepo. Además, considerarlo un factor necesario ya me parece un problema en sí mismo, no solo por la economía, sino por las ideas liberales que se dicen reivindicar.
Sobre la última cuestión, no sabemos qué va a pasar con el Banco Central, pero creo que al menos en el corazón del Presidente está la decisión de eliminarlo finalmente. Ocurre, sin embargo, que si se logra bajar la inflación sin hacerlo, la “demanda social” por un cambio tan radical podría ser casi inexistente, con lo cual la medida podría ser muy poco viable políticamente. En cualquier caso, existen muchos países que no han eliminado su Banco Central y que tienen inflaciones controladas, bajas y predecibles.
Los límites de la motosierra
La imagen de Javier Milei sosteniendo una motosierra le ha dado la vuelta al mundo. Es común conseguirla en memes y stickers que se comparten a diario, y hasta le han realizado muñecos a pequeña escala. La herramienta para cortar fue utilizada por el economista durante su campaña para representar el corte que le planteaba realizar al Estado argentino.
Al momento, ha logrado registrar nueve superávits fiscales consecutivos hasta el mes de octubre, vía reducción del gasto público primario (suma de los gastos corrientes y de capital que realiza el Estado), que cayó un 30,1 % interanual en los primeros ocho meses del año, según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). Lo que a nivel general le ha permitido un remanente acumulado en los primeros diez meses del año que equivale a cerca del 0,5 % del PIB, según fuentes oficiales. Además, ha derogado 69 normas para disminuir la burocracia, pasó de 18 ministerios a ocho, y hasta la fecha ha reducido más de 33 mil puestos en el Estado.
Pero pese a los objetivos y a los resultados, el gobierno ha tenido que enfrentar en el Congreso una fuerte resistencia a su programa de achicamiento. Por ejemplo, el proyecto de «Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos», que busca una reforma profunda del Estado, fue significativamente reducido, pasando de 660 a 300 artículos. Y de este modo, la propuesta de privatización que contemplaba 41 empresas estatales, fue llevada a solo seis.
Y como le señaló el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) a la cadena alemana DW, el 80 % de los empleados públicos que hoy tiene la nación siguen estando a nivel de provincias y municipios, y apenas un tercio a nivel nacional.
– Por lo tanto, ¿qué evaluación merece hasta el momento su cometido de reducir el Estado y qué tanto considera que podrá avanzar?
R.: Comparto todo lo dicho anteriormente. En charlas y conferencias suelo insistir en “los límites del ajuste”. Y es que, si bien el Gobierno ha hecho una enorme tarea en reducir el gasto público en términos reales, en achicar el personal del estado y en desregular en la medida que pudo (hasta ahora) la economía, del 40 % del PBI que es el gasto público, 15 % pertenece a provincias y municipios, y lo mismo pasa con el empleo público. Entonces achicar el tamaño del Estado no es una tarea que le quepa solo al presidente y sus ministros. Es un poco más grande, sino mucho más.
Cortarse un brazo en caso de…
Y, finalmente, este último segmento hace referencia a la llamativa promesa pública que alguna vez hizo el ahora presidente de mutilar uno de sus brazos si llegaba a crear o subir un impuesto. Puesto que concuerda con la idea de que son un robo que realizan los políticos a sus conciudadanos a través del uso del aparato estatal que ostenta el monopolio de la violencia.
Es por ello que ha tomado decisiones como la reciente eliminación de algunos impuestos que pesaban sobre el llamado sistema de courier, para pequeños envíos de compras en el exterior para uso comercial o personal. Y la promesa de hacer cumplir el final del impuesto PAIS, que grava la compra de dólares oficiales, las importaciones, exportaciones y la adquisición de servicios en el exterior.
Pero, quizás un punto complicado para el Presidente fue su decisión de revertir el diciembre pasado la reducción vía ley del impuesto a las ganancias. Una ley que él mismo defendió siendo diputado. Y ahora se suman los aumentos que están propuestos para al menos cuatro tributos en la “estimación de los recursos tributarios” del proyecto de Presupuesto 2025.
– Las preguntas serían: En términos generales, ¿los argentinos ahora pagan más o menos impuestos? ¿Y qué cree usted que obligó al presidente Javier Milei a tener que retroceder en su postura?
R.: Bueno, sobre la posición del Presidente cuando era diputado, panelista, y ahora… Se podría decir “bienvenidos a la política” o “bienvenidos al pragmatismo”. No obstante, a este argumento se podría responder que si bien se restableció el Impuesto a las Ganancias o se aumentó (y luego volvió a bajar) el llamado “Impuesto PAIS”, estos aumentos de impuestos se vieron más que compensados por la baja de ese impuesto no legislado que es la inflación. Así que frente a la pregunta de si se pagan más o menos impuestos, habría que decir que algunas personas pasaron a pagar más, pero todos están pagando menos impuesto inflacionario que antes. No sé cómo da el agregado, pero creo que en el corto plazo el pragmatismo es necesario para alcanzar ciertos objetivos. Y en el caso de Argentina, cerrar el agujero fiscal era la prioridad número uno.