Economía

“La dolarización funciona como protección institucional para los ciudadanos”

12 de junio de 2023

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El economista argentino Nicolás Cachanosky explicó a Diario La Nación cómo se llevan a cabo estos procesos y cuán reversibles son

Diego Mendoza

Tras haber padecido una hiperinflación que prácticamente pulveriza al bolívar, el venezolano acudió al dólar como moneda, al punto que, en mayo, el 53 % de las transacciones se realizaron en esta moneda, según datos de Ecoanalítica.

La dolarización espontánea de la economía venezolana no es un fenómeno reciente, el economista Pedro Palma ha señalado que ya en la década de 1980, cuando el país experimentó altas tasas de inflación, una considerable cantidad de ciudadanos buscaron refugio en la divisa norteamericana para preservar parte de sus ahorros.

Ahora, pese a haber superado técnicamente el proceso hiperinflacionario, el país mantiene la segunda inflación más alta del mundo, con una cifra anualizada de 458 % según el Observatorio Venezolano de Finanzas, y una devaluación frente al dólar que en 2022 fue de 73 %, según datos expuestos por Ecoanalítica.

Este panorama hace inevitable pensar en el diseño de propuestas que solucionen la situación por la que atraviesa el país en materia monetaria, pues si bien el venezolano adoptó voluntariamente al dólar como alternativa, la dolarización no ha sido formalizada por el Estado, que mantiene al bolívar como moneda de uso forzoso.

El tema ha tomado tanta relevancia, que la dolarización formal de la economía venezolana forma parte del programa de gobierno presentado por uno de los precandidatos a la presidencia de la República.

Con la intención de entender hasta qué punto es factible llevar a cabo este proceso, de dónde provendrían los dólares para ejecutarlo, cuál sería la tasa de cambio a adoptar, o cuál sería en tal caso el futuro del Banco Central, Diario La Nación conversó con el economista argentino Nicolás Cachanosky, quien es profesor asociado de Economía y director del Centro para la Libre Empresa de la Universidad de Texas.

Cachanosky desarrolló junto a su colega Emilio Ocampo una propuesta justamente para la dolarización de Argentina, por lo que ha estudiado a fondo este tipo de proceso, incluyendo los resultados que ha tenido su adopción en países de la región.

 

Profesor Cachanosky, ¿qué factores habría que tener presente al momento de diseñar un programa de dolarización?

R.: Es importante tener en consideración el contexto económico del país para saber cómo implementar la dolarización; esto es, a qué tipo de cambio, o cómo se irá reemplazando la moneda circulante por dólares.

Y más allá de esto, hay que tener en cuenta que una dolarización no es solamente una cuestión de régimen de política monetaria, sino fundamentalmente una reforma institucional. Es decir, un cambio en las reglas de juego para la economía y el Gobierno.

Puesto que en países como Venezuela y Argentina el alto gasto público ha sido financiado vía emisión monetaria, derivando en alta inflación y eventualmente en un colapso de la moneda, la dolarización impone un límite que es muy difícil de quebrar para el Gobierno, sin importar quién esté en el poder.

Un ejemplo, fue lo ocurrido en Ecuador cuando era presidente Rafel Correa, quien en su momento era muy poderoso políticamente hablando, pudiendo llegar a reformar la Constitución, pero no a desdolarizar el país.

Por ende, la dolarización funciona como una protección institucional para que el Gobierno no avance sobre los depósitos de los ciudadanos, es decir, sobre su propiedad, que es lo que ocurre ahora mismo.

 

Se suele señalar que la dolarización acabaría rápidamente con el problema de la elevada inflación; pero, ¿qué plazo podría tomar la aplicación de este tipo de programa?

R.: Es un proceso que lleva tiempo, y dependiendo de la situación de cada país hay diferentes conjuntos a dolarizar; por un lado, están los depósitos bancarios, que es lo más rápido a cambiar porque actualmente los saldos están digitalizados.

Y después, está el circulante, que son los billetes que se tienen en la cartera, y esta es la parte que lleva más tiempo porque es dinero físico que hay que canjear por dólares físicos. En Ecuador, este proceso se inició formalmente en marzo de 2000, y los sucres fueron aceptados por el Banco Central hasta junio de 2001.

Pero este mismo punto puede ser abordado de otra manera, caso de El Salvador, que dolarizó los depósitos en el sistema bancario, pero mantiene en circulación el colón.

En cualquier caso, las condiciones del país son determinantes para saber cómo llevar a cabo el proceso.

 

Y en países como Venezuela y Argentina, que manejan altas tasas de inflación, con una moneda local que se deprecia prácticamente a diario frente al dólar, ¿cómo saber a qué tipo de cambio dolarizar? Pero, además, ¿de dónde provendrían esos dólares necesarios para hacer los canjes?

R.: Si se va a dolarizar una economía, se debería hacer al tipo de cambio de equilibrio del mercado. Claro que, si se tiene una economía con muchas restricciones en el mercado de capitales, no permitiendo la libre compra de dólares o fijando el tipo de cambio, es complicado saber dónde está el valor de equilibrio.

Por lo tanto, se haría necesario dar cierta libertad cambiaria antes de dolarizar para que el mismo mercado de manera espontánea arroje esta información. Así, una vez se tiene el tipo de cambio, se sabe cuántos dólares se necesitan.

Y aquí hay dos cuestiones a tener en cuenta: una, que como dolarizar lleva tiempo, no hay que poseer todos los dólares desde el primer día. Lo otro es que, si yo elijo hacer las cosas al estilo de El Salvador, no tengo que retirar el circulante, lo que da un plazo aún mayor para que ingresen dólares en la economía.

También se maneja la opción de conseguir las divisas a través de un préstamo, vendiendo activos, etc.

 

Suponiendo que se lleve a efecto la dolarización, ¿qué papel pasa a jugar el Banco Central?

R.: Se tienen varias opciones en torno al Banco Central, las cuales dependen del tipo de dolarización que se adopte.

Por ejemplo, en Ecuador y en El Salvador el Banco Central permanece luego de la dolarización, mientras que Panamá, que adoptó al dólar desde su sucesión, jamás ha tenido una banca central. Esto nos permite ver que mantenerlo es opcional.

Ahora bien, si se opta por su conservación, esta entidad puede cumplir el rol de supervisor financiero y administrador de un fondo de liquidez de emergencia.

Un punto importante a señalar es que, en Ecuador y Zimbabue, se puede apreciar que los gobiernos de estos países siguen usando la permanencia de esta banca para manotear los depósitos de las personas, ordenando a los bancos comerciales depositar en este sus reservas y cambio se bonos.

Por ende, la lección es, si se va a dolarizar, mantener el Banco central supone un riesgo innecesario. Las funciones de regularización las puede cumplir fácilmente una superintendencia de bancos.

 

¿Debería la dolarización ser acompañada por otra serie de medidas que vayan en pro de sanar la economía?

R.: Sí, la dolarización no busca reemplazar las demás reformas que puede necesitar la economía para funcionar mejor, lo que busca es generar el espacio económico y político para poder emprender estos cambios.

Si un nuevo gobierno asume con una inflación fuera de control, lo más probable es que no tenga tiempo durante su mandato para bajar la inflación que tiene su moneda. En cambio, la dolarización tiene un efecto relativamente más rápido, permitiendo tranquilizar a la ciudadanía, lo que puede brindar el capital político para hacer las otras reformas pautadas.

 

Ahora bien, usted en un principio mencionó que el expresidente Rafael Correa no pudo desdolarizar Ecuador, pese a su popularidad ¿Por qué es tan costoso revertir esta medida?

R.: Por un lado, hay un costo político, en el sentido de que la dolarización es muy popular, nadie quiere que le toquen los dólares.

En Ecuador se puede observar que a quienes más ha beneficiado esta medida, y, por consiguiente, quienes más están a su favor, son los sectores de bajos ingresos, de allí el costo electoral.

Por otro lado, está el costo técnico, porque el Gobierno tendría que obligar a las personas a aceptar una nueva moneda. Y si bien podría echar mano, con cierta mayor facilidad del dinero bancario, no así del circulante porque la gente se lo va a guardar.

Ojo, que pese a estas complicaciones, Zimbabue logró desdolarizar, tras diez años de haber adoptado el dólar, para lo cual tuvo un papel importante el haber mantenido el Banco Central, y por supuesto, el no tener un régimen democrático. Actualmente este país ostenta la inflación más alta del mundo.

Los países que desdolarizan de manera exitosa, son los que han logrado construir un equilibrio fiscal, instituciones fuertes, y credibilidad.

 

Por último, aparte de ayudar a combatir la inflación, ¿qué ventajas considera que trae consigo la dolarización?

R.: El tener un régimen monetario que no depende únicamente de la política nacional crea ciertos límites a lo que los gobernantes de turno pueden hacer, y los efectos que esto puede tener sobre la vida económica del país.

Hay que recordar algo: las instituciones se diseñan, no para maximizar el poder de las políticas del Gobierno, sino para minimizar el poder de daño de un mal gobierno, y en este sentido va la dolarización, como medida de protección.

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