El economista analizó, a través del caso ruso, los desafíos y las consecuencias de introducir reformas en una economía altamente intervenida
Por Diego Mendoza
Durante estos días dos días dos temas álgidos se han apoderado de la palestra pública venezolana: El debate en torno a la privatización de empresas estatales y los casos de corrupción, ambos en cierta forma relacionados puesto que indican una nueva dinámica de la economía nacional.
En cuanto al primer punto, varios candidatos y precandidatos a la presidencia de la república se han enfrascado en discusiones en torno al sistema económico que debe adoptar el país, con un Estado propietario de empresas, por un lado, y con uno mínimo que se aboque a tareas esenciales de justicia y seguridad, por el otro.
Referente al segundo punto, varios ciudadanos como José Francisco Zambrano, comerciante, o Ana Cecilia Medina, profesora jubilada de la educación pública, aprecian los casos de corrupción como un efecto de la evolución de la economía, hacia un capitalismo controlado por el Estado, que ha iniciado y que dejará seguramente una élite de grandes beneficiados.
Los procesos de privatizaciones son conocidos en el mundo por las consecuencias positivas para la economía, pero también por las tramas de corrupción que los suele acompañar.
Una mirada sobre cómo se desarrolló esta práctica en otro país puede ayudar a brindar una idea de cuáles son los principales desafíos a enfrentar y sus efectos.
En esta oportunidad, se analizará lo que fue el proceso de privatizaciones durante la caída de la Unión Soviética y el nacimiento de la Federación Rusa, país este que sugiere ser uno de los principales aliados del gobierno venezolano.
Para ello, Diario La Nación conversó con Jorge Chacón Solar, quien es economista de la Universidad de los Andes en Colombia y cuenta con una maestría en Gerencia de petróleo y gas de la Universidad Estatal de Novosibirsk en Rusia.
- En octubre de 1991 el entonces presidente de Rusia, Borís Yeltsin anunciaba en la televisión pública el inicio de un proceso a gran escala de privatizaciones. Para el momento, unas 240.000 empresas pertenecían al Estado ¿Cuál fue la situación de las empresas y de la economía rusa previo al proceso de privatizaciones?
R.: Tenemos que empezar por saber que en este punto existían dos países: por un lado, lo que fue la Unión de Repúblicas Social Soviéticas (URSS); y por el otro, la actual Federación Rusa.
La URSS colapsó en diciembre de 1991, y con ello su estilo o sistema económico comunista, donde la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios era planificada desde el Estado.
Por lo tanto, la propiedad y la iniciativa privada no existían. Una de las causas por las que este sistema se viene abajo es precisamente porque el Estado es incapaz de gerenciar de manera eficiente la actividad económica.
Sería Mijaíl Gorbachov quien a la cabeza de la URSS iniciaría a mediados de la década del 80 un conjunto de directrices justamente para intentar reformular todo el paradigma económico, pero queriendo mantener la doctrina comunista.
Así surgió la “perestroika” (reestructuración), que buscaba en cierta medida democratizar la política y llevar a cabo cambios en la economía, y a su vez, el “glasnost” (apertura), con lo cual se hacía posible la libertad de expresión e información.
Cuando estas reformas terminan de ayudar a socavar la URSS, llega Borís Yeltsin, quien en efecto propone la privatización de empresas.
Este proceso, en pocas palabras, fue un desastre ¿Por qué razón? Porque todo proceso de privatización, donde quiera que se dé, necesita de un marco institucional que permita que los traspasos se hagan de manera transparente, con una valoración real de las empresas, sin privilegiar a nadie, y en donde el dinero obtenido vaya realmente a las arcas públicas.
Y en Rusia no existía tal marco institucional, por lo que allí lo que terminó ocurriendo fue un saqueo.
- Teniendo en cuenta que en el país no existía la propiedad privada, donde los precios eran impuestos desde comité central, ¿cómo se hizo para saber el valor de las empresas y qué instrumentos se utilizaron para ejecutar sus ventas?
R.: Este fue un punto importante de tratar, porque a diferencia de los países occidentales, donde es posible llevar a cabo el proceso de valoración de empresas, a partir de la información que provee el mercado, en la Rusia de aquella época no había manera.
Aparte, ni siquiera existía la figura de la compra y venta de empresas asentado en un código mercantil o un código civil.
Por lo tanto, ellos debieron buscar en otras naciones expertos en la materia para ayudar a los economistas rusos.
Una vez esto fue resuelto, surgió otro inconveniente no menor, y es que en aquella naciente Federación Rusa nadie tenía dinero. O sea, el dinero que podían poseer las personas era el justo para ser intercambiado por los alimentos que le daba el Estado, mas no era visto como un medio para ahorrar e invertir.
En esta situación, la corrupción se hizo presente y en ella participaron los bancos privados, recién fundados, que daban dinero prestado para adquirir parte o la totalidad de las empresas ofrecidas.
Pero, ¿de dónde salía este dinero? Provenía del Banco Central Ruso o del Ministerio de Finanzas. A su vez, el banco particular pedía como garantía del préstamo concedido la empresa que se iba a comprar.
En otras palabras, se terminaba adquiriendo la empresa estatal con dinero público, prestado desde el Estado, poniendo como respaldo un activo del Estado.
De manera que era un círculo donde el Estado, o los funcionarios de este, seguían manteniendo el control sobre las compañías que ahora figuraban como privadas.
Por supuesto, esto llevó a que se gestara una combinación entre sobornos, corrupción, chantaje y extorsión. Si uno aprecia las estadísticas, la década del 90 en Rusia fue de altas tasas de criminalidad.
- Ahora bien, en este tipo de procesos siempre se suele suscitar una fuerte resistencia en torno a la privatización de ciertos sectores, por ejemplo, el de hidrocarburos. ¿Cuáles fueron los principales desafíos que tuvo que enfrentar el paquete de privatizaciones y cuánto logró avanzar?
R.: Lo que sucede es que hay negocios que son más lucrativos que otros, y el sector petrolero es uno de ellos. Para la URSS y la actual Federación Rusa, la explotación de petróleo y gas siempre han comprendido una importante fuente de ingresos.
Y por supuesto que hubo resistencia, pero, aun así, el antiguo sistema sobre el que funcionaba el país era inviable, de manera que los cambios iban a ocurrir.
Fíjese que ni siquiera tuvo éxito el intento de golpe ocurrido en agosto de 1991 cuya intención era retornar a la línea dura del comunismo.
Varios políticos no se opusieron de manera contundente a la privatización porque sabían muy bien que a través de su posición en el Gobierno podían sacar provecho.
Ellos, a su vez, tenían muy claro, por sus intereses geopolíticos, que no podían permitir que ciertos sectores estuvieran en manos extranjeras. Por eso el Estado se abocó a crear sus propios empresarios para los sectores que consideraba estratégicos.
En este sentido, Borís Yeltsin permitió el enriquecimiento veloz de ciertas personas, que luego serán conocidas como los oligarcas rusos.
Los cuales, a través de acuerdos tácitos con los políticos obtuvieron poder económico, pero a condición de mantenerse bajo el control del Kremlin. Estos oligarcas, por ejemplo, no criticaban al régimen y tenían que ayudar a financiar a los candidatos que el poder central postulaba.
- Para concluir, una vez efectuado el traspaso de las empresas, donde para 1994 más de 110.000 habían pasado a manos de privados, ¿cuál fue la situación de estas compañías y de la economía del país?
R.: Para los ciudadanos fue un golpe, porque la política que se utilizó fue lo que se conoce en economía como terapia de choque, es decir, un proceso abrupto de liberación de precios, de control sobre el tipo de cambio, de eliminación de subsidios, y de privatización de activos para lo cual la mayoría no está preparada.
Pero también esto llevó a una dinamización de la economía, donde se produjo un flujo de capital que ingresaba y salía de Rusia. Las empresas, ahora privadas, adquirieron mayor tecnología para hacerse más productivas, y muchas personas compartieron información para alcanzar un mayor grado de especialización.
Por otro lado, ocurrió en esta época que entre 1994-1995 hubo una inflación voraz que terminó por destruir el poco poder adquisitivo que tenía el rublo y que era un efecto de las políticas erradas que había tomado el Gobierno.
Y, además, la gente presenció cómo unos pocos enriquecían, por actos de corrupción, mientras el grueso de la sociedad tenía que hacer los sacrificios.
Los rusos empezaron a conocer lo que es el estilo de vida occidental hace apenas 20 años atrás, con la llegada de Vladímir Putin al poder.
Si bien Putin fue financiado por estos oligarcas que he mencionado, él fue muy astuto porque luego les dio la espalda para ganar popularidad y para formar su propio grupo económico de confianza. Pero no se puede negar que esto también llevó a que funcionara mucho mejor el capitalismo en Rusia.
De manera que, todo esto sirve de ejemplo para entender que es un proceso complejo, plagado de avances y retrocesos, con muchos intereses de por medio, donde las instituciones juegan un papel fundamental, y que, a su vez, conlleva a discutir si se debe implementar una terapia de choque o un proceso gradual.