Economía

Toda una vida dedicada a la búsqueda de la excelencia en la producción de leche

12 de febrero de 2022

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Humberto Contreras

El Dato

Usted agarra nombres de todos esos ministros de Agricultura y son desde abogados hasta generales, pero ninguno con experiencia y conocimiento. Creo que es una de las causas de los problemas del vaivén en la economía agrícola del país”.



 
Fedecámaras Táchira conmemoró su 25° aniversario, el primero de febrero. En el acto de celebración les fue otorgado el botón Orden al Mérito Empresarial Francisco Gutiérrez a varios empresarios de distintos sectores de la producción regional, como reconocimiento a la trayectoria empresarial de cada uno.
Uno de los galardonados es Darío Montoni, propietario del fundo Santa Sofía, desde donde se dedica a la búsqueda de la excelencia en la producción lechera, a la cual ha entregado valiosos aportes. También, asesorando empresas del Táchira, y a nivel nacional, con programas como el Sempro (Sementales Probados), que creó la UNET.
Con tan meritoria labor, Diario La Nación quiso conocer más detalles del trabajo de Montoni. Con él se conversó, estando acompañado de su hija Angeli, de quien dice, es “mi mano derecha” en el trabajo de la finca, y agente importante de la planificación y mejoramiento de la misma.
—¿Nos da un “panorama” de entrada?
—Bueno, en principio, aclara, estamos hablando del fundo Santa Sofía, de 325 hectáreas, que tiene integrado otro fundo, La Providencia, de 130 ha, pero para efectos de su manejo administrativo y de producción, es una unidad. Allí mantenemos, aproximadamente 1,3 cabezas por hectárea, o sea, unos 600 animales en total, en las casi 480 hectáreas.
Ambas, explica, están en El Nula, a 30 km de La Victoria. Están cerca una de la otra, y las dos dedicadas básicamente a producir hembras F-1 de la mezcla Holstein-Cebú, que son la base de nuestro sistema de producción de leche. Contamos con un rebaño Brahman que sometemos en temporada de servicio (apareamiento, 90 días). La mitad de esa temporada se dedica a la inseminación artificial, cerca de 50 % de los vientres.
—¿Cómo entró usted a esta actividad?
Yo era profesor en la UNET. Ahora soy jubilado. Por los años 90, había un conflicto por las Normas de Homologación, porque, cada dos años, el Gobierno debía reajustar sueldos y salarios, y nunca cumplió. Eso era un problema. Cada dos años un paro. Eso yo lo veía como una inestabilidad. Y lo único que yo sé hacer es trabajar en producción animal, en lo cual me formé. Soy zootecnista e ingeniero en Producción Animal, con una maestría en Manejo y Producción de Bovinos. Esa es mi profesión.
Otra razón es que me sentía insatisfecho, porque quería tener algo mío, que se compaginara con mi saber, mi ambiente. Ya sentía haber sido exitoso asesorando fincas, y con los primeros resultados impactantes, en la hacienda Santa Rosa de la UNET, donde llegamos a tener porcentajes de preñez de 90 %, una cifra extraordinaria. Y la otra razón, es la envidia… Así, literalmente. Veía a los amigos ganaderos, en buenos carros, y yo en un destartalado carrito, que era lo que me permitía mi sueldo de profesor.
De modo que, con esas razones, compré la finca en enero 1992, con un colega de la universidad, sociedad que luego se disolvió.
—¿Cómo y dónde fueron sus comienzos?
—Yo nací en Italia. Llegué a Venezuela de siete años. Estudié en la Universidad de Oriente. Mis primeros trabajos fueron en el Centro de Investigaciones Agropecuarias, y llegué a ser director. Vine a San Cristóbal a un evento que se hizo en el Hotel El Tamá, y me enamoré de la ciudad.
Me encantó el ambiente. Logré conseguirle empleo a mi esposa, profesora de Genética, y luego, ambos hicimos la maestría en Estados Unidos. Y con la ayuda de Anelim, la menor de mis hijos, que fue quien se embraguetó con las labores en la finca, el modernismo que tenemos allí, porque fueron sus iniciativas.
—¿Qué hace su hija?
—Ella misma respondió: Soy ingeniero industrial de la Unet, con Maestría en Finanzas. Trabajé en Pdvsa (despedida en el paro 2002), y luego en Sidor. Debido a una situación de salud de mi padre, que lo obligó a descansar por unos meses, me regresé a San Cristóbal, y empecé a trabajar, aprendiendo a punta de golpes, dice, el manejo de ella.
Al reincorporarse mi padre a sus labores, seguimos trabajando juntos, y ya llevamos más de 10 años, pues realmente esta labor me gusta, me emociona, a pesar de que es un trabajo de 24 horas los 365 días del año. Es un trabajo bastante sacrificado, pero muy gratificante también.
—¿Puede decirnos cuál es el secreto de su éxito?
—Bueno, sonríe Montoni. El éxito desde el punto de vista científico, con base en números que llevamos, es indudable, porque estamos hablando de un rebaño de cría basado en Brahman, con 82 % de preñez, lo que es registro histórico en 20 años de observación, con más de 3 mil datos, y una productividad de 147 kilos por vaca (peso del becerrito al nacer), lo cual es una de las cifras más altas reportadas en Latinoamérica; y que a su vez indica que nuestras vacas tienen una extraordinaria eficiencia reproductiva y una extraordinaria habilidad materna, pues sus becerros, en los últimos 8 años, han registrado peso promedio de 190 kilos, al momento del destete, ajustado a 105 días.
Montoni se emociona hablando de su trabajo. En cuanto a producción de leche, continúa, nosotros empezamos con el sistema doble propósito, típico de la producción de leche en el país. Pero ese sistema se basa en vacas con un mestizaje indefinido. El intervalo entre partos es de 450 días, y de 4 a 5 litros por vaca-día, y con ciento veinte o ciento treinta kilos promedio al destete. Paulatinamente fuimos cambiando, hasta convertir la finca en un sistema intensivo de producción de leche con base en ganado F1 (Holstein-Cebú), producido por nosotros.
De ese modo, logramos reducir ese intervalo de 450 días, a 370, es decir, casi que la vaca cumple con el principio de que produzca un parto al año. Estamos en ese promedio. Y en producción de leche, entre 3.700 y 3.800 litros por vaca en ordeño, durante los 270 días que dura la lactancia.

 
—¿Se puede hablar de eficiencia según esas cifras?
—Sí. Claro. Lo más impactante de todo esto, es la eficiencia biológica. Nosotros estamos en once litros de leche por vaca por día de intervalo, entre parto y destete. Eso es entre 2,5 y 3 veces, el promedio nacional. Lo que quiero significar es que, si lo hemos hecho nosotros, se puede replicar.
De hecho, continúa, nosotros estamos ubicados en una zona ecológicamente favorecida, donde hay otras siete unidades vinculadas con la UNET, en el grupo Sempro, y donde se hace el mismo manejo, con números realmente impactantes. Ahora el promedio vaca-día está alrededor de 13.5 litros¸ mientras que en el país se reporta, en finca normal, 4 o 5 litros, en el mejor escenario.
—¿Ustedes producen carne?
—Básicamente, tenemos un sistema propio. Como la finca es pequeña, primero vendemos todo el producto de la leche. Todos los becerros que nacen de las vacas de leche se venden al nacer. Las hembras, que es lo que nos interesa, las reemplazamos con las que nosotros producimos con el trabajo del rebaño Brahma o Cebú.
Luego, los machos del producto de crianza, hasta el año pasado, los vendíamos al momento del destete, o un par de meses después, cuando teníamos todo el lote, unos 40 o 50 mautes. Ahorita estamos tratando de cebarlos en la finca, a ver si logramos un ingreso adicional con la venta de animales para matadero, toros gordos.
—¿Se puede pensar que gran parte del éxito es la tecnificación?
—A esta pregunta responde Angelin: Mire, lo que Ud. no mide, no lo puede evaluar. Eso es en todas las áreas de producción. Parte de nuestro éxito está en la aplicación del conocimiento técnico adquirido por mi papá a lo largo de los años de experiencia profesional y de su formación, y además, de apoyarnos con personal técnico.
—¿Qué diría a quienes trabajan en esta actividad, para que tengan también su logro?
—Les diría, responde rápido, que lo más importante es fijarse metas. Y en ganadería, las metas no son anuales. Hay un intervalo entre una generación y otra, y, en consecuencia, las primeras respuestas en ganadería son a largo plazo, en promedio de 6 o 7 años.
Lo que uno tiene que vislumbrar es un futuro a largo plazo. Mire, uno tiene que trabajar con lo que hay. ¿Qué es lo que tenemos nosotros y qué es de la mejor calidad del mundo? Pues las vacas Brahman que conforman nuestro rebaño de carne. La vaca Cebú, que en eso sí se ha trabajado, tanto que Venezuela está a la vanguardia, en cuanto a trabajo genético en esta área.
Entonces, en vez de hablar de invasiones, más bien el Estado venezolano debería tener un gran programa para captar las fincas grandes que tienen gran número de vacas Cebú, e incorporarlas a un programa nacional de producción de F1 para producir leche, por ejemplo. Con eso incrementamos notablemente la producción de animales y aumentará la producción de leche.
Otro consejo: fíjese metas y cúmplalas, pero no podemos estar dando saltos, hoy con esto, mañana con lo otro. No. Recordemos que los cambios que ocurren en la finca, de un año a otro, eso no es trascendente. Es el cambio, en término generacional, que es lo que se transmite genéticamente hablando. Y uno en genética no se puede equivocar, porque si se equivoca, entonces pierde una generación.

—¿El futuro?
—Yo no sé si nosotros, con todos los avatares que ha habido aquí, nos hubiésemos ido. Hemos podido tomar la vía más fácil: decir vamos a vender e irnos. Pero no. Todavía creemos en Venezuela. Bueno, de hecho, estamos aquí.
Interviene Anelim y dice que “este trabajo es de amor a lo que estamos haciendo, de constancia, de perseverancia, a pesar de las dificultades que enfrentamos todos los días, porque son más los obstáculos que las facilidades que nos da el medio para poder producir comida para nuestro país. Creo que eso forma parte también del éxito, agrega, y de decir que hoy todavía estamos donde estamos. Los que producimos comida de verdad tenemos que luchar en contra de muchos factores para poder lograrlo, y todos los entes gubernamentales deberían facilitarnos un poco las cosas para continuar con esta noble labor”.
—¿Por qué no fui ministro de Agricultura?
La pregunta se la hace el propio Montoni. Y explica: Recuerdo que en un programa de radio le dije a la periodista ¿por qué yo no fui ministro de Agricultura? Pero no preguntaba por mí, sino para cuestionar el porqué personas formadas en el área, conocedoras, jamás fueron ministro de Agricultura y Cría, salvo Felipe Gómez Álvarez.
Usted agarra nombres de todos esos ministros y son desde abogados hasta generales, pero ninguno con experiencia y conocimiento. Creo que es una de las causas de los problemas del vaivén en la economía agrícola del país.
Eso, por un lado, continúa. Por el otro, yo le hago un llamado específicamente al gobernador, porque él, antes de ser gobernador, facilitó algunas cosas trabajando con Asogata. Es lo que pude ver las veces que coincidimos en algún evento, como la reinauguración del puente sobre el río Burgua, que se debe en parte a la intervención suya, aunque realmente el peso recayó en los productores de la zona, que dimos animales y aportes en efectivo para ello.
Pero en todo caso, se ve que pudiera tener mucha sensibilidad para el sector. Entonces, le digo que personas como yo estamos dispuestas a colaborar. Que nos llamen, para ver de qué manera podemos coadyuvar a realizar algún esquema de producción, que permita al pequeño productor elevar sus niveles de vida.
—¿Hay propuestas para ello?
—Sí. Tengo varias. Una, por ejemplo, que, en vez de hablar de invasiones de fincas, que les vendan las tierras, como hacía antes el IAN, que le cobraba a uno el título, y uno iba pagando. Y que invierta ese dinero recaudado en, por ejemplo, mejorar la vialidad agrícola.
—Y, finalmente…
—Quiero agradecerle a Fedecámaras por el gesto que tuvo de otorgarnos este reconocimiento, lo cual tenemos en muy alta estima. Pero entiendo que existen muchas personas que también han hecho méritos para que, en un futuro inmediato, sean igualmente reconocidos.

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