Farándula y Espectáculos

Cómo Vin Diesel pasó de portero de discoteca a gran héroe de acción: “Yo solo quiero hacer una obra maestra”

2 de febrero de 2020

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«Este es mi papá”. Pauline Diesel lo deja claro. Su padre acaba de terminar una sesión de fotos de tres horas en una mansión de infarto de Beverly Hills (Los Ángeles). Mientras, ella y sus hermanos (Hania, de 12 años, y Vincent, de 10) han jugado en la cocina y curioseado por toda la casa. Así que, terminadas las fotos, se agarra a su papá en un sofá mientras este habla con un desconocido con acento español que lleva una libreta y una grabadora. Diesel trata de articular sus respuestas mientras su hija pequeña, de cinco años, juega a saltar y clavarle las rodillas en la barriga. Literalmente. La madre de los tres niños es la modelo mexicana Paloma Jiménez. Ella y Diesel llevan juntos 13 años.

Vin Diesel es el rostro de tres de las grandes franquicias de cine de este siglo: Crónicas de Riddick, XXX y Fast & furious. Ahora intenta abrir un nuevo filón con Bloodshot (el 13 de marzo en cines). Es un nuevo universo de superhéroes, la adaptación al cine de un cómic en el que un marine vuelve a la vida convertido en una máquina de matar. También estrena el capítulo nueve de la serie Fast & furious (se estrena el 22 de mayo).

“Bloodshot es emocionante porque es una visión nueva del género de superhéroes. Pero Fast 9 también ha sido emocionante porque se va reinventando. De ser una película cuyo núcleo iba de hermandad, está pasando a ser sobre la paternidad. Ha merecido la pena. Han sido más de 20 semanas de rodaje… pero es que es una peli muy grande”. Llamarla “la nueva de Fast & furious” ya es una frase hecha, como “la nueva de Marvel”. Cuando Diesel habla de ella, la llama Fast 9. “No sé cuál es el título final del estudio. La película se ha convertido en una tradición que la gente espera. El público conoce muy bien a mi personaje [Dominic Toretto] y lo ha visto evolucionar. Es genial que el mismo elenco se haya mantenido dos décadas. Un día estás trabajando con John Cena, otro con Helen Mirren, otro con Michael Rooker”.

“Yo solo quiero hacer una obra maestra” – El artista con nombre de carburante lleva cazadora Versace, jersey N.F.C. y vaqueros Levi’s. Foto: Michael Schwartz

Por el momento, a falta de que se estrene la novena entrega, la saga Fast & furious lleva recaudados cinco mil millones de euros, cifra que la convierte en la franquicia de mayor éxito de Universal. ¿Estamos llegando al final de esta exitosa saga? Diesel lanza un suspiro, mira a su hija pequeña y dice: “Mis hijos no quieren oírlo, quieren que siga, pero yo solo he pensado hasta Fast 10. Probablemente esa será la última”.

Su nombre real es Mark Sinclair. Nació en Alameda County, California, en 1967. Tiene un hermano gemelo llamado Paul. No conoció a su padre biológico. Creció en Nueva York en un ambiente de artistas. Irving Vincent, su padre adoptivo, estaba metido en el teatro. Por él se puso Vin. Supo desde niño que iba a ser actor. La primera imagen que existe de él es un vídeo sobre breakdance de mediados de los ochenta. Tenía 17 años. El baile le llevó a las discotecas.

“En los ochenta me encantaba el mundo de la noche de Nueva York, un momento muy jugoso. Yo quería tener el día libre y ser portero era el trabajo perfecto”, dice. De la noche de Nueva York de aquella década salieron también la voz, la cabeza rapada y la mirada de ‘qué me estás contando’. “Fue a los 17 años, cuando me hice portero de discoteca. Era una necesidad del trabajo. Esa fue la razón”. También de allí sacó su apellido profesional. Le llamaban Diesel porque nunca se cansaba en el trabajo, nunca se le acababa el combustible.

No hay un solo plano del actor en el que no tenga unos brazos descomunales. “En los setenta, los hombres no tenían que entrenar”, reflexiona Diesel sobre cómo han condicionado los músculos, para bien o para mal, su carrera. “Los actores eran actores y ya. Harrison Ford era Han Solo, pero no tenía que ir al gimnasio para interpretarlo. En los ochenta, Stallone y Schwarzenegger hicieron popular tener músculos. Fue entonces cuando la gente empezó a ponerse mazas. Yo era un adolescente y estaba bailando”.

Olvidado el baile, lo siguiente que se sabe de él es un corto que dirige y protagoniza. “Empecé a actuar muy joven, con siete años. Vine a California con 21 pensando que las puertas se me iban a abrir. Estuve aquí año y medio y no pude ni conseguir un agente. Volví a Nueva York… [“Papi, ¿nos podemos ir a casa ya?”, interrumpe Pauline; “casi”, contesta Diesel]. Volví a mi trabajo de portero de discoteca y empecé a frustrarme esperando que alguien me diera la oportunidad de hacer algo artístico. Así que me puse a escribir. Tomé unas clases subvencionadas de dirección, investigué todo lo que pude, volví a estudiar escritura y escribí un largo. Pero no podía rodarlo porque nadie me conocía, ni como director ni como actor ni como nada, en realidad. Así que decidí hacer un corto. Lo escribí por las noches”.

Se titulaba Multifacial y planteaba la siguiente cuestión: qué pasa cuando un actor no es blanco ni negro ni latino, sino todo lo contrario. Vin Diesel nunca ha terminado de revelar de una forma clara cuál es su etnia. Su personaje Dominic Toretto es cubano americano. Richard Riddick (su personaje en Crónicas de Riddick) es de una raza mutante. Y de Xander Cage (de la serie XXX) no se sabe nada al respecto.

“He construido mi carrera metiendo el multiculturalismo en las películas”, dice Diesel. “En el fondo, es lo que hizo tan global Fast & furious. Es un elenco multicultural liderado por un actor multicultural. Lo fascinante es que el mundo se ha adaptado. En los ochenta no pasaba. Necesitábamos el nuevo milenio para que a la gente le diera igual la nacionalidad de un personaje”.

A mediados de los noventa mucha gente recibió una llamada de Vin Diesel para venderles herramientas. Ahorró 47.000 dólares (42.000 euros) con lo que ganó trabajando en el telemarketing y los gastó en el cortometraje. Con 30 años y esos ahorros, lo normal es comprarse una casa o algo así, no financiarse una película sobre los colegas. “No tenía opción. Debía hacerlo. Venía de una casa de artistas y necesitaba ser artista”. Multifacial se exhibió en 1995 en el festival de Sundance, por entonces meca del cine independiente. “Steven Spielberg la vio allí y escribió un papel para mí en Salvar al soldado Ryan. Ese fue el primero. Lo gracioso es que después de Sundance me creía tan autor que me negaba a ir a audiciones. Yo iba en plan: ‘Haré mis propias películas’. Es que disfrutaba mucho el proceso de hacerlas”.

En 1997 se estrenó Strays, el largo con el que iba a ser artista. Vin Diesel tenía 30 años y contaba su vida con sus colegas en un piso destartalado de Nueva York. La referencia al Cassavetes de Sombras o al Scorsese de Malas calles es muy lejana, pero se aprecia lo que intentaba hacer. “Eso es lo que pretendía, exactamente eso.

Creo que esa experiencia me ha ayudado en mi carrera. Entiendo la parte artística, pero también la responsabilidad que implica hacer una película. Y me ha ayudado a aportar más cada vez que participo en una. Pongo en riesgo mi vida y mi dinero. Cuando Spielberg me ve siempre me dice: ‘Yo creí en ti como director y no deberías dejar de hacer películas”.

En un momento de Strays, Diesel canta If I only had a heart, de El mago de Oz. Es como usted imagina. Que a Diesel le gusta cantar lo saben sus seguidores. Lo ha hecho en una entrega de premios y de vez en cuando luce en redes sociales sus dotes para el karaoke. Esta tarde se ha traído una playlist que suena en un altavoz portátil durante la sesión de fotos. Su voz cazallera resuena por los muros de la mansión. Aunque asegura que jamás sacará un disco. Son grabaciones privadas.

Diesel tiene 52 años. Los papeles de los cachas de su edad (Dwayne Johnson, Jason Statham…) no tienen nada que ver con aquellos que hacían Stallone y Schwarzenegger al principio. Nadie imagina a esta generación de actores musculosos haciendo Cobra o Commando. De estos se requiere que sean actores. Y además, el físico. “Hay mucha presión para que te mantengas como se espera”, dice Diesel. “No quieren que te hagas viejo”.

En octubre de 2015 le hicieron unas fotos en las que aparecía fondón. En cuestión de días, replicó en Instagram con unos abdominales como una tabla de lavar. “¡Reírse del cuerpo de la gente está mal siempre!”, escribió. No aparenta su edad ni a medio metro de distancia en este sofá. “Me encanta estar en la cincuentena. Especialmente mientras pueda mantener el físico. Me encanta la sabiduría que te da. Puedes utilizar toda esa experiencia para intentar rodar tu obra maestra. Yo solo quiero hacer una obra maestra, algo que aguante el paso del tiempo”.

Esa película no existe aún. Suda cuando le preguntamos cuál es la que más se acerca a lo que tiene en la cabeza. “Una de las razones por las que me gusta este medio es porque nunca es perfecto”, razona pasados unos segundos.

“Es divertido buscar la perfección. A cualquier guion del mundo, a cualquier película que se haya escrito jamás, le podía haber venido bien un día más para corregir el guion, o un día más para retocar el montaje. Nunca, nunca es del todo perfecto. Y a veces esas imperfecciones se convierten en momentos emblemáticos del cine”.

El País

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