«MI NOMBRE ES BOND…James Bond”, la presentación del Agente 007, Al servicio de Su Majestad y con licencia para matar, fue la frase que daba a conocer al actor inglés Sean Connery, quien falleció el pasado sábado 30 de octubre, en Las Bahamas, a la edad de 90 años, y en donde padecía de demencia senil.
El mejor intérprete del afamado espía inglés original del escritor Ian Fleming fue, sin lugar a dudas, este artista del cine que nació el 25 de agosto de 1930 en Edimburgo, Escocia, quien hizo trascender al emblemático espía inglés con su primera entrega, “El satánico Dr. No”, en 1962, que lo impulsó a convertirse en una estrella cinematográfica y que lo llevó a filmar una zaga que actualmente ha llegado hasta 25 producciones a la fecha.
A sean Connery le cupo estelarizar además filmes como Goldfinger, Operación Trueno, Solo se vive dos veces, Los diamantes son eternos y Nunca digas nunca jamás, en 1983, para entregarse luego a otros papeles de gran significación en la industria del cine.
Ganó un Óscar por su rol en Los Intocables al lado de Kevin Costner y se destacó en La caza de Octubre Rojo, Indiana Jones, la última cruzada, La Roca y El color de la Rosa.
Estaba casado en segundas nupcias con Micheline Roquebrune, desde 1975, en ceremonia celebrada en Gibraltar, quien estuvo en su lecho hasta el último momento de su existencia. En meses pasados, la pareja fue noticia ante la venta de su lujosa residencia escocesa, valorada en 30 millones de dólares, luego por la celebración nonagenaria de su nacimiento, y el sábado pasado por su vuelo al infinito.
Para todos los comentaristas del séptimo arte, Sean Connery ha sido la mejor figura que puso de relieve al mítico James Bond, el Agente 007, en la historia de sus aventuras, cuyo rol fue el fiel reflejo, con su metro y 90 centímetros de estatura, del espía más famoso de la Gran Bretaña.
Víctor Matos