A Michael Rico Herrera, de 41 años, «pareciera que la tierra se lo hubiera tragado». La frase la usó su progenitora, Rosa Elena Herrera, al recordar que este viernes 8 de agosto se cumplieron 90 días de su desaparición en San Antonio del Táchira.
Rico Herrera es trabajador del Instituto Municipal de Aseo y Ornato (IMAO) de la jurisdicción fronteriza Bolívar. Lleva dos lustros en la institución, el mismo tiempo que suma en la frontera, tras haber arribado como migrante interno, proveniente del estado Miranda.
Ese día, el 8 de mayo, el ciudadano salió de su casa muy temprano, ubicada en el barrio 5 de Julio — como solía hacerlo –, para iniciar su jornada de recolección de basura, junto a sus otros compañeros.
Su madre y esposa han enfatizado durante conversaciones con Diario La Nación, que Michael laboró todo el día y, cerca de las 9:00 p.m., sus compañeros lo dejaron a la altura de la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalística (Cicpc) para que se dirigiera a su hogar. Nunca llegó.
Herrera ha viajado en diversas ocasiones de Miranda a la frontera para tratar de hallar una pista. Los esfuerzos han sido infructuosos. Insisten en que las autoridades deben centrarse en su búsqueda. Pese a que formuló la denuncia, ha sido poca la ayuda.
La familia está desesperada. Desea saber qué le pasó, dónde está o dónde lo tienen. Por los momentos, engrosa la lista de desaparecidos de la frontera colombovenezolana y sin una señal clara de qué pudo haber pasado.
Jonathan Maldonado