Las opciones de empleo para los habitantes de frontera, sobre todo en el eje San Antonio del Táchira – Ureña, se reducen a los oficios de mototaxista o motocarga, escenario que frustra las aspiraciones de crecimiento y desarrollo de muchos jóvenes en la zona.
Solo basta con pararse unos minutos en el paso formal que une a San Antonio del Táchira con La Parada para ser testigo de las decenas de motos que cruzan a cada minuto, la mayoría bajo la modalidad de transporte público o de carga.
Cristian Gualdrón tiene dos años como mototaxista en La Parada. Fue la única alternativa de empleo que consiguió el joven de 27 años para poder llevar el sustento a su casa.
«No había más nada qué hacer y la única solución fue esa», aseguró al dejar por sentado que las opciones de empleo formal en frontera son prácticamente nulas. «Vivo hacia los tribunales de San Antonio del Táchira», puntualizó.
Frente a este duro panorama, no descarta la migración. «Lo que pasa es que uno piensa en muchas cosas, pues para irme tendría que vender la moto, que es mi única herramienta de trabajo», resaltó mientras enfatizaba que en lo concerniente a la diáspora, hay dos opciones: «que le vaya bien a uno o que le vaya mal».
De irse — que es lo más seguro–, «tengo en mente los Estados Unidos, como todo el mundo, para dónde más». El veinteañero quiere esperar que pase diciembre, compartir ese mes con su familia, para luego emprender camino por el Darién en enero de 2025.
Solo en San Antonio del Táchira hay cerca de 40 cooperativas de mototaxistas. En la avenida Venezuela, por ejemplo, abundan las paradas de estos grupos. Hay más de 10. En total, de acuerdo con cifras consultadas, se registran más de 500 mototaxistas en la Villa Heroica, pues la otra mitad ha abandonado el trabajo para migrar.
Hacia el lado colombiano, en La Parada, un aproximado de 250 venezolanos también ofrecen el servicio, esto sin contar el extenso grupo de motorizados que ahora pasa con mercancía a Venezuela, el cual ha ido creciendo en los últimos meses.
Gualdrón tiene su parada del lado del país cafetalero, pero vive en Venezuela. «Me gustaría que hubiesen otras opciones de empleo. ¿Quién no quisiera? Todos queremos eso, un mejor futuro, que haya trabajo formal, más ganancias».
Cristian Gualdrón siente que su futuro está truncado en Venezuela. «No solo es el mío, sino el de muchas personas como yo, el de niños, jóvenes y adultos», subrayó al aclarar que su actual trabajo solo le permite sobrevivir, ya que «que no se puede ahorrar».
A más de dos años de la reactivación de frontera, las oportunidades en plazas de empleos formales han sido prácticamente nulas para los residentes de los municipios Bolívar y Pedro María Ureña. Muchos siguen pensando en la opción que ofrece la migración.
Jonathan Maldonado