Frontera
«Agua por cisterna o de lluvia»: El calvario de ureñenses con ocho años con las tuberías secas
2 de julio de 2024
En el municipio fronterizo Pedro María Ureña hay sectores con más de ocho años sin que les llegue el agua potable por tubería. Piden al gobierno nacional, regional y municipal una pronta solución ante el difícil escenario que atraviesan.
José Sánchez, de la calle 8 del barrio Cementerio, asegura sumar más de 96 meses con las tuberías totalmente secas. «Nos solventamos con el agua que pedimos por la aplicación Venapp o la que nos manda Jesucristo del cielo», resaltó.
Sánchez añora tener agua por tubería. Insta a las autoridades a buscar una solución oportuna y que beneficie a todos. «Ya parecemos camellos», remarcó.
Otros ciudadanos, como el caso de María Ortega, residente del barrio Ajuro, en Aguascalientes, opta por ir a los lavaderos a buscar agua sulfurosa que no es de su agrado o hasta el tanque australiano que tiene el geriátrico, de donde también les permiten abastecerse.
«El agua no nos llega desde hace más de dos años por tubería», enfatizó Ortega, al tiempo que dejaba claro que no cuenta con dinero para pagar el servicio de un camión cisterna, el cual abunda ante las necesidades que se registran.
Literalmente, a Ligia Flores, de la parte alta del barrio Plaza Vieja, le ha tocado rogar para que le suministren gratuitamente el servicio de llenado con carro cisterna. «Otras veces lo he pagado, pues llevamos más de ocho años sin recibir agua potable por tubería».
El caso de Freddy Flores, habitante del barrio Caney, es similar. Mostró cómo han aprovechado las lluvias de los últimos días para recoger agua que usan en los hogares. «Llevamos ocho años secos», destacó mientras insistía en la importancia de una solución a corto plazo.
El panorama podría agravarse frente a la avería que presenta el Acueducto Regional del Táchira (ART), en el municipio Sucre, por deslizamiento de un talud. En frontera anunciaron un plan de contingencia con camiones cisterna privados.
Esperan que con la inauguración del Acuerdo La Mulata muchas familias logren abastecerse con regularidad. «No somos camellos», insistieron desde la localidad fronteriza.
Jonathan Maldonado