Aseguran que la piratería sigue reinante en el municipio fronterizo Bolívar
Jonathan Maldonado
La mayoría de usuarios que arriban al terminal de pasajeros de San Antonio del Táchira tienen como objetivo abordar un interurbano para emprender camino hacia otra región del país. Muy pocos llegan para tomar un carrito cinco puestos o colectivo, con destino a San Cristóbal.
En conversación con algunos conductores de carros cinco puestos, precisaron que muchos de los compañeros han optado por acudir a La Parada, en Colombia, donde se ha establecido una especie de terminal clandestino, a cielo abierto. Allí, el conductor carga y paga una tasa de salida de 10 mil pesos.
«Ha sido una forma para poder trabajar y no quedarnos achicharrados en el terminal. Como usted puede apreciar, los que llegan compran su boleto en las agencias de expresos, son muy pocos los que usan nuestro servicio suburbano», apuntó el conductor consultado por el equipo reporteril de La Nación.
Para los transportistas suburbanos, el gran problema sigue siendo la piratería, la cual, pese a los diversos operativos que se han implementado en el municipio, continúa desbordada en varios puntos de la localidad de San Antonio del Táchira. Aseguran que los terminales clandestinos aún funcionan.
«Acá pareciera que legalizaron la piratería. Les dan más importancia a ellos que a nosotros, quienes estamos legalmente constituidos y pagamos lo que la ley nos exige», lamentó el conductor, quien resaltó que no todos los cinco puestos han podido cumplir con los requisitos que pide el Área Metropolitana de Cúcuta (AMC) para llegar hasta el terminal de Cúcuta. «Mientras tanto, un grupo nutrido se dirige a La Parada a cargar», afirmó.
En ese corregimiento, puede llegar el que quiera –legal o pirata–, pero debe estar consciente de que la tasa de salida debe pagarla una vez esté con sus pasajeros listo para salir hacia el lado venezolano. Este mecanismo ha sido criticado, pues el convenio es que los carros venezolanos pueden pasar a Colombia con pasajeros y deben retornar vacíos. Escenario que muy pocos cumplen. Los mismo pasa con los taxistas de la mancha amarilla.
Justo al frente del D1, los carros pululan a la espera de tener sus cuatro o cinco pasajeros para arrancar hacia el puente internacional Simón Bolívar, y así cruzar a Venezuela con su «carrerita». «A nosotros, los legales, no nos queda otra opción que salir a la calle a competir con el pirata, pues si nos quedamos en el terminal, corremos el riego de pasar días para poder salir», sentenció.