La baja regularidad con la que arriban cisternas a la frontera, hace que el ciudadano tenga pocas alternativas
Jonathan Maldonado
Yeison Ruíz acudió este jueves 9 mayo a la gasolina revendida. Tiene más de un mes sin acudir a una estación de servicio de la frontera. Pagó 18 mil pesos por cuatro litros que logró comprar en uno de los tantos tarantines que hay en la avenida Venezuela, en San Antonio del Táchira.
En el municipio Bolívar la dos estaciones operativas: La 56 y Venezuela estuvieron cerradas este jueves, al igual que las que funcionan en la localidad vecina de Pedro María Ureña Ureña. En los últimos días se ha notado la baja regularidad con la que llegan cisternas.
A Ruiz, de 47 años, se le complica revisar a diario los flyers que divulga la Mesa de Combustible en el estado Táchira. «Últimamente estoy comprando la gasolina en los puestos informales. Es un gasto más elevado, pero no hay de otra. En muchas ocasiones se me pasa estar revisando cuándo le toca a mi placa», enfatizó.
Más de 12 tarantines se logran contabilizar desde la altura de lo que conocía como El Surtidor y hasta La Redoma del Cementerio. Mujeres y hombres mueven sus embudos y exhiben las botellas de dos litros en señal de que «sí hay gasolina».
Lo contradictorio es que en el mercado informal se consigue las dos: «¿Colombiana o venezolana?», preguntan los vendedores con toda la naturalidad. Muchas familias viven en la zona de este oficio, pues las opciones de trabajo son pocas en la frontera.
Desde el lunes 6 de mayo y hasta el jueves 9 ha habido un reducido o casi nulo despacho de combustible en los dos municipios, solo el martes 7 abrió la boma La 56 para carros con terminal de placa en 2. El resto de días, las estaciones se han mantenido cerradas para la venta de gasolina.
Ante la poca oferta de combustible en las bombas de la frontera, la mayoría acude a la revendida o pasan a La Parada para abastecerse del carburante. Conductores esperan que este viernes el panorama sea otro y abran las instalaciones.