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Inicio/Frontera/Comerciantes en frontera se las ingenian para no cerrar frente a la penumbra

Frontera
Comerciantes en frontera se las ingenian para no cerrar frente a la penumbra

viernes 25 marzo, 2022

Los pocos negocios que subsisten en San Antonio del Táchira no se rinden ante los prolongados cortes de electricidad


Jonathan Maldonado


Ferddy Marciani, de 34 años, se niega a tirar la toalla. Su barbería, ubicada en pleno centro de San Antonio del Táchira, se ha visto afectada por los frecuentes y prolongados cortes de electricidad.
Aún así, el joven, junto a su hermano, abre el local de lunes a sábado, de 10:00 a.m. a 8:00 p.m., aproximadamente. La planta eléctrica, con capacidad de generar cerca de 3.000 vatios, los acompaña en cada jornada.
El ruido que produce la máquina generadora de energía es constante. Los cortes, al igual que en el reto del Táchira, se han agudizado, y la poca productividad que subiste en la zona no puede verse truncada.
Marciani lamenta que de las 10 horas que invierte en su trabajo, siete u ocho la pasan a oscuras, bajo la penumbra que imponen los cortes de Corpoelec. “La planta consume dos litros de gasolina por hora, y cada litro cuesta 3.000 pesos”.

Es decir, si el barbero desea mantenerla prendida durante las horas que no hay electricidad (7-8), el gasto sobrepasa los 40.000 pesos, consumiéndose así gran parte de las ganancias que entran en el día.
Aunque el local está diseñado para que laboren seis personas, en la actualidad “solo estamos mi hermano y yo. Antes sí funcionaba con los seis, pero la situación país y la pandemia han provocado muchos cambios”.
El caballero, como muchos venezolanos, ha migrado en varias oportunidades y ha retornado. “Me mantiene aquí la esperanza de que haya un cambio, de que un nuevo gobierno logre establecerse en algún momento”, dijo.
Y es que Marciani no cree en la tesis de que la falta de lluvia impide que los embalses trabajen a toda máquina. Para él se trata de un problema que data de hacía 13 años, y lo que “busca es un control social, tenernos ocupados para que gastemos nuestras energías en sortear obstáculos”.

Máquinas inalámbricas

Además de la planta que tienen, el dúo de socios ha tenido que invertir en máquinas inalámbricas, recargables, cuyos costos de mantenimiento son más elevados.
Pese a esas inversiones, no pueden subir el precio del corte, ya que “hay mucha competencia informal”, que es liderada en su mayoría por los migrantes internos que buscan echar raíces en la frontera.
Para Marciani lo que reina en la mayoría de comerciantes es el “inconformismo” y, al mismo tiempo, “la resignación”, este último punto le preocupa a sobremanera, pues la gente “ya no quiere reclamar”.
“La gente suele pensar que por no haber luz en la barbería no se trabaja, pero ya hemos ido informando para que sepan que, con luz o sin luz, laboramos”, indicó en torno a la disminución de los clientes.
Otro punto que inside en la baja de clientes, es el nulo poder adquisitivo de los ciudadanos, quienes prefieren cubrir, en un primer plano, sus necesidades básicas y luego sí buscan bajarse el cabello que los acompaña.

“Es preocupante lo que pasa”


Dora Useche, de 56 años, tiene más de siete años llevando la batuta de un local dedicado a la venta de productos de higiene y belleza.
El local está ubicado en la avenida Primero de Mayo, a una altura bastante estratégica pero que, en la actualidad, no sirve de a mucho debido a los pocos transeúntes que circulan por la arteria vial.
“Cuando se va la luz lo que más nos afecta es la facturación y el paso de la tarjeta por el punto — que no son muchas, pues la mayoría maneja efectivo y en pesos–,  que tienen en el negocio.
Otro punto que ve desfavorable es el impedimento al momento de querer refrescar la instalación frente al sol abrasador de zona. “Cómo se prende un ventilador o el aire, si estamos a oscuras”, agregó.

Useche, quien varios lustros atrás se desempeñó en agencias de aduanas, espera que el escenario mejore, se reponga por el bien de todos los que hacen vida en la jurisdicción de Bolívar.
Jonathan Maldonado

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