Frontera
Corazón de La Parada: donde lo irregular y la prostitución se mueven a sus anchas
3 de abril de 2023
En los sectores del corregimiento, cercanos a las trochas, lideran la anarquía y lo ilegal
Jonathan Maldonado
Entrar al corazón de La Parada, en el corregimiento colombiano del municipio Villa del Rosario, es tropezarse con un mundo donde la anarquía, lo irregular y la prostitución se mueven a sus anchas.
En esas veredas, las más cercanas a las trochas, el temor transita silenciosamente, pues muchas viviendas siguen marcadas por grupos que se disputan la zona a través de las armas y la violencia. El Tren de Aragua tiene la guerra declarada con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), dicen quienes conocen ese mundo irregular.
«No es fácil vivir en esta zona. Yo he visto cómo asesinan a la luz del día a personas que, por algún motivo u otro, son víctimas de estos grupos», comentó Ángel, nombre ficticio que se adjudicó el hombre trochero, para evitar ser identificado.
Ángel tiene familia. Vive desde hace seis años en el corazón de La Parada. «Acá hay que saber manejarse. Uno no puede estar apareciendo en todos lados porque lo marcan a uno», relató al equipo reporteril de La Nación.
Desde que arribó al corregimiento, se ha dedicado a trasladar mercancía por las trochas o puente. «Cuando la cosa está muy caliente, provoca salir corriendo, sobre todo por los hijos; ellos no deberían presenciar esos escenarios», resaltó.
«ELN. Fuera Tren de Aragua», son pintas que aún se leen en varias viviendas ubicadas a los adentros de una localidad comercial que está sujeta a muchos matices, entre ellos la prostitución, un ámbito en el que se han visto inmiscuidas muchas venezolanas.
«A mí me da miedo por mi hija, uno le habla mucho y la cuida, pero acá no se puede bajar la guardia. Hay mucha gente dedicada a meter a los jóvenes en esos mundos», prosiguió Ángel.
En marzo de 2022, La Nación logró entrevistar a cinco mujeres — todas venezolanas–, dedicadas a la prostitución. Ese grupo, como muchos otros, no ven más opciones en el sector y terminan vendiendo su cuerpo por dinero. Todas alegaban que las ganas de ayudar a sus hijos y demás familiares las empujaban a experimentar un escenario donde abundan los peligros.
«Poco se ve a la Policía de Colombia meterse hacia las zonas rojas. Solo se les ve cuando hay operativos intensos o cuando consiguen un cadáver. De resto, no hay patrullaje», sentenció Ángel.
Y es que la policía del vecino país ha mantenido sus puntos de control en la zona neurálgica del centro de La Parada, donde convergen los negocios y las casas de cambio. Allí sí han logrado cierto orden y hay más tranquilidad, y menos anarquía.
Ángel ha pensado en irse, pero no consigue adónde. Regresar a Venezuela, específicamente a Valencia, no lo ve viable por la difícil situación económica que aún impera en todo el país. «Qué vamos a hacer allá…», se preguntaba sin obtener una respuesta clara.
Irse a otra zona de Colombia, lo ve más oportuno; pero asegura que debe analizar muy bien las cosas. «Mi mujer es la que insiste en que debemos irnos; mientras eso pasa, uno trata de no meterse en problemas», aseveró desde el anonimato que le confiere el nombre que dio al momento de la entrevista.
«Acá, el que menos usted piensa, es miembro del Tren de Aragua. Es difícil moverse por La Parada», enfatizó a modo de colofón.