Frontera

Cortes y soledad: el dúo en el comercio de San Antonio a un año de la reapertura

30 de septiembre de 2023

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Aparatos quemados, plantas encendidas y pocos clientes reinan en el casco central


El Dato…

Más del 90 % del comercio e industria sigue paralizado en la frontera


Jonathan Maldonado


A un año de la reapertura progresiva de frontera, los comerciantes de San Antonio del Táchira, en el municipio Bolívar, aseguran que el impacto no ha sido positivo, pues el escenario se recrudeció en los últimos 12 meses.

Freddy Gómez tiene varios lustros sumados en el comercio. En la actualidad, posee una venta de pasteles, jugos y refrescos en el centro de la Villa Heroica. Lo atiende junto a su esposa. «Hace 15 días se me dañó el motor de la nevera a raíz de que llegó la luz con mucha fuerza», lamentó.

Gómez asegura que la reapertura de los puentes terminó por golpearlos: «No ha traído un resultado positivo para el comercio en San Antonio, todo sigue igual y creo que hasta peor, pues la gente que viene del centro del país ya no pasa por esta zona, sigue directo a Colombia».

En sí, está claro que la culpa no ha sido de la reactivación de los tramos binacionales, la cual aplaude y era necesaria tras más de siete años cerrados, sino a la falta de apoyo al poco comerciante que queda por parte de las autoridades: «No hay flexibilización con los impuestos, el Seniat está molestando demasiado al exigir una máquina fiscal que no tenemos cómo comprarla».

Otro punto que resalta es la deficiencia de los servicios públicos. En el momento de la entrevista, Gómez sumaba dos horas sin luz. «He perdido jugos y pasteles por los constantes cortes», prosiguió mientras regresaba al tema de la nevera, pues para reparar el motor debe invertir más 300 mil pesos, monto que no ha logrado reunir.

El cierre de más de siete años de la frontera hace, a juicio del comerciante, que la posibilidad de rescate sea mucho más lenta. «Ese tiempo nos hizo mucho daño y hoy estamos viviendo las consecuencias», señaló, mientras dejaba claro que la falta de confianza no le permite a nadie dar el paso para invertir: «Ojalá y en algún momento consigamos recuperar el título de la frontera más viva. No pierdo la esperanza».

«Reina la soledad»

«Hace más de siete años San Antonio del Táchira era pujante», así la recuerda Adalberto Vivas, con más de 18 años dedicado al comercio formal. «Hoy, lo que reina es la soledad», soltó con un dejo de desesperanza que trató de disuadir mientras conversaba.

Desde su perspectiva, los 12 meses de reapertura progresiva que han transcurrido no han dejado algo positivo al comercio, que sigue paralizado en más del 90 % en la ciudad. «Al contrario, se ha desmejorado el comercio de la zona», añadió.

El sanantoniense tiene un negocio de publicidad. «En este instante no hay luz y me paralizo por completo, dependo totalmente de la electricidad», remarcó, para luego aclarar que urge cambiar las políticas: «Esta frontera debe estar abierta las 24 horas para que el colombiano pase sin ningún problema».

A Vivas lo mantiene en pie la voluntad y su empecinamiento en no abandonar lo que por tantos años le costó erigir. «Yo sigo en mi tierra, trabajando, y sé que vendrán cambios positivos. No hay mal que dure 100 años», ironizó desde la fachada de su local comercial.

Costos de la planta eléctrica

Al día, Ferddy Marciani gasta hasta 15 mil pesos en combustible para mantener la planta eléctrica encendida y, de esta manera, evitar que su negocio, una barbería ubicada en pleno casco de la ciudad, se pare por completo.

El negocio lo montó con su hermano. Se trata de dos jóvenes sanantonienses que están agotando todas las alternativas antes de tomar la decisión de emigrar, la cual ha estado latente en los últimos meses, pues no ha habido un viraje importante a 12 meses de la reapertura de frontera.

Los cortes en su zona han sido de hasta ocho horas. Aunque no lleva la contabilidad exacta de lo que gasta en carburante para la planta, insiste en que es bastante, si se suma el mes, y se trata de gasolina revendida, la del «mercado negro» que se ha normalizado y extendido por la jurisdicción.

«No somos atractivos para un público internacional, en este caso los colombianos, ya que no tenemos cómo competir. Los servicios públicos son deficientes, pasamos hasta ocho horas sin luz y el agua no llega, pese a las altas tarifas que se pagan», puntualizó.

El joven ve con preocupación que el municipio solo esté siendo usado como corredor: «Nuestros clientes, que es la gente del pueblo, ya no frecuentan nuestras instalaciones, pues la mayoría ha migrado».

Estas impresiones acompañan a gran parte de los comerciantes que aún abren sus santamarías en una frontera que no ha logrado despegar.

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