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Inicio/Frontera/Cronología de un cierre con grietas aún visibles

Frontera
Cronología de un cierre con grietas aún visibles

lunes 25 agosto, 2025

Tarjeta de Movilidad Fronteriza, contenedores atravesados y pandemia, entre los sucesos más recordados

Jonathan Maldonado

Texto y fotos

Con el 19 de agosto de 2015, la frontera más viva de Latinoamérica se fue desdibujando hasta perder su brújula, dándole paso a episodios que hicieron engorrosa la salida a una crisis que se enraizó y fue haciendo mella en un sector productivo que iba perdiendo fuerza con la migración de sus talentos. La oscuridad en el túnel se hizo larga. Hoy la cronología busca crear un precedente para que la historia no vuelva a repetirse.

El 26 de septiembre de 2022 se puso punto final a más de siete años de cierre fronterizo, decretado de forma unilateral hace 10 años por el Gobierno de Venezuela. En este texto periodístico no solo haremos recuentos de los momentos más álgidos en los 84 meses que duró el bloqueo, sino que mostraremos una radiografía de lo que ha sido la reactivación, pues las secuelas siguen latentes en varios sectores.

2015: El año de la desazón

Un ataque contra tres militares y un civil, aparentemente perpetrado por paramilitares en San Antonio del Táchira, llevó a Nicolás Maduro a anunciar el cierre de frontera, en horas de la noche. La noticia la vieron millones de ciudadanos a través de sus televisores. Esa alocución del primer mandatario fue el génesis de la debacle social, política, cultural y económica entre el estado andino y el departamento neogranadino.

Al día siguiente, 20 de agosto, arrancan las primeras 72 horas de cierre de los puentes que conectan a Venezuela con Colombia. Ese lapso parecía corto y fácil de asimilar, pero no fue así: 24 horas después se conoce el Estado de Excepción por 90 días en las jurisdicciones fronterizas, abriendo así las posibilidades de un bloqueo indefinido, que dio paso a una informalidad que ganó terreno en las trochas.

La confusión seguía reinando en la ciudadanía a solo dos días del cierre. Cientos de comerciantes no sabían qué hacer, sentían que sus derechos, como los del resto de la población, no estaban garantizados. En la comuna La Guadalupe, mejor conocida como La Invasión, la Operación Liberación del Pueblo (OLP) provocó estragos que, a la fecha, aún se mantienen frescos en la mente de muchos.

Decenas de paramilitares fueron detenidos por la OLP, varias casas fueron marcadas y varios grupos de colombianos se vieron en la obligación de atravesar el río Táchira, con las pertenencias que lograron sacar de sus casas sobre sus hombros, tras la deportación. Estos escenarios dieron paso a los primeros acercamientos entre los cancilleres, sin éxito alguno.

Con una frontera cuyo rostro se iba desfigurando raudamente, el Gobierno hace su primera acción humanitaria: Abre paso para los niños de la frontera, lado venezolano, que hacían vida estudiantil en Colombia, en especial en las zonas de La Parada, El Rosario, el Escobal o la ciudad de Cúcuta.

Ya para el 20 de octubre, el presidente Nicolás Maduro anuncia la prórroga de 60 días más del Estado de Excepción en los municipios fronterizos, lo que avivó el malestar de una población que buscaba regresar al dinamismo que los había caracterizado en San Antonio y Ureña, dos ciudades de gran potencial comercial e industrial.

2016. Las damas de blanco

El 5 de julio de 2016, más de 500 personas, en su mayoría mujeres ataviadas de blanco, cruzaron el puente internacional Francisco de Paula Santander, en Ureña, y con dirección a Colombia, luego de romper un cordón que tenía dispuesto la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), a escasos metros del tramo binacional.

La acción de “las mujeres de blanco” fue espontánea. Nace tras meses de preocupaciones y riesgos por las sinuosas rutas de las trochas. El 26 de febrero, casi tres meses antes de la irrupción de las damas, se dio la apertura para el paso de vehículos de carga pesada vacíos.

A ocho días de que se cumpliera el primer año de cierre, Nicolás Maduro y el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, acuerdan una apertura ordenada, controlada y gradual. Dos días después de ese anuncio, el 13 de agosto, abren paso peatonal diurno por los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

Ese día, según cifras aportadas por autoridades en el vecino país, pudieron cruzar cerca de 25.000 personas. El 24 de septiembre de 2016, Venezuela reactiva el comercio con el vecino país a través del paso de gandolas de carga pesada.

Trascurrieron tres meses, y específicamente el 12 de diciembre, el Gobierno de Maduro estimó una fuga de 300.000 millones de bolívares en billetes de 100. Al otro día, ordenó el cierre de frontera y duró 20 días.

2017. Tarjeta de Movilidad Fronteriza

La implementación de la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, por parte de Migración Colombia, a partir del 16 de febrero de 2017, le restó flexibilización al tránsito de peatones por los pasos formales. Un mes antes, Venezuela abre las primeras ocho casas de cambio con el fin de lograr un “equilibrio de la moneda”.

Otro punto que se hizo sentir, a dos años del cierre, fue la migración masiva de venezolanos que se registró sobre los tramos internacionales, a raíz de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un accionar por parte del chavismo que desinfló las pocas expectativas de miles de venezolanos que añoraban un respiro político y económico.

Para el 30 de abril, ambos gobiernos permitieron el paso por los puentes de casi 500 vehículos que se hallaban represados en ambos lados. La medida fue rápida y no dio pie a cambios que favorecieran el ritmo, poco positivo, que estaba arropando a la frontera entre Táchira y Norte de Santander.

Las balaceras se vuelven frecuentes en las cercanías al puente Simón Bolívar, debido a las disputas entre grupos irregulares por los espacios. La primera, de muchas que se avecinaban, se presentó el 20 de septiembre de 2017.

2018. Nuevo sistema de verificación

Para los primeros días del mes de febrero del año 2018, Colombia deja de emitir la Tarjeta de Movilidad Fronteriza y recrudece los controles para el paso de venezolanos, escenario que agudizó el malestar de una ciudadanía que veía, cada día más lejos, el retorno del dinamismo formal y natural.

Cinco meses después, la hermana nación pone en marcha un nuevo sistema para la verificación de la TMF, afianzándose así un documento que se convirtió en requisito fundamental para hacer el tránsito pendular: ir a La Parada o Cúcuta, por ejemplo, y retornar en horas de la tarde o noche, luego de cumplir con las diligencias.

Para el último trimestre de 2018, específicamente en el mes de noviembre, Migración Colombia reactiva la emisión de la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, dándole la posibilidad a miles de ciudadanos que aún no habían logrado obtener el documento.

Aunque fueron menos los hechos que englobaron a esos meses, en comparación con los años que le antecedieron, no dejaron de ser trascendentales para una sociedad que seguía pidiendo a gritos el regreso de la frontera más viva de Latinoamérica.

2019. 14 millones de venezolanos pasaron por la frontera

Pese a ser un año de grandes tensiones políticas y sociales, la movilidad en 2019 no se vio interrumpida. El 23 de febrero de ese año, los puentes vuelven a cerrarse tras el intento de la oposición de pasar desde Colombia y hasta Venezuela, lo que calificaron como ayuda humanitaria. Ese día, los puentes fueron una trinchera de enfrentamientos.

La marca más palpable de esa fecha fueron los contenedores, obstáculos que estuvieron a punto de cumplir tres años sobre los tramos binacionales. Durante cuatro meses, los venezolanos se vieron en la necesidad de usar las trochas: La Platanera, Las Pampas y Los Mangos fueron testigos de ríos de gente que las atravesaban.

El 8 de junio, el Gobierno decide reactivar el paso peatonal, regresando así la marea de gente sobre los pasos formales. Era común ver a personas regresar de Colombia con costales de alimentos como forma de rebusque; otros iban a cobrar sus remesas. También estaban los que migraban.

Había días en los que el ritmo por el puente internacional Simón Bolívar registraba la cifra de 40 mil transeúntes, según cifras aportadas por el entonces alcalde William Gómez. Los días de menor movilidad presentaban una movilización de 20 a 25 mil ciudadanos, la mayoría en un tránsito pendular.

Para el “Viernes Negro”, celebrado en el mes de noviembre, Gómez estimó que más de 100 mil ciudadanos inundaron la avenida Venezuela. Ese día, hubo un “tsunami” de personas en una frontera que se quedaba pequeña frente al elevado número de viajeros que arribaban a diario de diversas regiones del país.

En 2019, según la cifra aportada por el exalcalde a La Nación, 14 millones de venezolanos pasaron por la frontera: De esta cifra, el 70 % (9.800.000) llegó al Terminal de Pasajeros de la ciudad fronteriza, mientras que un 30 % (4.200.000) lo hizo en vehículos particulares.

2020. Llega la pandemia

El viernes 13 de marzo, el presidente de Colombia, Iván Duque, anuncia, en horas de la noche, el cierre de frontera con Venezuela por el arribo de los primeros casos relacionados con la COVID-19, el virus que paralizó al mundo.

Cientos de connacionales, ante el lóbrego escenario provocado por el virus, decidieron retornar a su país. La frontera se convirtió en un receptor de venezolanos que no aguantaba el golpe asestado por la pandemia a la economía del país donde residían como migrantes.

Frente a este panorama, se crearon los Puntos de Asistencia Social Integral (PASI), en sus diversas modalidades. Las instituciones (escuelas y liceos) fueron usadas para albergar, por días, a grupos de ciudadanos que ingresaban a la nación en medio de una enfermedad de la que no se sabía mucho.

El municipio Bolívar se convirtió en el gran epicentro: Punto de Asistencia Social Integral Especial (PASIE), para los contagiados; Punto de Asistencia Social Integral de Campaña (Pasic), que funcionó en el terminal de pasajeros de San Antonio; Punto de Asistencia Social Integral Municipal (Pasiemu), Punto de Asistencia Social Integral para Migrantes Internos (Pasiemi) y Punto de Asistencia Social (PAS), este último se habilitó en la aduana principal, por donde ingresaban los connacionales.

Aunque hubo otros PASI en municipios como Pedro María Ureña y San Cristóbal, el protagonismo lo tuvo la Villa Heroica, como también se le conoce a San Antonio. Se estima que más de 120 mil connacionales retornaron por esta frontera, en especial por el puente internacional Simón Bolívar.

El toque de queda y estado de aislamiento total, acompañaron cada una de las estrategias implementadas en los PASI. Los primeros meses, cientos de connacionales pasaban días durmiendo en La Parada, en carpas improvisadas, mientras les llegaba el turno de entrar por el puente.

2021. Retiran los contenedores

Los primeros meses del año 2021 también estuvieron arropados por la pandemia. A medida que las primeras vacunas llegaron a la frontera, el escenario fue flexibilizándose y la informalidad –lo que reinó en siete años de cierre– empezó a llenar nuevamente los espacios, pero aún con medidas de bioseguridad.

A la par, se fue intensificando el número de reuniones entre los sectores productivos y las autoridades regionales y municipales, para ir adelantando las posibilidades de que el comercio formal se reactivara por Táchira y Norte de Santander. Para ello, urgía que los contenedores fueran removidos de los tramos binacionales.

El Acuerdo de San Antonio, desarrollado en septiembre de 2021, en el auditorio del Seniat, ubicado en la aduana principal, dio pie para varios avances que, aun así, dejaron algunos sinsabores en quienes veían muy cerca la reapertura de la frontera colombo-venezolana.

Para el 4 de octubre, los contenedores del puente de San Antonio, el Simón Bolívar, fueron removidos en medio de un acto gubernamental que limitó el acceso a la prensa nacional, regional e internacional. Cuatro días después, el 8 de octubre, y sin tantas restricciones, retiraron los de Ureña.

El próximo paso significativo fue la reapertura para los peatones del puente internacional Simón Bolívar: 25 de octubre. Ese lunes, sin anuncio oficial, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) comenzó a dejar que la gente pasara, sin importar el motivo que lo condujera al otro lado. La noticia se dispersó y los funcionarios alegaban que se trataba de un “plan piloto”.

Al día siguiente, martes 26, el entonces designado protector del Táchira, Freddy Bernal, actual gobernador de la región andina, llegó al puente a confirmar la reapertura para el tránsito de personas. Quedaba menos de un mes para la fecha de las elecciones.

Quince días trascurrieron para que el puente de Ureña, el Francisco de Paula Santander, también fuera reactivado para el paso de peatones. A comparación con el paso formal de San Antonio, este registra una circulación más tímida y, en muchos casos, con mayores flexibilizaciones de las autoridades.

Cuando faltaban ocho días para que cerrara 2021, el sector productivo de ambos países intentó el paso de las primeras gandolas por el puente de Ureña. Una del lado venezolano y otra del lado colombiano, se hallaban listas para hacer el trayecto. Las autoridades de Colombia recularon mientras en Venezuela decían “nosotros estamos listos, preparados”.

2022. Anuncian la anhelada fecha

Sin duda, este año será recordado como el del cambio. Tras siete años de una montaña rusa que estuvo a punto de descarrilarse por completo, los habitantes de frontera se mantuvieron firmes en la lucha. El primer paso es significativo: Reactivación comercial con la circulación de las 10 primeras gandolas.

A las reuniones que también se sostuvieron en diversos escenarios del Táchira o Norte de Santander, se suman dos acuerdos de frontera, el primero celebrado en la ciudad de San Cristóbal y el otro en Cúcuta.

El triunfo de Gustavo Petro, en la segunda vuelta presidencial del vecino país, dio paso a que se anunciara, por parte de ambos mandatarios, la reapertura de frontera. El paso de vehículos particulares y de transporte público, le otorgaría a la zona una reapertura completa. Se preveía que fuera en tres meses, cuando esté operativo el puente internacional de Tienditas.

El 26 de septiembre se perfilaba como el inicio de una nueva etapa para Táchira, en Venezuela, y Norte de Santander, en Colombia.

Desde el anuncio de fecha para la reapertura de frontera, el pasado 9 de septiembre, y hasta la actualidad, la zona ha registrado un ritmo acelerado y enfocado en la reorganización de los tramos binacionales: los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, los dos habilitados para la circulación de vehículos de carga pesada.

Llegó el día. Los espacios cercanos al puente de San Antonio lucían despejados, limpios, sin obstáculos. En días previos a la reactivación, obreros de ambas naciones agilizaron sus manos para darle un rostro más amable y ordenado al paso formal. La ciudadanía no paró su tránsito por el puente y observaba, con cierto escepticismo, los cambios que se daban.

Mientras Colombia pintaba y recuperaba algunos puntos específicos del puente Simón Bolívar, Venezuela retiraba barandas de la aduana principal y la mega carpa de Acnur. Todo daba a entender que el tramo más emblemático entre Táchira y Norte de Santander, sería activado para el tránsito de gandolas. Fue así. El ministro del Transporte neogranadino, Guillermo Reyes, lo confirmó.

Ingenieros de Invías, en Colombia, desfilaban frecuentemente por el puente. “Aún no sabemos si se va a asfaltar. Estamos esperando la orden”, decían cuando se les consultaba al respecto. Al final, no hubo ni asfaltado ni bacheos en la vía.  Solo en La Parada se presentaron algunos trabajos con asfalto caliente.

Las vallas empezaron a ser enfiladas. Primero lo hizo Colombia, pues Venezuela estaba concentrada en terminar de pintar los espacios de la plaza La Confraternidad, la aduana y el puente. Carros institucionales entraban y salían de los accesos al puente. Una vez más, el Simón Bolívar protagonizaría un nuevo episodio, con la diferencia de que, en esa ocasión, sellará el adiós a siete años de bloqueo.

“Es la única manera de que arreglen y hagan algo por mejorar los espacios”, soltaban transeúntes al ver los virajes que se registraban sobre un trayecto que ha experimentado, en los últimos años, acontecimientos que le restaron a su dinamismo natural y formal. Las autoridades, tratando de pasar desapercibidos, se acercaban a supervisar.

Nada interfirió con la circulación diaria de los transeúntes. Los trabajos se dieron a la par del movimiento acostumbrado. Las labores más engorrosas las dejaban para la noche, cuando el desplazamiento de ciudadanos cesaba a partir de las 9:00 p.m., hora de cierre para el retorno a Venezuela.

Las reuniones binacionales y la presencia de autoridades nacionales, signaron los últimos días de bloqueo en el puente. Anuncios ratificaron que nada truncaría la puesta en marcha del intercambio comercial de dos naciones que, pese a las querellas políticas, nunca han dejado de ser hermanas. La historia lo ha sustentado.

El sector productivo se muestra muy entusiasta. Han puesto todo su esmero en la reapertura. Necesitan agarrar nuevamente el timón del barco, pues los últimos siete años se tradujeron para empresarios, comerciantes y aduaneros en 84 meses lóbregos, en donde las circunstancias no jugaron a su favor.

El 26 de septiembre 2022, 10 gandolas: cinco colombianas y cinco venezolanas, se alistaron para atravesar el puente. Lo que se respiró fue optimismo, anhelos fervientes de ver renacer la frontera. Todo indica que será así.

2023. Inauguración del Atanasio Girardot

El 1° de enero de 2023, el puente internacional Atanasio Girardot, que conecta la parroquia Tienditas, en Pedro María Ureña, con el municipio colombiano de Villa del Rosario, fue inaugurado por las autoridades de ambos países.

Este tramo binacional, el más joven de los cuatro que unen a Táchira con Norte de Santander, fue el primero en recibir carros y motos particulares, luego de más de siete años cerrados para tal fin. Aunque al principio, hubo denuncias de irregularidades, el tránsito se fue normalizando poco a poco.

Para el 17 de febrero, los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander fueron reactivados para la circulación de vehículos particulares, una noticia recibida con gran beneplácito por la ciudadanía que esperó casi ocho años para que se concretara.

El transporte de busetas y buses de ruta binacional, también se fue cristalizando en el 2023, con muchas limitaciones para las empresas venezolanas por la flota tan vieja, la cual es obsoleta para el vecino país. El alto costo de los requisitos que pide el país hermano ha sido otro obstáculo.

2024. Año del comercio binacional

El 2024 cerró con más de 1.200 millones de dólares de intercambio comercial binacional y con un balanza bastante inclinada a favor del país cafetero, que  ha hecho la mayoría del movimiento en conjunto con las mercancías que vienen de terceros países y usan a Colombia como nación de tránsito para poder cruzar a Venezuela.

Aunque las cifras no se comparan con las que se registraban antes del cierre de 2015, este sector ha sido uno de los pocos que ha conseguido despegar con un crecimiento sostenido mes tras mes y con muchos retos que deben superar para hacer del sector una verdadera potencia en frontera.

Una de las grandes debilidades del intercambio comercial entre Colombia y Venezuela, han sido las dilaciones que afrontan actualmente las empresas de carga internacional venezolanas al no poder habilitar sus vehículos para cruzar frontera por trabas para obtener las pólizas que exige el vecino país.

2025. Siguen palpables grandes secuelas

El pasado 19 de agosto se recordaron los 10 años que han transcurrido desde aquel fatídico anuncio de cierre que provocó el resquebrajamiento de una frontera que, a la fecha, no ha logrado recuperarse, sobre todo si se mira hacia el eje San Antonio del Táchira-Ureña.

Para el analista en temas de frontera William Gómez, hay grandes secuelas a causa del cierre de hace dos lustros que están muy latentes en el comercio e industria, dos sectores que continúan paralizados en un 92 %. «El 8 % activo solo lo hace a media máquina», recalcó.

Por su parte, el diputado jubilado a la Asamblea Nacional (AN), Walter Márquez, lamentó que la frontera no esté abierta en su totalidad, pues todas las noches cierran a las 9:00 p.m. hasta 6:00 a.m. del otro día, excepto el Atanasio Girardot que cesa operatividad tres horas después, a la medianoche, un comportamiento que a su juicio es inconstitucional y viola los derechos humanos. Exigió su reapertura total, sin límites en el horario.

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