Las fachadas de la mayoría de los locales del centro de San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo Bolívar, lucen desvencijadas. El tiempo que han permanecido cerrados ha provocado ese deterioro. De los letreros, poco queda, el viento, el sol y las lluvias han hecho mella.

La soledad es palpable en el casco central de la ciudad. El actual escenario es poco llamativo para los habitantes de la zona y para los visitantes, quienes ven más factible ir a Cúcuta o La Parada por la gran variedad de productos y precios. La Villa Heroica quedó solo como zona de paso.

De 18 locales que se pueden contabilizar por cuadra, solo tres o cuatro suben sus santamarías. Es una imagen que se repite en gran parte del casco central de la ciudad.

Pero, qué hace falta para lograr que el centro de la ciudad despegue y recupere su dinamismo. Comerciantes consultados indican que debe haber mayor flexibilización en torno a los impuestos, que funcionen los servicios básicos y que hayan alternativas y facilidades para ofrecer productos que llamen la atención y que marquen la diferencia frente a la gran competencia: ¡Cúcuta!

«Es complejo ver un centro tan deteriorado. Uno trata de mantener arreglada la fachada del local, pero ante tantos establecimientos cerrados es casi imposible conseguir una imagen agradable en todo el centro», recalcó un comerciante consultado por La Nación.

Otro punto que preocupa enormemente es cómo muchas esquinas y otras áreas del centro han sido convertidas como basureros. «El camión del aseo pasa y, a las horas, ya hay otra vez bolsas. La inconsciencia de la gente se suma a un servicio que no funciona a cabalidad», dijo.

En torno a si una Zona Económica Especial Fronteriza pudiera ser la panacea a tantos problemas, manifiestan cierta incredulidad. Prefieren esperar a ver qué pasa. Recordaron que, desde el anuncio de reactivación progresiva de frontera, el 26 de septiembre de 2022, no ha habido resultados palpables a un comercio que raya en el 90% de paralización.

Jonathan Maldonado