Frontera

Economía fronteriza: distorsión y desventaja

22 de agosto de 2020

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Norma Pérez M.


Tal vez muchos recuerdan con nostalgia cuando pasaban de San Antonio a Cúcuta, en sus vehículos o en transporte público. De regreso hacían el mismo recorrido con sus compras, en la comodidad de un automotor que los llevaba hasta su destino.

Detrás de esa pequeña comodidad perdida hay un contexto de circunstancias que afectan, no solo al estado Táchira sino a todo el país, y también se reflejan en menor escala del lado colombiano.

Desde su experiencia como especialista, el economista Aldo Contreras puntualizó los aspectos más resaltantes generados por el cierre de la frontera colombo-venezolana, que alguna vez fue la más activa de Latinoamérica y que ahora es escenario de distorsión y desventaja.

“No tiene a Bolívar sino a Santander”

A cinco años del cierre de la frontera, el panorama solo muestra cambios desfavorables para Venezuela. De acuerdo a lo expuesto por Contreras, el 94 por ciento de las transacciones se realiza en pesos colombianos: “Hoy el estado Táchira tiene como moneda de cambio el peso, esto producto de ese cierre fronterizo y de la hiperinflación vivida en Venezuela. No tiene a Bolívar, sino a Santander”, dice refiriéndose a las divisas del vecino país.

Entre los datos que aporta, figura que cerca del 70 % de los productos que existen en la economía informal y en las materias primas o comercios formales son de origen colombiano. Esto da cuenta de una economía que, pese al cierre de la frontera, sigue transitando mercancía por las trochas.

Desde agosto de 2015 se cierran las aduanas de San Antonio y Ureña, lo que deja a un lado la posibilidad que exista tránsito de mercancía de forma legal; lo que considera altamente negativo en una frontera donde se intercambiaban más  de siete mil millones de dólares.

Explicó que el cierre dejó imposibilitada la oportunidad que brindaba la Comunidad Andina de Naciones, de la cual salió Venezuela en el año 2011; de tener el pase fronterizo, no solo para transitar por los países de la Comunidad Andina, también perdió los grandes beneficios que tenía el eje fronterizo en relación con las exportaciones. Como es conocido, actualmente nuestro país sufre una crisis de servicios públicos, mientras que en aquella época dorada exportaba energía eléctrica a Colombia, industria metalmecánica, productos agrícolas, fertilizantes y muchos otros rubros que, además de cubrir la demanda interna, quedaban para exportar.

“Hoy la realidad es otra, ya que estos rubros entran a Venezuela desde Colombia, sin código de producto envasado, sin registro ni permiso sanitario; compiten con los productos locales, lo que ha traído como consecuencia el crecimiento de la economía informal en un 60 %; por lo tanto, es común ver las llamadas mesitas frente a las casas con productos que forman parte de la subsistencia. Los estragos de la pandemia han hecho que las personas tengan que trasladarse a sectores priorizados, como alimentos y medicinas, y esto ha sido un escape”.

Municipios  “colombianizados”

El economista Aldo Contreras reitera que en el estado Táchira todo se paga en pesos y que hay municipios que están más” colombianizados”, como el caso de los fronterizos, donde se usa el peso como moneda de cambio. Un agravante son las fallas eléctricas y la falta de conectividad, que hacen que se utilice esta moneda y, en menor medida, el dólar y el euro.

Su preocupación radica en que no se avizora una apertura de frontera: “recordemos que quien cerró la frontera inicialmente fue Nicolás Maduro, para sacar los connacionales del río Táchira, y se ha perdido dinero, hay agencias aduanales quebradas, no se fabrica nada en Ureña, San Antonio tiene cortes eléctricos de más de 20 horas, la productividad ha caído, el desempleo reina y no hay indicios de un cambio para que Venezuela vuelva a ser competitiva. Tampoco se inauguró el puente de Tienditas. Entonces, las relaciones entre estos países hermanos se ha deteriorado más y cada vez tiene mayor presencia en la economía de mercado, Colombia en Venezuela, y no al revés”.

A esto se suma que en los últimos días, ante la escasez de gasolina y a las más de cinco semanas sin poder surtir combustible, ha hecho su aparición en los municipios fronterizos la gasolina colombiana.

De mal en peor

Para que una frontera se considere abierta debe haber libre tránsito de personas y mercancías. En los puentes Simón Bolívar y Tienditas existen unos contenedores que hacen muy difícil el paso y desde el 13 de marzo, al comienzo de la pandemia, cuando Colombia decide cerrar el canal humanitario, empeoró la situación económica del tachirense.

Otro aspecto importante son las remesas; un gran número de tachirenses iba a Cúcuta a cobrarlas, estaban por el orden de los 6 mil millones de dólares al año, pero la pandemia del covid-19 afectó, no solo a los venezolanos, también a los colombianos, debido a que cerraron las casas de cambio, agencias de recepción de remesas, comercios y empresas que prestaban servicio a los connacionales.

“Son 5 años que Venezuela no tiene una ventaja competitiva comparativa para hacer exportaciones, lo que hace son importaciones muy bajas y sobre todo, el cierre no deja beneficios al Estado por no pagarse aranceles, al pasar las mercancías por trochas. Muchos de esos productos son falsificados, vemos en el mercado productos falsos o vencidos, sin medidas sanitarias”.

El bolívar está completamente depreciado, un dólar ya alcanza los 300 mil bolívares, pero si se agregan las dos reconversiones monetarias, debe decirse que un dólar vale 30 millones de bolívares. Esto da cuenta de la pulverización del poder adquisitivo, además de enfrentar el fantasma del desempleo.

Es común ver a todo el mundo con pesos colombianos, pero aún hay grandes distorsiones en relación al manejo de una moneda que solo tiene el 7 por ciento de inflación mensual, versus el 15 mil por ciento de inflación que ha proyectado el Fondo Monetario Internacional para el 2020 en Venezuela. Otros datos aportados por el especialista.

Su reflexión apunta a que estos aspectos inciden en la producción nacional, pues Colombia produce economías de mercado y esto ha hecho que la economía informal se inunde de productos procedentes de ese país.

“En Venezuela, una empresa formal paga el dos por ciento de impuesto a grandes transacciones financieras, retienen el uno por ciento de Impuesto Sobre la Renta, paga el 16 por ciento de IVA, el 34 por ciento de Impuesto Sobre la Renta, el 1,5 por ciento de Impuesto a las Actividades Económicas, a la alcaldía del municipio, empleados, Seguro Social, Política Habitacional, alquiler, planta eléctrica, gasoil, que la economía informal no cumple, y por esto está lejos de generar beneficios para cualquier economía en el mundo. Son muchos los compromisos que debe honrar una empresa formal para poder funcionar”.

A su juicio, lo que se requiere es que existan, por parte del Estado venezolano y de las alcaldías, las medidas para fomentar la economía formal y el emprendimiento, una apertura de la actividad comercial, y para esto debe haber una frontera abierta; regresar a la Comunidad Andina de Naciones, para así devolverle la diversidad y la divergencia económica que alguna vez tuvo la frontera más viva de América Latina.

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