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Frontera
«En vez de celebrar, hay mucho que reclamar en los 300 años de San Antonio»
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El profesor y escritor Armando Garnica expone nueve razones por las que, a su juicio, no hay motivos para festejar
Jonathan Maldonado
San Antonio del Táchira está a punto de cumplir 300 años de fundada. El próximo 2 de octubre arriba a tres siglos marcados por virajes que la han hecho sobresalir, y en otras ocasiones no tanto, por ser una ciudad de gran importancia para el comercio e industria y que, actualmente, atraviesa su momento más lóbrego, con más del 90 % de su actividad económica formal paralizada.
A juicio del profesor y escritor Armando Garnica, el ciudadano sanantoniense no tiene «nada que celebrar, pero sí mucho que reclamar». Garnica expuso nueve razones que argumentan su postura como hijo académico de la Villa Heroica, como también se le conoce a la ciudad fronteriza.
«La primera razón es que una institución cultural como fue el Ateneo Fronterizo fue convertida en una cárcel. Es la primera vez que yo veo que a nivel mundial pasa esto con una institución cultural», aseveró en entrevista concedida a La Nación en su hogar.
La segunda razón manifestada por el escritor es la transformación del grupo escolar Manuel Felipe Rugeles en un cuartel: «Actualmente lo usan para eso, cuando el grupo era un ícono de la educación primaria para nosotros los sanantonienses».
Otro punto esbozado por Garnica fue el cierre y destrucción de bibliotecas. Puso como ejemplo la que tenía el Ateneo Fronterizo «Dr. Marcos Ramírez Murzi», la cual fue desmantelada y sus libros fueron quemados, dejando de prestar un gran servicio no solo para los estudiantes de primaria y bachillerato, sino también para universitarios, «con libros de Derecho que fueron donados por el poeta Ramírez Murzi, que era abogado».
La disolución de la banda Bolívar no la dejó por fuera de su lista, pues desde su criterio forma parte del acervo cultural y musical del Táchira: «Esta es una de las cosas que más nos duele, pues algunos alcaldes anteriores y actuales no le prestaron la debida atención, no solo desde el punto económico, sino también en cuanto a la dotación de nuevos instrumentos y de vestuario».
La quinta razón se la dedicó a lo que considera la anulación del acervo cultural al cambiar nombres de instituciones como al aeropuerto internacional, escuelas y estructuras culturales. «Aquí a alguien se le ocurre la ‘brillante’ idea de cambiarle el nombre a un grupo escolar, por ejemplo, o al mismo Ateneo, sin haber cumplido con los trámites que se deben tener», ironizó.
«El deterioro de la salud es imperdonable. En el municipio teníamos el hospital viejo de San Vicente de Paul y luego se hizo el hospital nuevo, el Samuel Darío Maldonado, que prestaba un gran servicio con especialistas en las diferentes áreas. Muchas veces las personas de Colombia venían a recibir atención acá en San Antonio y se les daban las medicinas. Las mujeres cruzaban a parir al Hospital. Hoy en día la mayoría de la población sanantoniense y del Táchira tenemos que ir a mendigar atención de salud a Colombia, porque aquí no tenemos quién nos brinde el servicio», enfatizó en su sexto argumento.
También lamentó profundamente que no se estén llevando a cabo proyectos con emprendedores del municipio Bolívar. Es decir, «no hay proyectos con los que se les dé el espaldarazo a los jóvenes que deseen establecer sus ideas. Faltan préstamos en los bancos con intereses bajos. Y debe la alcaldía buscar la manera que los alquileres de locales no sean tan costosos», sentenció Garnica.
«Un desarrollo económico de un pueblo no se mide por la cantidad de tarantines o negocios, sino por el desarrollo educativo y cultural de la población», prosiguió para reforzar la idea anterior.
También criticó que, por un tiempo, se hayan usado las instituciones educativas como refugio para connacionales, «destruyendo la infraestructura y no puede ser, pues las instituciones educativas son intocables, son sagradas, y lo que debe hacer es mejorar las instalaciones».
Cerró la lista de nueve razones con el tema de los servicios públicos: por ejemplo, hay «un pésimo servicio del aseo urbano. Cómo es posible que la alcaldía designe que la responsabilidad del aseo urbano recaiga en algunos sitios en el consejo comunal, cuando eso es función de la alcaldía. Es la alcaldía la que debe responder. Hay una ordenanza de asuntos económicos y fiscales que establecen los cánones de la prestación del servicio y está establecido entre las funciones que debe cumplir», soltó a modo de colofón.
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