Frontera

La basura: el sostén de más de 100 familias en Ureña

8 de octubre de 2021

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Al vertedero, además de la flota de la jurisdicción de Pedro María Ureña, arriban camiones recolectores de los municipios Bolívar y Junín

DE INTERÉS

Al menos cinco personas viven en “cambuches”, dentro de las instalaciones del vertedero

Jonathan Maldonado

Son más de 100 personas, que representan a más de 100 familias, las que hurgan a diario en el vertedero de Ureña. Muchas suman más de 10 años laborando en un espacio donde la basura es su sostén. Cada camión que llega a las instalaciones significa para ellas la posibilidad de sacar material reciclable.

Los olores nauseabundos, que las altas temperaturas suelen agudizar aún más, no representan problemas para el grupo, pues parecieran estar inmunes a ellos. El plástico y el material ferroso son los tesoros por los que se lanzan a cada montículo de desechos que van descargando los camiones.

En total, son tres las terrazas que reciben a los camiones de desechos sólidos, provenientes de tres municipios: Bolívar, Pedro María Ureña y Junín. Las tres localidades están a cargo de su mantenimiento y de ir ejecutando los trabajos de terraceo para dar cabida a la llegada de más basura.

Recientemente, el trabajo de los recicladores se había visto algo truncado, pues un incendio se había extendido por dos de las tres terrazas, generando humaredas difíciles de soportar, y dañinas para la salud de quienes, por horas, se dedican a la recolección y clasificación de los materiales reciclados, aptos para la venta.

En ciertos puntos de las terrazas se divisan “cambuches” improvisados, que sirven para el descanso de muchos, sobre todo a la hora de la llamada “siesta”, la cual se acostumbra a hacer luego del almuerzo. Los costales, a punto de estallar por la gran cantidad de materiales que contienen, también se observan durante el recorrido.

Al momento de la visita por parte del equipo reporteril de La Nación, una tenue humarada se esparcía por las dos terrazas afectadas por el incendio. Ya el escenario estaba prácticamente resuelto con los camiones cisterna que participaron, así como con la colocación de arcilla sobre los focos.

En la tercera terraza, que salió ilesa del incendio que provocó por varios días la paralización del vertedero, fue donde los grupos de recicladores se fueron apostando para continuar su trabajo. En muchas ocasiones, sus botas se hundían entre los desechos sin generar problemas, pues están acostumbrados a un mundo donde las arduas jornadas no dan para más.

Del nutrido grupo de trabajadores, cinco suelen vivir en el vertedero, entre ellos el encargado de un espacio que incluso cuenta con sus vigilantes.

“Llevo 12 años en el vertedero”

Martín Durán lleva más de dos lustros trabajando en el vertedero de Ureña, específicamente 12 años. Las instalaciones se han convertido en su segundo hogar, ya que suele invertir, al día, más de ocho horas, reciclando plástico o chatarra. Tanto a él, como a sus demás compañeros, nada les detiene

Durán tenía parte de la cara cubierta con una especie de franela. Lo hace para protegerse del sol abrasador de la zona y, a la vez, como tapaboca frente al virus. Su practicidad para ir recogiendo lo que le será útil da fe de los años que lleva dedicado a la recolección de los desechos.

Este caballero, de 39 años, explicó que los camiones arriban organizados, depositan la basura en las terrazas y, en ese instante, es cuando los recolectores entran en acción y van apoderándose de pequeñas montañas, que supervisan con ojos de águila para evitar que se escape de sus manos algún material valioso.

Cuando se registran incendios, su sistema respiratorio se ve perjudicado por la cantidad de humo que emanan las conflagraciones. “Lo que recogemos lo llevamos a los puestos, lo ordenamos, y de ahí se vende”, puntualizó quien por jornada laboral puede ganar desde 7.000 pesos hasta los 20.000.

A modo de colofón, recalcó que el vertedero representa un respiro frente al escenario económico formal de Ureña, donde la mayoría de empresas, fábricas y negocios han bajado sus santamarías. “Con la ayuda de Dios, espero poder dedicarme a lo que me gusta: producción de pan y repostería”, enfatizó.

“Esto es como una empresa”

Sandra Vallés siempre habló con una sonrisa en su rostro. De sus 33 años de vida, 10 los ha invertido en el vertedero, lugar adonde llega antes de las 9:00 a.m. y se retira después de las 6:00 p.m. “Esto es como una empresa”, señaló mientras recordaba el tiempo que lleva laborando.

Vallés recalcó el orden que hay en las tres terrazas. Como son más de 100 los que trabajan en el vertedero, una vez llegan los camiones al lugar y descargan, se van turnando con el propósito de que todos puedan laborar y así tener el sustento que les permita llevar el pan diario a sus hogares.

Aunque por el cobre es lo que más pagan, durante cada jornada lo que más consigue la joven es plástico y chatarra. “El aluminio también se halla entre los desechos que entran de diversos municipios”, aclaró, para luego resaltar que su material casi siempre lo vende en el mismo lugar; no tiene que movilizarse.

“Este trabajo me ha sido rentable, pues he logrado atender a los míos con lo que gano. Lo que no descarto es dedicarme a otra cosa, tener mi propio negocio y así poder avanzar con mi familia”, indicó mientras regresaba a sus labores de recolección tras la entrevista concedida al diario La Nación.

“Me gusta este cuento, lo que hago”

José Quintero lleva cuatro lustros dedicado al vertedero. Es el encargado de las instalaciones. “Aproximadamente, 130 personas laboran a diario acá”, detalló, al tiempo que precisaba lo bien que se ha sentido desde que empezó, ya que siempre ha contado con el espaldarazo de los alcaldes.

“Estoy pendiente de la gente que recicla, de los camiones que entran, de la clase de basura y de la máquina que permite el terraceo”, prosiguió, como reflejo de la experiencia que ha ganado a través del tiempo, de los años acumulados en un lugar donde “me gusta este cuento, lo que hago”.

Quintero agregó que, de las 130 personas que trabajan en las terrazas, cinco viven en el vertedero, en “cambuches” improvisados que han erigido tras los años que llevan en la recolección de materiales que se pueden vender.

El sexagenario aseveró que los incendios que se producen en el vertedero son sofocados por todos los que hacen vida laboral en el lugar.

Incendio controlado

El incendio que se registró desde el pasado 25 de septiembre en el vertedero de Ureña, y que provocó el cierre temporal de las instalaciones, ha sido controlado.

El martes, 28 de septiembre, en horas de la tarde, el alcalde del municipio Bolívar, William Gómez, supervisó las terrazas afectadas y constató que el incendio está controlado en sus hectáreas.

La máxima autoridad local resaltó que de las tres terrazas que conforman el vertedero, dos fueron perjudicadas por el incendio, sofocado con más de 20 camiones cisterna, que emplearon aproximadamente 200 mil litros de agua y que fueron coordinados por el alcalde de Ureña, John Carrillo.

Además, enfatizó Gómez, se colocaron capas de arcilla por parte del personal que labora en las instalaciones, con el propósito de apaciguar lo antes posible este incendio que mantuvo paralizado el vertedero.

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