Frontera

La extenuante ruta del chatarrero

25 de octubre de 2021

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Jonathan Maldonado

Algunos usan la vía nacional San Cristóbal – San Antonio; otros, la carretera Rubio – San Antonio

Carlos, junto a Rubén y Darío, emplea la ruta Capacho – San Antonio para llevar la chatarra hacia Colombia. El trayecto es fatigoso, extenuante, pues traen una carretilla cargada de chatarra que será vendida en el vecino país.

 

Una vez tienen el material ferroso escogido, lo van acomodando en la carretilla. Los tres son de Capacho, viven en el mismo sector y se ayudan para  obtener los pesos colombianos con los que sostienen sus núcleos familiares.

 

«Llevamos ocho meses trabajando en esto», soltó Carlos mientras les pedía a sus compañeros que frenaran un poco el vehículo, ya que les estaba ganando velocidad y sentía que, en cualquier momento, podía tumbarlo.

«Aquí uno no se puede quedar dormido. Cualquier error puede ocasionarnos que se nos voltee la carretilla», prosiguió mientras atravesaba la avenida Venezuela, y tras un recorrido de al menos seis horas.

Los tres dejaron la chatarra lista la noche del sábado. A las 5:30 a.m., ya estaban saliendo de sus hogares, rumbo a la frontera y con la fe puesta en que la mercancía llegará, lo más pronto posible, al lugar de “desembarco”, La Parada.

 

Rubén y Darío son hermanos. Los dos crearon equipo con Carlos y, al momento de la venta de la chatarra, se dividen las ganancias. «No es mucho lo que nos queda, pero da para llevar la comida al hogar», subrayó Darío.

 

Durante la ruta transitada, además del peligro que representa atravesar la vía con carretilla, deben “surfear” las alcabalas móviles. «Algunos funcionarios, de la guardia o de la policía, quieren ganar a costilla de nuestro trabajo», apuntó Rubén con el cansancio tallado en su rostro.

 

El trabajo que realizan los tres, amerita de mucha fuerza, resistencia, concentración y perseverancia. «A veces nos provoca tirar la toalla, pero uno reflexiona, y se pregunta, qué más vamos a hacer, si esto es lo que nos está permitiendo llevar el pan a la casa», indicó Carlos con el jadeo presente por el trayecto que aún recorrían.

 

Ese peregrinaje lo suelen hacer dos veces a la semana. «Es laborioso encontrar el material. Uno lo va acumulando y cuando se tiene la cantidad estimada, se prepara el viaje», señaló.

«¡Cuidado, cuidado, aquí vamos!»

Al llegar a San Antonio del Táchira, la dirección son los caminos verdes. Muchos emplean La Platanera y otros La Pampa. La irregularidad de la ruta los hace estar más atentos para evitar golpear a alguien con la chatarra.

«La gente se molesta un poco porque uno va diciendo a cada momento: ¡cuidado, cuidado, aquí vamos!, pero es una forma de avisar para que nos abran camino y evitar golpear a alguien», reiteró Rubén.

En el camino verde también deben dejar otra cuota, que viene siendo el pase para poder llevar la carga hasta el corregimiento de La Parada, donde es vendida… De regreso, lo hacen con más calma y con la seguridad de que una vez más habrá alimentos.

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