Cada ocho días, Jesús cruza el puente internacional Simón Bolívar, proveniente de San Antonio del Táchira, donde reside, y rumbo a La Parada, en Villa del Rosario, para vender el material que ha logrado reciclar: plástico, aluminio y chatarra.
Este viernes, en horas de la mañana, su paso por el tramo binacional se hizo lento. En varios puntos, tuvo que aguardar a que la larga fila de carros avanzara para él poder continuar el camino con su carretilla, cargada de bultos.
«Esto me sirve para comer, para comprar la comida», subrayó en entrevista concedida a Diario La Nación. Recalcó que su oficio es la construcción, pero se ayuda con el reciclaje.
El proceso de recolección dura varios días. Va a casas, donde le regalan sobre todo el plástico, que es el material que más logra recolectar. También va recogiendo lo que hay en las calles y en algunas bolsas que la gente suele lanzar en vías públicas.
«Por el kilo de plástico me pagan 1.500 pesos, mientras que por la chatarra 800. Por el aluminio pagan más, 5.000 pesos el kilo», subrayó al dejar por sentado que cada día son más las personas dedicadas a esto, muchas de ellas de la tercera edad.
Al llegar a la chatarrería de La Parada, debe esperar a que los que están por delante hagan su venta, para luego hacer lo mismo. «Uno se demora un rato, porque siempre hay gente en lo mismo», recalcó.
Al día, en diferentes horarios, más de 10 personas suelen cruzar el paso formal con su material de reciclaje, listo para ser vendido en La Parada. «Uno lo lleva seleccionado para que lo pesen», enfatizó Jesús, de 50 años.
El sol abrasador de la frontera, hace más agotadora la ruta del reciclaje.
Jonathan Maldonado