Es común ver a grupos de chatarreros recorrer la vía que comunica con la frontera
Jonathan Maldonado
Eran cerca de las 6:00 p.m del viernes 9 de abril. El sol estaba a punto de ocultarse para darle entrada a la noche. La Mulera, sector rural del municipio Bolívar, registraba a esa hora la travesía de dos chatarreros.
«Venimos de San Cristóbal», dijo uno de los dos jóvenes. Su humanidad ya revelaba cansancio. El peso de la chatarra, que lleva en una especie de carretilla, a veces, intentaba ganarle.
Estos jóvenes, como muchos otros, recorren 40 kilómetros desde la ciudad de San Cristóbal y hasta San Antonio del Táchira. Al arribar a la zona de frontera, se disponen a atravesar las trochas para vender la mercancía en Colombia.
«Suelo hacer este viaje hasta tres veces a la semana. Todo depende de la cantidad de chatarra que logre recolectar», prosiguió el caballero, al tiempo que enfatizaba que las ganancias son invertidas en el mercado para sus hijos y esposa.
Rayando los 28 años, suele regresar de Colombia con bolsas de alimentos. «Aprovechamos y compramos los alimentos en La Parada», recalcó.
Ya en la frontera, los 40 kilómetros se reflejan en sus pies. Aún no se acostumbran a tan larga ruta. «Las ampollas no dan tregua», dijo.