Cada diciembre, el hogar de doña Carmela Rincón de Prato, de 89 años, es sinónimo de ingenio, creatividad, tradición y mucha fe católica. En esta oportunidad, erigieron un pesebre inspirado en la ciudad de Maracaibo.
El puente sobre el Lago de Maracaibo, General Rafael Urdaneta; la Catedral Santuario de Nuestra Señora de Chiquinquirá, la plaza y monumento a «La Chinita», la iglesia Santa Bárbara, un palafito y la lavandera que halló el trozo de madera que resplandecía con la imagen de la virgen, fueron los elementos que primaron en esta obra ubicada en el barrio Simón Bolívar de San Antonio del Tachira.
El relámpago del Catatumbo y el sol «amado» de la ciudad, actúan como los fieles vigilates de un pesebre que tiene como protagonista a la matriarca de la familia, doña Carmela. «Sentí mucha seguridad de que íbamos a salir adelante con el pesebre. Si a mí me gustaba, sé que también a Dios le gustaría».
Rincón es dueña de una fe inquebrantable. Su accionar lo certifica. «El niño Jesús es nuestro redentor y salvador», prosiguió al resaltar el rol de la Virgen María, escogida para ser la madre de Dios. Agradeció a sus nietos, Lisbeth y Alexander, por ser los arquitectos de Jesús, los hacedores del pesebre.
Elizabeth Prato, hija, resaltó el rol de cada integrante de la familia al momento de empezar a cristalizar la idea del nacimiento. «Aunque no participo en el diseño, sí participo en lo que se requiere para ayudarles a tener todo listo», recalcó.
Para Henry Prato, hijo, la fe es la reina y el principal motor de la familia que, año tras año, le da un homenaje al Creador con los pesebres que construye. «Esto es una expresión de fe que nos permite congregar talento y mucha creatividad», subrayó.
Machupicchu, El Gran Cañón de Colorado, el Santuario de la Virgen de Las Lajas y Mérida son parte de las temáticas que han acompañado en años anteriores a los pesebres del hogar de doña Carmela.
Lisbeth y Alexander Niño Prato, los más jóvenes del grupo, son los hacedores de los pesebres. La ciudadana es la encargada de diseñar la idea y el ciudadano es quien crea cada estructura con cartón. Lisbeth las pinta y, al final, Alexander ajusta las luces.
Fueron ocho días continuos de arduo trabajo que, para la familia, es una muestra de la devoción que siente por el niño Jesús, la Virgen María y San José.
Jonathan Maldonado