Infogeneral
“Freddy Bernal: No deje morir el teatro infantil El Puentecito”
7 de febrero de 2018
Fueron apenas cuatro tornillos de la caja de velocidades que se partieron, cuando pasaba por Mirí. El autobús -un MAZ Ejecutivo, bieloruso, de 46 puestos- duró 13 meses parado por falta de recursos para arreglarlo.
Luego de esfuerzos, citas, promesas incumplidas y demás, se logró que la empresa Sitssa, un ente de transporte público del Gobierno nacional, interviniera y se llevara la unidad para sus talleres en Caracas, con la intención de cambiar los cuatro tornillos, para lo cual se requerían herramientas especiales, que solo esta tiene.
No obstante, ya van 29 meses en el taller de Sitssa (Sistema Integral de Transporte Superficial S.A.), y los tornillos no se cambiaron. En cambio, la unidad fue desmantelada totalmente, y ya la declararon inservible, por lo que exigen a su propietario que la retire, porque estorba.
¿Por qué Sitssa “quiso” reparar la unidad? Porque era una donación que el presidente Chávez, a través de la Vicepresidencia de la República, hizo a Francisco Solares, director del grupo de teatro infantil El Puentecito, para apoyarlo en la obra social que este desarrollaba, la cual le interesó al mandatario fallecido
Hoy Solares acude a Freddy Bernal, el tachirense que ha sido designado “Protector del Táchira”. Bernal conoce la obra social de El Puentecito. Como alcalde de Caracas, Bernal los invitó a un festival y la obra que presentaron, “Pachito sueña con ser Bolívar”, escrita por Solares, no solo ganó el festival, sino que fue Premio Nacional de Teatro, uno de los cuatro premios nacionales que ostenta Solares, quien también es maestro honorario de las Ciencias y Artes Escénicas de la Universidad de las Artes.
El director del grupo teatral y propietario ha dedicado más de 30 años, la mitad de su vida, a hacer teatro infantil, a través de El Puentecito, nacido y consolidado en San Cristóbal, y cuya misión fundamental es la de rescatar niños y adolescentes de los barrios, a través del teatro.
El autobús es su arma de lucha, su fuente de ingresos, el alma en la existencia de la organización, que ahora se desmorona por una actitud de desidia que no tiene explicación. “Se me están perdiendo los niños y jóvenes que teníamos en formación, porque tenemos más de tres años que no podemos movernos”, dice Francisco, mientras su voz se desgarra y las lágrimas se asoman.
Con el autobús, llevaba a los niños de su agrupación teatral a distintos puntos del país, adonde eran invitados. Los paseaba los fines de semana, en constante prédica del amor social, la hermandad, la vida del buen ciudadano. Y entre semana hacía transporte a entidades culturales, oficiales o no, a grupos y empresas que lo requerían. Esa era la fuente del ingreso que sostenía y daba vida a El Puentecito.
Por eso, hoy pide a gritos a Bernal, quien estará en la plaza Bolívar, como orador de orden en la sesión del Consejo Legislativo, que interponga sus buenos oficios para que El Puentecito pueda tener su autobús, y recuperar un extenso trozo de vida que ahora agoniza. “Señor Bernal, no me deje morir el Teatro El Puentecito”. (HC)