Infogeneral

Se trata de sobrevivir en tiempos de cuarentena sin bajar la guardia

17 de abril de 2020

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Freddy Omar Durán


Sin quedar de otra, de una u otra manera, sea para ganarse la vida, o para aprovisionarse de lo necesario, volver a la muchedumbre, no pueden evitar los tachirenses, un riesgo que de alguna manera las autoridades y comerciantes intentan controlar; pero que al fin y al cabo corresponde más a una responsabilidad personales.

Aunque el uso del tapaboca se generaliza al 99% por ciento en los espacios públicos, apenas personas con problemas mentales, quienes se consideran lo suficientemente alejados de otros, lo evitan, no todos lo usan del modo conveniente. La actitud de los individuos enajenados a veces es de desafío, y no se guardan ofensas, para quienes le recuerdan de su obligación.

Sin embargo,  de acuerdo con las declaraciones emitidas por personal de salud de todos los niveles,  llevar el tapaboca descubriendo parte de la boca y de la nariz, limita su efecto barrera, así como tampoco ayuda tocárselo a cada rato.

La necesidad de hacerse entender con claridad, también lleva a muchos descuidos, y es así como el tapaboca termina siendo un adorno.

Para muchos, lo más terrible ha sido la obligación de guardar silencio, cuanto tanto hay por lamentar y comentar de la cuarentena y sus rigores; y que se le apelotonen las palabras en un pedazo de tela.

“En las busetas se observa entre los pasajeros el cuidado de portar esta prenda; pero muchos piensan si es suficiente cuando las unidades se abarrotan, o cuando un cantante, un mendigo o un predicador del fin del mundo, se montan para en alta voz y alta aspersión de saliva, transmitir su mensaje y su petición económica”, expresó Carlos Maldonado, un usuario entre el terminal y el centro de San Cristóbal.

En muchos supermercados los empleados -similar a como ha ocurrido con los funcionarios policiales en los espacios públicos- han reinventado sus funciones, y se han convertido en «centinelas sanitarios».

Es así como los vigilantes, además de limitar el ingreso de los compradores, lo que contribuye a formar colas en sus afueras, aplican en las manos de quienes van entrando un producto desinfectante.

Adentro, otro empleado cuida de que el distanciamiento entre la caja y la cola de clientes se mantenga, en rayas marcadas en amarillo, y desde los altavoces, se hace el llamado para que el distanciamiento se mantenga en las mismas colas, sin embargo, la rebeldía al respecto es más que evidente.

La ciudad en general ha sido sometida a un proceso de desinfección generalizada en el que ha participado equipos de Protección Civil y los Bomberos de San Cristóbal. A pie con mangueras aspersoras, o desde unidades de fumigación pertenecientes a las instituciones mencionadas, y que van dejando a su paso una niebla de hipoclorito de sodio, se ha venido cumpliendo en barrios y zonas comerciales, como otra de las estrategia para frenar el avance del nuevo coronavirus.

Cuidados al llegar

Pero los cuidados no se circunscriben a lo que pase en la calle; pues para muchos ni en su propio hogar, no resulta válido aquello de «entrar como Pedro por su casa».

En muchos hogares, ingresar implica una serie de rituales higiénicos, como cambiarse los zapatos muy cerca de la entrada; pasar de una a las habitaciones para mudarse la ropa, o al baño para lavarse las manos, y de ser posible el cuerpo completo. Sin embargo, algo se confabula en contra de estas previsiones: las prolongadas suspensiones del servicio de distribución de agua.

Más allá de la higiene

Equivocados están quienes piensan que la higiene consiste en aislarse, taparse y bañarse el cuerpo, ella también es de orden mental y hasta económica, pues el mal uso de los recursos materiales, nutricionales y económicas pueden terminar exponiéndonos.

En cuanto a la higiene mental, es muy importante, entre otras cosas, mantener un clima de convivencia y fraternidad en el interior de los hogares, y en el vecindario; así como no ensuciarse con el innecesario de la información difundida a través de todo tipo de medio electrónico, motivo más de angustias que de alertas. Mantener el equilibrio mental es tan importante en estos momentos como garantizar la higiene de nuestros cuerpos.

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