Humberto Contreras
El tapaboca, cubreboca, mascarilla o barbijo, es un objeto que en muy pocos días, salió prácticamente del anonimato para convertirse en uno de los artículos más conocidos y de mayor demanda en el mundo entero, y por tanto quizá en la actualidad, el de mayor circulación comercial a todos los niveles.
La enorme escasez mundial del producto, acelerada intempestivamente por el crecimiento de la pandemia, acabó con la existencia en las farmacias, clínicas, hospitales y en empresas fabricantes del mundo entero, por lo que creó una demanda sin límites del pequeño “pañito” para cubrir la boca y la nariz, y así evitar contagiar o ser contagiado.
Grandes fábricas, capaces de producir muchos miles, o pequeñas factorías caseras, unipersonales o en familia que elaboran de uno en adelante, hasta donde puede su pequeño equipamiento y escasa mano de obra, se han dedicado a elaborar tapabocas. Igual les está produciendo dinero tanto a fabricantes industriales o caseros, como a vendedores.
Se dice del tapaboca, como mejor lo conocemos los venezolanos, que es en principio el mejor muro que podemos enfrentar al virus que conmociona el mundo, para evitar el contagio. Y eso lo ha convertido en el más buscado, requerido y fabricado.
Y sobre él hay muchas cosas que se han dicho, pero lo importante es que la recomendación de las autoridades sanitarias y ejecutivas de cada país, es que cada quien debe tener el suyo puesto para salir a la calle, cuando sea necesario hacerlo, incluso hasta para asomarse a la ventana.
De modo que son muchas las razones que explican no solo la demanda del artículo en referencia, sino la decisión de muchas personas de fabricar artesanalmente en sus casas, el ya tan conocido adminículo de tela, con sus respectivo lacitos para atarlo o a las orejas o detrás de la nuca, amparados en la profusa información que se consigue en las redes acerca de cómo hacer tapaboca artesanalmente.
Se dice que los más seguros son los llamados quirúrgicos, de confección especializada, y por supuesto más caros, por lo cual, el tapaboca artesanal, aunque no brinda protección cien por ciento, está al alcance de cualquier persona que lo necesite.
Por ello vemos a menudos vendedores ambulantes en cualquier parte transitada, mostrando el tapaboca y ofreciéndolo según su material de confección, entre mil y tres mil pesos, porque ya de bolívares, nadie habla.